A mediados de marzo la Reserva Federal de Estados Unidos inició un ambicioso programa de expansión monetaria para hacer frente al impacto económico del coronavirus. Como resultado, el rendimiento de los Treasuries a 10 años cedió hasta 0,5%.
El bajo rendimiento de estos bonos junto con la profundización de los déficit gemelos de EE.UU. está generando movimientos de capitales que debilitan al dólar internacionalmente. El índice DXY, que mide la fortaleza relativa del dólar, acumula una baja de 9% desde las primeras medidas implementadas por la FED.
La tendencia del dólar a debilitarse aún tiene recorrido por delante. La contención del virus en EE.UU. no está logrando los resultados que se obtuvieron en Japón y Europa, lo cual implica una recuperación más lenta para el país norteamericano y una presión bajista para su moneda respecto del Euro y el Yen.
La contracara de este fenómeno son precios en ascenso para los commodities, entre los cuales el oro gana terreno por su condición adicional como activo de resguardo.
Tras alcanzar recientemente un valor ligeramente superior a los USD 2.000 por onza troy, el metal superó su máximo previo del año 2011.
Los instrumentos más apropiados para captar esta tendencia son el ETF GLD, que replica al precio del oro, y el ETF GDX, que replica un índice de compañías mineras. El precio de ambos activos presenta una correlación elevada.
Para los inversores locales proponemos una cartera de CEDEARs que busca replicar al índice de compañías mineras. La combinación se logra con cuatro CEDEARs ponderados por capitalización, participación en el índice GDX y volumen de operaciones en el mercado local.
Considerando la reducida correlación entre el precio del oro y las acciones, este portfolio resulta especialmente atractivo para diversificar riesgo y reducir volatilidad en carteras que cuenten con equity local y/o internacional.