Con un stock de reservas propias de poco menos de USD4.000 M deberá cuidar el resultado del mercado de cambios y esperar que el gobierno logre algún tipo de acuerdo con el FMI, para evitar pagos de más de USD10.000 M de deuda con organismos internacionales.
Para no repetir situaciones como las del segundo semestre del año pasado, el gobierno apostó a más control de cambios mientras controla la brecha cambiaria interviniendo en el mercado de bonos. El mayor logro fue evitar un salto discreto del tipo de cambio nominal y estabilizar las reservas internacionales tras 9 meses de pérdidas. El fuerte incremento de los precios de las materias primas mejoraron las perspectivas de la liquidación del agro –aunque amenazada por la sequía- pero lejos está de resolver el problema de que con mayor restricción financiera, la oferta de divisas siempre estará reticente mientras la demanda estará presionada al alza. Ganar tiempo sin una estrategia de equilibrio macroeconómico de fondo no es señal para que Argentina mejore sus perspectivas de mediano y largo plazo.
Con viento a favor
En materia financiera el 2021 arrancó con todo. Pese a los rebrotes de casos de COVID en todo el mundo y, en América Latina en particular, los mercados siguen con su racha alcista. Esto se debe a la confianza en el poder de la vacuna, de los planes de estímulo fiscal en EEUU tras la Blue Wave y la incondicional ayuda de la FED como garante de liquidez y de control inflacionario. Si bien en la última semana se notó cierta caída en los rendimientos de los bonos –por caso la tasa de los bonos del tesoro americano superaron el 1% por primera vez desde mayo- el mercado ya descuenta una recuperación fuerte de la economía global y desoye las amenazas inflacionarias, de insostenibilidad fiscal y del enorme peso de la deuda pública en la mayoría de los países.
Sin opacar el viento externo favorable, pero sí para seguir de cerca, es la dinámica de Brasil en el que la demora de las reformas y la tensión entre Bolsonaro y los empresarios presionaron sobre el real brasileño que, a contramano de las monedas emergentes, se devaluó 5% en lo que va del año (9% en los últimos 30 días).
¿Fin del veranito cambiario?
Como mostramos en los últimos informes, diciembre fue un muy buen mes para el BCRA: pasó de vendedor neto de divisas a comprar más de USD600 M y esto le permitió que las reservas internacionales terminen 2020 en alza dado que a esto se sumó la recuperación de los depósitos en moneda extranjera del sector público y del sector privado. Estimamos que la reversión en el resultado cambiario se apoyó en la menor demanda de divisas para pago de deuda, menor demanda de dólar ahorro y algo menos por pagos de importaciones. Fueron efectos que parecen más de corto plazo y presionados por el propio control de cambios del BCRA. La salud de las cuentas externas sigue siendo frágil considerando el mal desempeño de las exportaciones dado que la caída en las cantidades supera con creces la mejora en los precios. Con este marco de fondo, enero ya da señales de fatiga en la recuperación: en la primera semana las reservas internacionales subieron USD48 M y el BCRA compró apenas USD50 M, muy por debajo a los más de USD200 M que había comprado la semana previa.
Aceleró el ritmo de devaluación
Tras cerrar diciembre de 2020 con una suba de 52% anualizada (3.5% mensual), en la primera semana del año arrancó con un alza en la cotización oficial del 58% anualizado. El mayor dinamismo del tipo de cambio oficial se explica por la aceleración que viene mostrando la inflación (diciembre se habría ubicado en 3.8%) con lo cual, el BCRA estaría siguiendo su política de evitar que el tipo de cambio le pierda pisada a la inflación. Considerando que para el primer trimestre la inflación tendrá un alza promedio en torno al 60% anualizado (4% mensual), nuestra perspectiva es que el tipo de cambio oficial acompañe este movimiento. Mientras el BCRA no mueve las tasas de interés en pesos, y con señales poco alentadoras en materia fiscal, las cotizaciones en el mercado paralelo siguieron en alza, pese a la partición activa del sector público en el mercado de bonos: el CCL subió 2.1% y el MEP lo hizo al 2.3% por lo que la brecha con el tipo de cambio oficial volvió a superar el 70%. El tipo de cambio informal bajó $7 cerrando la semana en $160 llevando la brecha al 89%.