En un país donde el crédito bancario representa apenas el 15% del PBI, las PyMEs enfrentan desafíos estructurales para financiarse: escaso acceso, tasas volátiles y mercados fragmentados. Sin embargo, el crecimiento sostenido del Mercado Argentino de Valores (MAV) ofrece una vía concreta para repensar la estrategia de financiamiento empresarial. 

Cualquier CFO que analice opciones de financiamiento en Argentina se enfrenta con dos grandes problemas: el tamaño limitado del sistema financiero y la asimetría de información entre empresas e inversores. Con un nivel de crédito doméstico al sector privado muy acotado, Argentina tiene uno de los sistemas financieros más pequeños de la región. Las fuentes tradicionales de financiamiento, principalmente bancarias, no alcanzan a cubrir la demanda estructural de capital de trabajo o inversión de largo plazo. Por otro lado, en un mercado donde la liquidez es escasa y el riesgo se percibe como elevado, las PyMEs enfrentan el desafío de “explicarse” ante potenciales financiadores. Esa falta de información estandarizada genera tasas más altas, plazos más cortos y condiciones menos favorables.

Para solventar estas dos barreras, entonces, una PyME puede acceder por medio del mercado argentino de valores a instrumentos no estandarizados que a su vez son digitales, tienen trazabilidad y posibilidad de negociación transparente, según apunta Leandro Fisanotti, director de Desarrollo Corporativo del MAV. Entre estos instrumentos se destacan los cheques de pago diferido, pagarés bursátiles electrónicos y facturas de crédito electrónicas que se presentan como herramientas competitivas para transformar activos comerciales en capital de trabajo.

Si bien hoy representan solo el 1-2% del volumen total negociado, las facturas de crédito electrónicas (FCE) son, probablemente, el instrumento con mayor potencial de crecimiento. Su lógica es simple: cuando una PyME factura a una gran empresa, esa factura puede transformarse automáticamente en un valor negociable, con título ejecutivo y liquidez potencial. Esto abre una oportunidad para monetizar crédito comercial de forma directa en el mercado.

Estrategias para superar los inhibidores del financiamiento

Para muchas PyMEs, financiarse sigue siendo un acto táctico; se busca cubrir una necesidad puntual sin diseñar una política financiera integral. Sin embargo, los instrumentos disponibles en el mercado de capitales permiten diseñar una estrategia de financiamiento con lógica de portafolio, que sea diversificada, flexible, optimizada fiscalmente y alineada al negocio.

El punto de partida es claro: vincularse con agentes especializados, entender las herramientas disponibles y repensar la relación entre flujo operativo, inversión y financiamiento.

De cara al futuro, el proceso de normalización del mercado cambiario y la estabilización de las tasas de interés debería traducirse en un mayor equilibrio entre las tasas en pesos y dólares, acortando la brecha que aún persiste. Este entorno más previsible también favorecería la extensión de los plazos de colocación, permitiendo que las empresas estructuren deuda con horizontes más alineados a sus ciclos de inversión. Al mismo tiempo, se proyecta un crecimiento sostenido del apetito inversor por instrumentos PyME, en la medida en que los vehículos institucionales continúen diversificando sus portafolios y se consolide la trazabilidad de los activos. 

El dinamismo actual del MAV –que creció un 74% interanual a abril de 2025, frente a una inflación estimada del 45%– confirma esta tendencia expansiva. “Ya no somos un mercado alternativo. Representamos entre el 20% y el 30% del financiamiento privado nacional”, subraya Fisanotti.

Se puede escuchar la entrevista completa con Leandro Fisanotti en el podcast de Perspectivas: On-Air mercados y tendencias. Episodio: Mirada de CFO: financiamiento a medida para PyMEs