Mal arranque de diciembre para los mercados globales. A pesar de un inminente recorte en la tasa de la Fed, la persistencia de la inflación y la debilidad del empleo vuelven a poner a prueba el optimismo del mercado. Si bien la actividad habría marcado una buena performance en el 3Q25, los datos del último trimestre vienen mucho más volátiles e inciertos, con la confianza de los consumidores golpeada. Los rendimientos de los bonos del Tesoro volvieron a estar bajo presión y tocaron los niveles más altos desde septiembre, síntoma de las dudas sobre la política fiscal y la decisión que tome la Fed en 2026. En este contexto, la renta fija presentó caídas generalizadas, el dólar se siguió debilitando, las acciones frenaron el rally de la segunda quincena de noviembre y operaron estables, mientras que el petróleo y el cobre fueron los ganadores de la primera semana, en tanto que el oro y las materias primas agrícolas retrocedieron. Las miradas de esta semana estarán puestas en la última reunión de la Fed, en la que se descarta un nuevo recorte de 25 pb, pero cobrará relevancia no sólo la minuta que acompañe la decisión sino también el mapa de proyecciones que presente. No menos importante será el resultado fiscal de noviembre y las peticiones iniciales de desempleo de la primera semana de diciembre.
Un vaivén inestable. El sentimiento de los inversores varía constantemente: de festejar una política monetaria más laxa a preocuparse por la inflación, de ilusionarse con una política fiscal más expansiva a temer por el aumento del déficit fiscal y de la deuda pública. Cuando aparecen malos datos de empleo, primero se preocupa por la dinámica del nivel de actividad y acto seguido festeja que en ese contexto la Fed será más generosa con el recorte de tasas. Este vaivén le transmite volatilidad al mercado. La película de fondo es una actividad que crece moderadamente, pero con la inflación un escalón más arriba y sin margen para una política fiscal expansiva debido al elevado endeudamiento. La Fed tiene espacio para bajar la tasa de referencia, pero a fin del día lo que vale son los rendimientos de los bonos y estos parecen inmunes a las decisiones de Powell y cia. De hecho, como comentamos la semana pasada, desde que la Fed recortó la tasa en 50 pb desde septiembre, los rendimientos de los bonos del Tesoro subieron en todos los tramos –la UST2Y subió 7 pb, la UST10Y 15 pb y la USD30Y 17 pb– y si tomamos el comportamiento desde agosto del año pasado, desde entonces la tasa de la Fed bajó 150 pb y la UST10Y subió 26 pb.
Luces amarillas para el consumo. Los demorados datos de septiembre marcaron un freno en el consumo de las familias luego de dos meses de muy buen dinamismo que le permitieron promediar el 3Q25 con la mejor performance del año. Concretamente, en septiembre el consumo real de las familias quedó sin cambios respecto a agosto (subió 0,5% anualizado) debido a que el consumo de bienes cayó 0,4% m/m, compensado por el de servicios que creció 0,2% m/m. Dado el fuerte incremento que había marcado el consumo de bienes en julio y agosto, el 3Q25 cerró con un crecimiento del consumo personal de 2,7% t/t anualizado, siendo la mejor performance del año –en el 1Q25 había subido sólo 0,6% y en el 2Q25 lo había hecho al 2,5%–, de la mano del consumo de bienes que lo hizo al 2,8% y el de servicios que lo hizo al 2,7%. En este contexto, las estimaciones del Nowcast de Atlanta apuntan a un crecimiento del PBI de 3,5% t/t para el trimestre.
Inflación estable, pero alejada de la meta. Con la publicación del consumo de los hogares, también se publicó el índice de precios implícitos del consumo, el PCE, que es el indicador favorito de la Fed. Si bien no trajo sorpresas al mostrar un alza en línea con las expectativas del mercado, siguió marcando una resiliencia de la inflación que se mantiene alejada de los objetivos de la política monetaria. Concretamente, el PCE de septiembre marcó un alza de 0,3% m/m, en línea con los meses previos, aunque en términos interanuales marcó una suba de 2,8%, contra 2,7% de agosto. El mayor dinamismo se lo aportaron los precios de los bienes, que subieron 1,4% i.a. –en agosto lo habían hecho al 0,9% i.a.–, mientras que los de servicios lo hicieron al 3,4% i.a. –vs 3,6% i.a. del mes anterior–. El PCE Core tuvo un sendero más estable, marcando un alza de 0,2% m/m y 2,8% i.a., prácticamente lo mismo que los meses anteriores.
