A lo largo de 2020 el nivel de actividad tuvo dos períodos muy claros. El primero fue hasta mayo, en el que se combinó el arrastre de la recesión del año pasado con el derrumbe de la actividad, producto de la estricta cuarentena que decretó el gobierno nacional. Así, en los primeros 4 meses del año la actividad económica marcó una caída de 26%, la más fuerte de la historia.

A partir de la apertura gradual de las actividades, en mayo y junio la actividad rebotó y recuperó 18% y a partir de julio y hasta octubre –último dato disponible– la actividad encontró una “velocidad crucero” del 2% mensual, lo que le permitió seguir recuperando el terreno perdido.

Pese a esta mejora, el nivel de actividad a octubre de este año aún se ubica 7.4% por debajo de un año atrás y en lo que va del año acumula una caída del 11.3%. A medida que nos alejamos del “piso” y sin nuevas restricciones, la caída del nivel de actividad será cada vez menor. Detrás de esto está el “arrastre estadístico” que deja el 2020 dado que suponiendo que hasta diciembre del año que viene la actividad se mantiene en el nivel actual, el crecimiento de 2021 sería de 4.7% i.a. dado que comprara el promedio de actividad del año que viene con el de este año. Claro que si en noviembre y diciembre la actividad sigue en alza, el “arrastre” será mayor.

La buena noticia de una actividad que se recupera contrasta con una fuerte caída de exportaciones y un importante salto en las importaciones. De hecho, mientras que en el primer semestre las exportaciones cayeron 10% i.a. y las importaciones 23% i.a., en el segundo semestre las ventas externas marcan una caída del 18% i.a. mientras que las compras caen sólo 6%.

Esta dinámica se acelera en el margen dado que en noviembre las exportaciones cayeron 26% i.a. las importaciones crecieron 21% i.a. Con esta performance, el excedente comercial se achicó notablemente al pasar de poco más de USD1.300 M en los primeros 8 meses a apenas USD200 M en noviembre último. Más allá de que juega una base de comparación anómala –dado el contexto del año pasado-, la dinámica de mayor dinamismo de las importaciones por sobre las exportaciones es claro y preocupante.  En un contexto de estricto control de cambios, el resultado de la balanza comercial será lo que libere o presione a las reservas internacionales y la brecha.

De cara al 2021, si bien el repunte de la actividad global y de los precios internacionales son un buen augurio para las exportaciones –aunque amenazada por la sequía y la persistente pérdida de mercado de argentina– la variable a seguir será la dinámica que puedan tomar las importaciones. Claro que este escenario no está libre de riesgo pues el Covid-19 sigue generando inestabilidad al aumentar el número de casos y, no es improbable que Argentina padezca una segunda ola de contagios. Habrá que ver el impacto que pueda tener la vacunación y qué estrategia toma el gobierno para  afrontarla.

Si la actividad económica se sigue recuperando, las importaciones –que suelen crecer entre 2 y 3 veces de lo que lo hace la actividad– seguirán superando a las exportaciones y diluyendo el excedente comercial, única fuente de divisas del mercado de cambios. Sin ingresos de capitales por otro concepto, el gobierno estará presionado entre mayor crecimiento o Pax cambiaria.