El contexto internacional, dadas las oscilaciones favorables observadas en las bolsas y en el mercado de bonos, es positivo con Biden a cargo. La relación dólar frente al euro favorece que los precios de commodities sigan al alza. El crecimiento americano por otra parte es más sólido que el europeo y puede continuar a pesar del déficit de cuenta corriente que es crónico.
China e India siguen a un ritmo de crecimiento elevado y demandan de nuestra región cada vez más productos. El contexto latinoamericano es de crecimiento lento con muchos episodios sociales e institucionales disruptivos como los de Chile del año pasado y del Perú actual. Nuestro país debe aprovechar esta ventana de oportunidad que se ha abierto con el nuevo gobierno americano para sacar partido de una globalización que está hoy condicionada.
El ciclo internacional en algún momento va volver a jugar en contra de la región y de Argentina, ahora es favorable por la liquidez existente y por los precios de materias primas.
La orientación de la economía nacional no cambiará de modo sustantivo en 2021 si sigue la pandemia y puede caer incluso 4 % en ese escenario adverso. Con pandemia más acotada y flexibilización de actividades de bienes y servicios el crecimiento esperado (rebote) es de 6 %. . El enfoque de la política económica seguirá un sendero anti recesión. Sería deseable que a mediano plazo se recuperen los superávits gemelos perdidos, tanto el fiscal como el de cuenta corriente. Estamos ante una economía que pretende crecer en base al consumo en un rebote cíclico, aunque sería conveniente que lo haga más por el empuje de la inversión y de las exportaciones. No se percibe salir rápido de la recesión en el horizonte de mediano plazo. No se esperan grandes ajustes del tipo Rodrigazo de 1975.
Los fundamentals están claramente peor que después del ajuste fiscal y externo realizado por Macri. Una gran amenaza para el próximo año está en el control de la inflación que hoy cierra en casi 37% anual. A este ritmo de los precios no será fácil bajar la inflación a un dígito antes de los próximos cinco años.
Por otra parte, las políticas de control de precios del gobierno actual tienen antecedentes históricos ya que han sido una medida típica de otros gobiernos justicialistas y radicales. Las expectativas de inflación son elevadas en 2021 (50%) y generan efectos perjudiciales al proceso de inversión. Para aplicar control de precios de modo sensato, debería hacerse en todo caso por un lapso corto y en circunstancias de real emergencia.
Muchas de las medidas de control que se aplican son contradictorias pues aumentan los costos de transacción en la economía.
El gobierno se ha comprometido a seguir sosteniendo el dólar oficial comercial a este nivel devaluando de apoco. Lo ideal a futuro es que colabore más en el proceso de subir el tipo de cambio el propio Tesoro, empleando idealmente parte del superávit fiscal primario que sería un buen objetivo a conseguir. El propósito de la administración debería ser mantener un tipo real de cambio más alto.
La orientación hacia un dólar más barato no es deseable en una economía que genera desconfianza según se percibe en los niveles de riesgo país y en el dólar blue. Claramente colabora en el potencial deterioro del tipo real de cambio la inflación que se ha instalado en nuestra economía. Sería deseable una política monetaria más restrictiva para mantener la competitividad cambiaria. El sector externo amenazado hoy por el retraso cambiario ha sido muy dinámico en la postconvertibilidad, pero durante la gestión Macri cayeron las exportaciones.
Las exportaciones sin embargo, han aumentado poco en precio y casi nada en cantidades durante 2020. Se consolidan de a poco las MOI (manufacturas de origen industrial) y son de destacar las exportaciones realizadas desde las pymes, marginales todavía en el total vendido al exterior con 14.000 firmas pymes que exportan. El salto exportador 2002-2020 es importante pero en forma comparada con otros países de la región todavía el monto es de baja magnitud. Las importaciones seguirán cayendo en 2020 por la recesión. Perderá protagonismo el ingreso de bienes de capital lo que es inconveniente para el proceso de inversión.
