A la presión inflacionaria, producto de los estímulos monetarios que apuntaban a reactivar la economía, se le sumó el “cisne negro”, que fue la invasión rusa a Ucrania. Ambos hechos sacudieron a todos los mercados bursátiles del mundo y pasaron a encabezar la agenda de los inversores. El conflicto geopolítico impulsó al alza el costo energético, como también el de materiales, lo que encareció fuertemente los costos de producción de las empresas. Paralelamente, la presión inflacionaria – que se vio acrecentada por el conflicto – llevó a que la FED imponga una suba de tasas que afectaría no solo la valuación de las compañías – por una mayor tasa de descuento –, sino que también aumentaría el costo de deuda para las mismas. 

De esta forma, los hechos llevaron a que la mira del año esté puesta en la volatilidad que vienen marcando los principales mercados bursátiles. El índice VIX, que mide las expectativas de volatilidad de los mercados para los próximos 30 días, se utiliza también para analizar los niveles de estrés ante las fluctuaciones de precios. Es decir, un mayor valor de este índice implica que el mercado espera más fluctuaciones en los precios, lo que aumenta el nivel de estrés o temor del mismo. En los últimos cinco años – es decir, con la gran volatilidad que marcó la pandemia – el índice promedio fue de 20,5 puntos, mientras que en lo que va del 2022 marca un promedio de 24,6 puntos. Esto demuestra la gran variación que están sufriendo los mercados, lo que dificulta las estimaciones a la hora de realizar proyecciones futuras.

A su vez, una mayor volatilidad no llevó necesariamente a una suba en los rendimientos. Mientras el índice S&P 500 aún acumula una baja de 6,4% en lo que va del año, el índice Nasdaq muestra un retroceso 14,2% para el mismo período.

Recomendaciones ante este contexto

Este escenario lleva a considerar nuevas recomendaciones de inversión a la hora de buscar cobertura contra esta volatilidad y protegerse de movimientos abruptos en el futuro. Por dicho motivo, seleccionamos una cartera que no solo tiene como objetivo disminuir la volatilidad, sino que también tiene un alto componente defensivo de cara al escenario recesivo que podría en los próximos meses.

Para esto, se seleccionaron distintos Cedears, que son activos de operatoria local que representan participaciones accionarias de distintos índices o compañías financieras. Estos certificados pueden adquirirse en moneda local, y son una interesante inversión a la hora de buscar cobertura devaluatoria frente al dólar CCL.

En la búsqueda por disminuir la fluctuaciones de precios, se obtuvo esta cartera que logró un promedio de 21% de volatilidad para los últimos tres años – vs el SPY, cuyo promedio es 21,9% –. Su composición diversificada logra disminuir el riesgo no sistemático, al tiempo que toma una estrategia más defensiva para sufrir en menor medida la suba de tasas de los próximos meses. A su vez, alcanza rendimientos históricos levemente superiores al SPY, lo que la vuelve una interesante alternativa en vistas a armar una cartera para el contexto actual.