Hace varios años se escucha hablar de la Teoría Monetaria Moderna o MMT (Modern Monetary Theory) y la misma es motivo de debate entre economistas, en libros, papers, blogs y distintos medios, sobre todo a partir de la inyección monetaria utilizada durante de la Crisis Financiera Global de 2007 - 2010 en un principio y actualmente en la crisis sanitaria generada por el COVID-19. Aunque tanto economistas ortodoxos como heterodoxos, como Paul Krugman, Larry Summers, Olivier Blanchard y muchos otros, la consideran poco fundamentada teóricamente, contradictoria y hasta irresponsable, la misma ha crecido en influencia política a partir del soporte de algunos políticos americanos como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio Cortez, así como también de  algunos políticos ingleses y europeos. Entre sus impulsores se encuentran economistas como Sthepanie Kelton y su difundido libro de “The Deficit Myth”, Randall Wray, Warren Mosler, William Mitchell y otros.

En algunas líneas intentaremos describir sus puntos salientes, propuestas, su conexión con la  coyuntura actual, su posible aplicación en económicas en desarrollo como la nuestra, para  finalmente concluir sobre su posible supervivencia o no. Si bien su discusión sigue vigente,  transitamos un momento económico desafiante para muchas economías y algunas de sus  propuestas y herramientas podrían ser útiles en el futuro o al menos contribuir al debate sobre  nuevos alcances de las políticas monetarias en su coordinación con la política fiscal.

La Teoría Monetaria Moderna (MMT) afirma que los países soberanos que son el único oferente  de su propia moneda pueden emitir toda la cantidad de dinero que necesiten para cumplir sus  necesidades fiscales, monetizar su deuda y así cumplir sus compromisos futuros sin la  posibilidad de hacer un default de su deuda pública. Para ellos los gobiernos no se deben limitar  a la recaudación de impuestos para gastar y deben pedir prestado todo lo necesario para  perseguir los proyectos que consideren apropiados para el bienestar público o bien para manejar  una política fiscal expansiva en tiempos de crisis. En base a esto sus impulsores afirman que el  dinero es endógeno y así el Banco Central solo fija la tasa de interés en forma endógena cercana  a cero para asistir a través de esta, su principal instrumento de política monetaria, al Tesoro y  así sostener el financiamiento y la monetización del déficit. Para ellos, la única limitante a esto  debiera ser solamente la inflación, y cuando se comienza a ver señales de la misma, el Gobierno  debiera usar su política fiscal para a través de subas de impuestos reducir la demanda agregada.  

En este caso para la MMT tanto los impuestos como el financiamiento vía bonos, son dos  instrumentos que sirven a los Gobiernos para extraer dinero del mercado (destrucción monetaria)  cuando es necesario reducir la demanda por que se presentan signos de inflación futura. Por lo  tanto el financiamiento monetario debiera estar disponible siempre para la búsqueda del pleno  empleo y los déficits monetizarse hasta que el mismo pueda alcanzarse o bien se presenten  expectativas de inflación. En este sentido, para la Teoría Monetaria Moderna los déficits públicos  no son malos, sino que son la contrapartida necesaria para que el sector privado doméstico o  externo tenga superávits y generen riqueza. Por lo tanto afirman que los países con soberanía  monetaria deben endeudarse en su propia moneda para cumplir sin ninguna restricción con los  vencimientos de su deuda pública y deben perseguir regímenes cambiarios flexibles (flotación)  para que a través de sus movimientos puedan operar sobre la cuenta corriente y balanza de  pagos e igualmente sobre los niveles de precios.

Si bien nuestra historia económica y monetaria en particular, nos hace ser muy escépticos a este  tipo de propuestas que impulsa la MMT, y del mismo modo lo son muchos economistas  Latinoamericanos (Sebastian Edwards, 2019: “MMT: Cautionary Tales from Latin América”),  algunas economías de los países centrales principalmente los Estados Unidos, parecen haber  incorporado a través de sus políticas monetarias y fiscales desde hace varios años la  instrumentación de políticas similares a las del entorno de la Teoría Monetaria Moderna. Es así  que sus impulsores respaldan sus argumentos en que esto ha permitido salir de las últimas  recesiones y hasta depresiones económicas, creando una gran cantidad de empleo mientras que  la tasa de interés sigue cercana a cero y no se presentan aun señales aparentes de inflación.

Estados Unidos a partir de varios de los programas de la FED de Quantitative Easing (QE), Japón  con el impulso del Abenomics del Banco Central Japonés (BOJ) para revivir su economía y  Europa a través del programa de compra de bonos (“What ever it takes”) del Banco Central  Europeo (BCE) de Mario Draghi, son ejemplos de incrementos de la deuda pública de forma  significativa, monetización de los déficits y presión a la baja de tasas con niveles cercanos a  cero para impulsar sus economías. Aunque sin dudas los mismos han tenido relativo éxito, es  muy importante destacar que una buena parte del mismo está basado en la gran credibilidad de  sus autoridades políticas que implementaron estos programas (Bernanke, Yellen, Draghi,  Kuroda, etc.) y de la confianza adquirida durante años por sus instituciones, entidades  monetarias y sus propias monedas.  

Es muy difícil imaginarse poder implementar estas políticas en nuestras economías en desarrollo,  inclusive aun después de que varias entidades monetarias como la de Chile, Perú y otras han  adquirido prestigio en los últimos años a través de su control de la inflación. Menos aún en  Argentina donde nuestras historia monetaria ha hecho uso y abuso de este tipo de políticas con muy malos resultados para mostrar en cuanto a inflación, crecimiento y desarrollo.  

De todas maneras a la Teoría Monetaria Moderna le queda aún mucho por probar y recorrer, se  comienza a hablar hoy más de riesgos de inflación y existe temor a que esta crezca en un futuro  cercano. Preocupan a los mercados algunas señales que se perciben como el crecimiento de la  diferencia en la tasa de Bonos del Tesoro a 10 años con relación a la de los Bonos TIPS del  mismo plazo, el crecimiento de la deudas públicas, y programas fiscales de gran magnitud como  los impulsados por el presidente Biden (Bidenomics) en estos días en los Estados Unidos.

El debate está aún abierto, y probablemente aunque la MMT no se imponga en el futuro,  contribuirá a ser parte del mismo para el desarrollo de nuevas políticas monetarias y fiscales  coordinadas, en un entorno donde la tasa de interés está en niveles muy bajos y ya no tiene  mucho para dar, se presentan nuevos desafíos para la reconstrucción de varias economías, y  nuevas recesiones o depresiones económicas como hemos experimentado recientemente puedan presentarse.

Es posible que en definitiva, como afirmaba Larry Summers hace un tiempo (Twitter, 28 de  Agosto de 2019); “es posible que los Bancos Centrales como los conocemos en la actualidad y  sus políticas monetarias, no sean la herramienta de estabilización económica en la próxima década”.