La elasticidad de importaciones a producto sigue siendo elevada, por eso los controles a mediano plazo a la Moreno pueden retornar si hay reactivación durante el 2021. La caída marcada en las importaciones en2020 se asocia a la recesión. En cuanto a las relaciones internacionales que puedan afectar al comercio exterior no se esperan novedades significativas ni en el ámbito de la OMC ni en el Mercosur. Los países del Pacífico son más activos en este terreno de iniciar acuerdos de integración como hemos visto recientemente.
Las exportaciones alcanzaron en el 2020 los US$ 70.000 millones. Se han diversificado mercados en los últimos años. Brasil sigue siendo un destino importante de las exportaciones pero con menor presencia relativa que a mediados de los 90. El comercio entre Argentina y Brasil suma U$S 15.000 millones aproximadamente al año. Es muy precaria en el largo plazo la iniciativa de creación de una moneda única regional. Este sería el objetivo mayor de la integración, ya que como es sabido en el caso europeo la introducción de la moneda común aceleró el proceso de unificación iniciado a fines de los 50.
Por ahora este tema está muy lejano, máxime con las tensiones ideológicas entre Bolsonaro y Fernández que esperemos se reduzcan.
Los principales indicadores monetario-financieros de la herencia para Alberto Fernández fueron preocupantes. La política inicial de gradualismo y posterior ajuste encaradas por el macrismo dejó una herencia difícil. Se estima que las Reservas internacionales seguirán muy comprometidas y en descenso durante 2021 como consecuencia del atesoramiento de dólares y de la falta de oferta de dólares más genuina. La política cambiaria ideal está cercana a este nivel de devaluación del peso. El nivel de dólar de equilibrio está en torno a 85 pesos y es razonable el valor actual. Pero en un contexto como el vigente, el mercado pide más nivel de dólar y de hecho la gran duda es si habrá una devaluación más brusca. Cuando se ordene y estabilice la economía (esperemos) y se llegue a un estado más normal con mayor retorno de capitales, el tipo de cambio real de equilibrio podría ser inferior. En el futuro, si el gobierno actúa con orientación ortodoxa y amistosa con los mercados en cuanto a la política económica, la tendencia será el ingreso creciente de capitales. La decisión política será entonces de no dejar caer al dólar por la necesidad de sostener la competitividad de la economía tanto en el frente exportador como para la defensa del mercado interno.
El proceso de retorno de capitales, un indicador claro de mayor confianza, influirá en la apreciación del peso y alentará al gobierno a establecer políticas proclives al control de capitales de corto plazo. Estamos todavía lejos de este escenario. Sabemos que los resultados de estos controles son discutibles incluso en el reconocido experimento chileno de los 90 que se suele poner de ejemplo en la región. El nuevo gobierno tiene una intención explícita de mejorar la distribución del ingreso. Algo pretendió en este aspecto el macrismo, pero la situación de partida (herencia) fue muy comprometida y los resultados macro fueron deficientes.
Los aumentos salariales que desea el kirchnerismo aspiran a que la participación de la remuneración del trabajo en el PIB aumente. Esto hoy suena utópico por el ajuste que encara Guzmán. En lo que respecta al frente de los salarios este es muy heterogéneo por sector y además persiste un dualismo marcado entre los sueldos a trabajadores informales en relación a los registrados.
La expansión de la actividad económica ha supuesto una mejora innegable en los indicadores sociales en el período 2003-2011. Aumentó entonces el trabajo formal, tanto en cantidad como en ingresos, si bien el trabajo informal seguía siendo muy alto (40% de la PEA). Los índices de pobreza y desocupación descendieron de modo sustantivo de 2002 a 2009, hoy todavía siguen muy elevados. Si en este frente social no hay resultados, el cuarto mandato K tendrá un reprobado como ocurrió con la gestión de Macri. En definitiva, Alberto Fernández se enfrenta a un panorama de estanflación que hace pensar en un 2021mediocre con alguna chance de revertir el deterioro y donde la negociación de la deuda con el FMI es central para recuperar confianza. No es bueno que el gobierno se divida en esta negociación. Hay que apoyar a Guzmán.