Un 4Q25 agitado. Por el cierre de gobierno, aún no tenemos datos oficiales del 4Q25, pero los datos privados marcan que la actividad habría perdido impulso en la última parte del año. Lo más importante es la dinámica del empleo que, si bien no se derrumbó, todo indica que perdió impulso. Así lo vienen marcando los datos del ADP que, tras la creación de 47 mil puestos de trabajo en octubre, en noviembre se perdieron 32 mil –el mercado esperaba un alza de 10 mil–. El mal dato fue compensado por la dinámica que marcan las peticiones de desempleo, que en la última semana de noviembre bajaron a 191 mil desde las 218 mil de la semana previa. En cuanto a los datos cualitativos, el ISM manufacturero de noviembre marcó 48,2 puntos, siendo el noveno mes consecutivo por debajo de los 50 puntos, síntoma de contracción, en tanto que el ISM de servicios marcó resultado opuesto, anotando 52,6 puntos, superando el registro de octubre, reflejando que la actividad sigue creciendo pese a la volatilidad. En este contexto, la confianza del consumidor siguió muy golpeada, pese a que en el margen hubo una leve mejora por la suba de las expectativas y la caída de la inflación esperada. Concretamente, el índice de confianza de la Universidad de Michigan de diciembre subió a 53,3 desde 51 del mes anterior –recordemos que a fines de 2024 estaba en 74–, en tanto que la inflación esperada para los próximos cinco años bajó a 4,1% desde 4,5% de noviembre, siendo la más baja desde febrero –un año atrás era de 2,8%–.
Tasas al alza. Las preocupaciones sobre la resiliencia de la inflación y las constantes dudas sobre la dinámica de las cuentas públicas volvieron a presionar a los rendimientos de los bonos del Tesoro, que alcanzaron los niveles más altos de los últimos dos meses. La UST2Y subió 9 pb hasta 3,58%, la UST10Y lo hizo 15 pb hasta 4,17%, al igual que la UST30Y que quedó en 4,82%. En este contexto, la renta fija arrancó en rojo el último mes del año: el índice agregado de bonos americanos perdió 0,9%, empujado por los bonos del Tesoro que cayeron 1,0%, los TIPS 0,9% y los corporativos Investment Grade 1,1%, compensado en parte por los High Yield que sólo retrocedieron 0,5%. Tampoco fue un buen arranque para los emergentes, que bajaron 0,8%.
Acciones estables. El S&P 500 arrancó diciembre estable, dado que la recuperación de las acciones del sector tecnológico fue compensada por la caída en las de los sectores defensivos, como utilities, salud y materiales, mientras que las de los demás sectores prácticamente terminaron sin cambios. Las acciones del resto del mundo volvieron a tener un arranque positivo, impulsado por las acciones de Europa y Japón, mientras que Latam –que viene siendo la gran ganadora del año– retrocedió 1,4%, arrastrada por Brasil, que perdió 2,6% ante las dudas sobre el rumbo político que también se reflejó en un debilitamiento del real.
Lo que viene. Las miradas de esta semana se centrarán en la última reunión de la Fed, en la que además de definir la tasa de referencia actualizará su cuadro de proyecciones económicas. Se espera ampliamente que las autoridades implementen un tercer recorte consecutivo de tasas el miércoles de 25 pb y anticipan dos recortes adicionales en 2026. También se destaca la publicación del resultado fiscal de noviembre –el segundo mes del año fiscal–, los datos de comercio exterior de septiembre y las peticiones iniciales de desempleo de la primera semana de diciembre.


