Si bien la inflación mensual en Argentina ha desacelerado notablemente desde el pico de diciembre pasado, cuando alcanzó el 25,5% (1.426% anualizado) tras el fuerte salto cambiario, su nivel actual aún genera preocupación por la sostenibilidad del sendero decreciente a lo largo del tiempo. Para ponerlo en perspectiva, el incremento mensual de los precios durante febrero fue 30 veces el promedio registrado en los países limítrofes; dicho de otro modo, en esos países se necesitarían aproximadamente dos años y medio en promedio para alcanzar el incremento que Argentina experimentó en solo un mes.

El dato de febrero fue mejor de lo esperado, con la inflación mensual volviendo a valores similares a los de noviembre (previo al salto cambiario) y replicando una dinámica similar a la devaluación de agosto de 2023, donde se observaron dos meses de aceleración seguidos por una sensible baja (en ambos casos, con el tipo de cambio controlado). El REM publicado por el BCRA preveía valores de inflación entre el 15% y 16% (con el 50% de los encuestados en ese rango), pero finalmente el valor fue del 13,2% (vs. 12,8% en noviembre de 2023), experimentando una caída de más de 7 puntos porcentuales respecto a enero. De esta manera, se alcanzó el alarmante número de una inflación del 276,2% i.a. (342% si se anualiza el dato de febrero), indicando que aún se esperan varios meses más de incrementos.

La inflación núcleo en febrero fue del 12,3% m/m, desacelerando aún más en comparación con enero (20,2%) y situándose por debajo del nivel de noviembre de 2023 (13,4%), pero aceleró al 292% i.a. Por otro lado, la división de alimentos y bebidas, la más relevante del IPC, registró un 11,9% m/m (frente al 20,4% previo) y un 303,8% i.a. Además, si bien los servicios mostraron (tras seis meses) un alza mensual mayor que la de los bienes (17,6% vs 11,9%), todavía se encuentran muy rezagados (295,1% i.a. frente a 226,1% i.a., respectivamente), con bienes regulados y estacionales que en los próximos meses tendrían una mayor incidencia.

Varios factores explican la desaceleración de la inflación durante los meses de enero y febrero: a) tipo de cambio fijo; b) rezago en el aumento de los servicios respecto de los bienes; c) una fuerte recesión y abrupta caída del consumo, lo que indirectamente conduce a una reducción de los agregados monetarios.

Fijar el tipo de cambio ha contribuido a estabilizar una parte de los precios, tanto por los costos de los bienes transables como por la formación de expectativas de devaluación (inflación futura), motivo por el cual el gobierno insiste en mantener esta política a pesar de los potenciales efectos negativos a futuro, una situación recurrente en Argentina. La "ancla cambiaria" y la mega inflación resultaron en una caída del Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) de casi un 35% desde el 13 de diciembre, dejándolo en un nivel un 5% por debajo del previo al salto cambiario de agosto de 2023 (dólar $350). Continuar con esta política cambiaria durante marzo y abril implicaría una reducción adicional del 10% en la competitividad, alcanzando valores incluso inferiores a los previos al salto cambiario de agosto de 2023.

Se espera que el BCRA internalice los costos futuros del atraso cambiario, especialmente pensando en el segundo semestre del año, cuando no haya ingresos por la cosecha, se deban pagar importaciones y la actividad económica comience a recuperarse. Se anticipa que el BCRA acelerará el ritmo diario de devaluación en abril (6%), mayo y junio (alrededor del 9%), intentando estabilizar el TCRM en niveles cercanos a los 800 $/USD de hoy, particularmente si se considera una futura unificación cambiaria. Posteriormente, se buscaría desacelerar el ritmo de devaluación (al mismo tiempo que la inflación) para cerrar el año con un valor aproximado a 1.600 $/USD.

La contrapartida de ajustar el tipo de cambio sería una inflación que, sumada a la aceleración de los servicios que llevan rezago, mostraría rigidez a la baja con valores estimados para marzo, abril y mayo de 12,5%, 11% y 10%, respectivamente. Solo para el segundo semestre se podrían esperar valores de inflación de un dígito, desacelerando hasta el 6% m/m en diciembre, lo que equivaldría a un valor en torno al 205% i.a.

Un escenario alternativo, que aún no se considera el principal, estaría relacionado con mantener el tipo de cambio "pisado" (2% m/m) hasta mediados de año. Este enfoque tendría beneficios a corto plazo para la inflación, permitiendo alcanzar un dígito más rápidamente de lo esperado, pero añadiría una gran incertidumbre para el segundo semestre. Durante este periodo, las probabilidades de una corrección cambiaria aumentarían significativamente, llevando a efectos alcistas (transitorios) en los precios y a una caída de la actividad económica.