Una vez que las primeras vacunas contra el coronavirus fueron aprobadas, se inició una rotación de carteras hacia el llamado reflation trade, que se encuentra en plena vigencia.
El mismo abarca apuestas por todas las consecuencias que tiene, en el mercado financiero, una economía repuntando desde valores deprimidos y con estímulos aún presentes: acciones de sectores cíclicos recuperando terreno, inflación despertándose y tasas de interés consecuentemente presionadas al alza.
El mercado de renta variable fue el primero en reaccionar. Desde noviembre las empresas energéticas (XLE), financieras (XLF) e industriales (XLI) subieron entre 30% y 84% mientras que el S&P 500 recuperó 18% y el Nasdaq, dominado por tecnológicas, subió “solo” 13%.
Las tasas de interés vienen reaccionando de manera más progresiva, aunque con igual tendencia.
Los Treasuries a 10 años rendían 1,9% anual a fines de 2019, comprimieron hasta rendir 0,55% en la mitad del año 2020 a medida que la FED bajaba tasas e inyectaba liquidez en un contexto de riesgo deflacionario y, desde la llegada de vacunas, estímulos fiscales siderales y datos alentadores de actividad, vienen subiendo hasta aproximarse al 1,7% anual de rendimiento.
Junto con ello, el mercado viene ajustando al alza sus proyecciones de inflación. En este sentido, la inflación implícita entre Treasuries y TIPS a 10 años pasó de descontar un incremento de 0,5% anual en marzo de 2020 hasta valores que superan el 2,3% anual en la actualidad.
Esta inflación descontada por el mercado podría ser exagerada y no materializarse. Entre 2010 y 2013, las sucesivas rondas de estímulo monetario posteriores a la crisis Subprime llevaron al mercado a descontar una inflación superior al 2,5% anual para los siguientes 10 años. Sin embargo, la inflación promedió es de 1,7% anual desde entonces.
De momento, en el primer bimestre del año 2021 la inflación núcleo continúa sin reaccionar, creciendo al 0,1% mensual. Más allá de esto, resulta importante guardar cautela, ya que aún no entraron en escena los efectos del último paquete fiscal aprobado por la administración Biden, que totaliza USD 1,9 trillones de dólares.
La suba de tasas naturalmente afecta más a los bonos con mayor plazo al vencimiento. Ante la suba de rendimientos de los últimos 5 meses, los fondos que invierten en Treasuries con más de 20 años al vencimiento (TLT) perdieron -16% mientras que los fondos de Treasuries cortos (1 a 3 años al vencimiento) se mantuvieron inmunes a las mayores tasas.
El contexto invita a tomar riesgos a través de acciones, principalmente aquellas ligadas a sectores cíclicos, que aún mantienen camino por recorrer hasta cerrar su rezago contra el mercado general.
Por otro lado, los instrumentos de renta fija deberían direccionarse a su habitual función de resguardo, apostando por títulos de baja duration. Hasta tanto no veamos tasas estables en un nuevo equilibrio, no sería prudente mantener exposición excesiva en títulos largos.