La desaceleración de la inflación en los últimos tres meses, desde el pico del 25,5% en diciembre, es destacable. Cada uno de los datos mensuales ha sorprendido favorablemente, registrando cifras casi dos puntos porcentuales (p.p.) por debajo de las expectativas del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA previo a cada publicación. El dato de marzo, con un 11%, estuvo no solo por debajo del 12,5% proyectado por el REM sino también 4 p.p. inferior a las previsiones de inicio de diciembre. Además, la inflación núcleo disminuyó al 9,4%, marcando el registro más bajo desde noviembre del año pasado y rompiendo la barrera del 10%. Así, el primer trimestre de este año concluyó con una inflación mensual promedio del 15%, frente al 15,5% del cuarto trimestre de 2023 y significativamente menor al 20% anticipado a comienzos de año.
Los datos de inflación sorprendentemente bajos en 2024 pueden atribuirse a dos factores clave que serán cruciales en los próximos meses y para el resto del año. Primero, nunca se anticipó que una inflación promedio del 15% m/m se acompañaría de una devaluación constante del 2% m/m. Más bien, se esperaba que la devaluación escalara gradualmente hacia niveles más cercanos a los de la inflación para mitigar, a mediano plazo, la incertidumbre en el tipo de cambio que podría derivar en fugas de capitales, como ha ocurrido en recesiones anteriores. Segundo, tanto el ajuste monetario como la profundidad de la recesión superaron las expectativas previas, lo que ha llevado a una desaceleración más rápida.
Sin embargo, la inflación continúa en valores mensuales considerablemente altos –casi un 350% anualizado marzo–, significativamente por encima de la región y el mundo. Además, el ritmo de desaceleración está disminuyendo; tras una reducción de más de 7 p.p. entre enero y febrero, esta se moderó a poco más de 2 puntos entre febrero y marzo. Aunque las comparaciones son complicadas debido al contexto y las políticas económicas específicas, es importante recordar que durante la implementación de la convertibilidad, el último pico inflacionario en febrero de 1991 registró un aumento al 27% m/m, desde un promedio previo del 7%, y en tres meses la inflación se redujo al 3% m/m. Actualmente, hemos pasado del 25,5% al 11% m/m, y aun excluyendo los ajustes tarifarios, la inflación seguiría siendo alta, lo que explica por qué el tipo de cambio real sigue depreciándose rápidamente.
La inflación de abril, influenciada significativamente por el capítulo de precios regulados, principalmente debido a un fuerte ajuste en las tarifas de gas, probablemente rondará el 9%. Sin embargo, se anticipa una notable reducción en la inflación núcleo. En mayo, con menor impacto de los precios regulados, la tasa inflacionaria podría caer por debajo del 8%. Para junio, se espera que el tipo de cambio comience a ajustarse al alza, tratando de mantenerse a la par con la inflación, lo que mantendría cierta rigidez en los niveles bajos de inflación, cerrando el segundo trimestre con una tasa mensual cerca del 8%.
En este escenario de aceleración del crawling peg, se espera que la inflación descienda de manera más gradual durante el segundo semestre, proyectando cerrar el año alrededor del 6% m/m, lo que equivaldría a una inflación del 185% i.a. —inferior al cierre de 2023 que fue del 211% i.a. Es importante destacar que, bajo este ritmo, el tipo de cambio nominal alcanzaría aproximadamente los 1.350 $/USD en diciembre, representando un aumento del 112% i.a. Esto significaría que, en términos reales, el tipo de cambio se ubicaría en torno a los 800 $/USD de hoy.