El IPC norteamericano de julio terminó sorprendiendo al cerrar sin variaciones respecto al dato de junio y ubicándose así por debajo de las expectativas de 0,3% m/m y del dato de junio de 1,2% m/m. De esta manera, el índice marcó su mayor desaceleración mensual desde 1973 beneficiado principalmente por la caída del 20% que marcó el precio del petróleo en los últimos dos meses. Esto concluyó en un dato interanual de 8,5%, retrocediendo así respecto al máximo de las últimas cuatro décadas de 9,1% i.a. alcanzado en junio. 

La inflación core, la cual no tiene en cuenta precios energéticos y de alimentos, también dio una buena señal al ubicarse en 0,3% m/m -vs 0,5% m/m de expectativas y 0,7% m/m en junio-. Con este dato logró igualar al dato interanual de junio de 5,9%, ubicándose por debajo del pronóstico del mercado de 6,1%. 

Cabe destacar que mientras que la mayor parte de los componentes del índice terminaron a la baja, alimentos se aceleró. El sector alimenticio registró un alza de 1,1% m/m marcando su séptimo mes consecutivo al alza y por encima del 0,9% m/m. Esto demuestra que la inflación aún se mantiene persistente e intrínseca a la economía norteamericana. 

A pesar de que la FED indicó que son necesarios varios datos a la baja para modificar su plan de política monetaria, este resultado dio un respiro al mercado que disminuyó sus expectativas de suba de tasas para los próximos meses. De esta forma, la economía norteamericana mostró un sólido informe de empleo sumado a una leve caída en la presión inflacionaria, concluyendo así en una fuerte suba de los mercados al cierre de ayer.