El intercambio comercial argentino experimenta un desafío por la caída del precio del crudo y otras materias primas que han descendido a mediados de marzo con ocasión del efecto Coronavirus.
El objetivo de incrementar las ventas al exterior tiene como norte asegurar un mayor ingreso de divisas y consolidar el superávit comercial que se había perdido durante muchos años. De acuerdo con las medidas adoptadas, la intención del gobierno parece estar destinada a modificar la estructura económica hacia una economía más intensiva en la producción de bienes transables, en particular en aquellos bienes en los cuales Argentina posee ventajas comparativas a nivel mundial. Las importaciones cayeron en valor por la recesión en los últimos años. El fuerte crecimiento de las importaciones ocurrió en 2017. Sumado al estancamiento de las exportaciones, terminó agravando de manera importante el déficit comercial durante ese año de la gestión de Macri.
El estancamiento de la economía combinado con una potencial apreciación cambiaria y un menor grado de apertura comercial definen el panorama del comercio exterior. Gran parte de la industria nacional no está acostumbrada a competir contra los productos importados. Las restricciones a las importaciones pueden compensar la apreciación cambiaria pero, de aplicarse, son distorsivas.
En cuanto al comportamiento sectorial de las exportaciones se viene observando una mejora del sector agropecuario, aunque esta actividad puede ser afectada por las condiciones climáticas y los precios.
Las importaciones vienen cayendo a un ritmo importante. Del lado de las exportaciones, las principales ramas afectadas por la menor demanda de bienes externos han sido las industrias textil e indumentaria, calzado, alimentos, y bienes de capital, en particular en el segmento PyME.
Se espera que el gobierno adopte medidas de política que podrían revertir parcialmente la tendencia al estancamiento de las exportaciones tales como mejorar la competitividad vía precios (depreciación del tipo de cambio real oficial). A mediano y largo plazo es razonable fomentar la apertura comercial. De manera sostenible sólo será posible mediante la mejora de la competitividad basada en el crecimiento de la productividad, en parte gracias a una mayor inversión.
La tendencia de la balanza comercial es hacia un superávit decreciente. El descenso de las importaciones se explica por el tipo de cambio real, todavía razonable, y por la caída de la actividad económica. También está retrasando las importaciones el componente bienes de capital, maquinarias y equipos vinculados al crecimiento negativo de la inversión.
Para lo que resta del año 2020 y el 2021 se espera que los factores mencionados sigan actuando sobre el intercambio comercial. Esperamos menor apertura comercial, deterioro del tipo de cambio real y crecimiento económico negativo que demandará menos importaciones.
El objetivo del gobierno en materia de comercio exterior es priorizar las exportaciones del sector primario, básicamente Pampa Húmeda y Vaca Muerta. En este contexto, la única forma de quebrar la tendencia observada en el corto plazo pareciera ser cierto aumento del tipo de cambio real con lo cual se pueda contener las importaciones y fomentar aún más las exportaciones.
¿Cuáles son las perspectivas para este segundo semestre y qué oportunidades se abren para el mediano plazo?
Para este año se espera que continúe la tendencia hacia un superávit comercial decreciente que ayude a cerrar el déficit de cuenta corriente. Si esto ocurre, el año finalizaría con un superávit comercial pero supeditado al Coronavirus.
El comercio internacional se está deteriorando por el amesetamiento de las economías centrales. Los precios de los commodities caen e incluso algunos mucho como el caso del crudo. En este contexto, la demanda de productos primarios de China, Estados Unidos y la zona del Euro comenzará a debilitarse fuerte. La salida moderada de la recesión de Brasil es una buena noticia para el comercio exterior argentino, en particular, para la industria automotriz local pero aún insuficiente.
Es muy probable que estemos frente el inicio de un nuevo ciclo de estancamiento económico mundial y Argentina no debería quedar descolocada. La economía argentina es, como se sabe, una economía cerrada en términos comerciales, por lo cual, para sumarse a esta nueva oleada de manera sostenible y evitar la famosa “restricción externa”, será fundamental mejorar la competitividad, no sólo mediante ajuste de precios sino fundamentalmente vía productividad.
Para lograr esto último, se requerirá de una mayor inversión que sólo se hará presente y de manera sostenible en un contexto de estabilidad macroeconómica e institucional.