En Argentina las inversiones sustentables solo representan el 4% del mercado. Aún así, el nuestro es el quinto país de la región en volumen de bonos sostenibles, detrás de Brasil, Chile, México y Colombia.

¿Hay terreno en Argentina para que las colocaciones de bonos verdes crezcan? Para Martín Polo, estratega en jefe de Cohen, “no estamos descolgados del mundo, las cuestiones que en el mundo van avanzando acá van a llegar, quizás un poco más lento”. El peso que los bonos sustentables van ganando en el escenario financiero hace que nadie quiera quedarse afuera de esta tendencia. Mercado Libre, la empresa más grande de Argentina que días atrás logró una capitalización bursátil superior a los US$ 100.000 millones, logró financiamiento a tasas menores al 3% –impensadas para la mayoría de las empresas nacionales y más aún para el propio Estado–. Y lo hizo con una colocación de US$ 400 millones a 2,37% con vencimiento en 2026, que destinará a proyectos ambientales y de inclusión financiera en la región. La compañía de Marcos Galperín vuelca parte de su potencial de innovación hacia la sustentabilidad: desde reducción de desperdicios y reciclado de envases y envoltorios hasta proyectos de biomasa en la Patagonia.

En la misma línea, la semana pasada, la división del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que atiende al sector privado lanzó un plan de bonos verdes y con impacto social para financiar proyectos en Latinoamérica. A los inversores, el BID les va a proporcionar un informe anual sobre el impacto de estos proyectos para lograr “una visión transparente e integrada” sobre los resultados.

“La demanda es altísima”, comentó Eusebio Garre, jefe de financiación de este programa, y explicó que la crisis actual ha incentivado el apetito por estos productos.

El combate contra el COVID-19 también deja terreno para avanzar en la sostenibilidad. La farmacéutica Pfizer emitió un bono sostenible por US$1.250 millones, destinado a reducir su propio impacto ambiental en la fabricación de vacunas y a asegurar el acceso de poblaciones vulnerables a las campañas de vacunación.  

“En un contexto global de tanta liquidez, los bonos verdes ganan participación porque a las empresas de capital intensivo y con financiamiento a largo plazo les interesan estas colocaciones. En favor de que los inversores opten por ellas también influyen las políticas de los gobiernos que quieren potenciar a distintos sectores a los que les dan mayores beneficios. Este sería el caso, por ejemplo, las energías renovables”, marca Polo. En los nueve primeros meses del 2020, las emisiones de bonos sostenibles se situaron en US$ 288.200 millones, un 24% más que en el mismo período de 2019, según datos globales de Moody´s. Tan sólo en 2021 se espera que se emita una deuda de US$ 500.000 millones, casi el doble de lo generado durante más de una década, de acuerdo con el banco sueco SEB.

En Argentina, el avispero también empieza a moverse. En 2020 se emitieron 7 bonos verdes por un valor que superó los $ 10.000 millones. Los datos de la Comisión Nacional de Valores (CNV) muestran que en agosto del año pasado salieron al mercado dos obligaciones negociables configuradas como “bonos verdes” por un total de US$ 3.718 millones, coemitidas por CP Manque y CP los Olivos. Antes de esto se registraron otras cinco emisiones por $ 6.691 millones.

Desde la Comisión Nacional de Valores buscan darle impulso a este tipo de bonos y para ello lanzaron un programa de finanzas sustentables, para explicarles a los inversores en qué consisten estos bonos verdes.

“Es una industria que de a poco va a ir despegando. Muchas veces los ahorristas se vuelcan por estas opciones porque quieren aportar a una causa y le prestan atención a las políticas que lleva adelante la institución financiera con la que trabajan”. En ese sentido, Polo apunta que los sectores que tienen mayor potencial “son los que tienen que ver con energías renovables, autos eléctricos, o con la tecnología 5G”.