Una política monetaria muy contractiva representaría una abrupta suba de tasas. Para esto, las tasas cortas de la FED deberían ubicarse cercanas al 3,5% a fin de año –tal como sugirió el presidente de la Reserva de St. Louis James Bullard–, y no al 2,5%, como se espera hoy en día. Adicionalmente, deberá avanzar con firmeza con el Quantitative Tapering (absorción monetaria), no solo con los ya anunciados USD 95,000 M a partir de mayo, sino sorprender con un monto incluso mayor. Recordemos que el balance hoy en día alcanza los USD 9 billones de dólares, desde los USD 4 billones anteriores a la crisis del COVID-19.
En este sentido, hay algunas noticias que podrían volcar a Jerome Powell nuevamente hacia un camino más acomodaticio. El último resultado de inflación de marzo marcó que, si bien se mantiene elevada, hay rubros que muestran cierta normalización. En el tercer mes del año la inflación general de EE.UU estuvo alta y en línea con lo esperado (1,2% m/m), aunque la inflación núcleo sorprendió a la baja (0,3%, frente al 0,5% esperado). La principal explicación de la baja de la inflación núcleo tiene que ver con rubros que habían subido en gran medida como consecuencia de los cuellos de botella en las cadenas de producción y, ahora, están presentando bajas considerables, al normalizarse la provisión de insumos. Este es el caso de vehículos usados, que en marzo mostraron una caída de 3,8%, luego de haber subido más de 40% en 2021. En línea con los autos usados, los nuevos presentaron una suba de 0,2% mensual, frente al 1% mensual promedio que se observó el año pasado.
Por otra parte, hay indicadores que ya marcan cierta desaceleración de la economía. La FED comenzó recientemente con su política monetaria más contractiva, y el efecto de la misma va a demorar varios meses en reflejarse. Aún así, ya se registran caídas en diversos indicadores, como la confianza al consumidor que, según la universidad de Michigan, se ubicó en febrero en 62,8, frente al 67,2 del mes pasado o el 76,8 del mismo período del año 2021, afectada por la inflación y la reciente suba de tasas. Las tasas de interés de créditos, por su parte, continúan al alza, donde se destacan las de hipotecas a 30 años, que subieron al 5%, frente al 3% de un año atrás, siendo el registro más alto desde 2010.
Por otro lado, la disminución de programas fiscales por el COVID-19 por parte del gobierno está disminuyendo el impulso fiscal en la economía. El Hutchins Center Fiscal Impact Measure espera que esto tenga un impacto negativo en el 2022, del -2,7% en promedio, desde el 0% del 2021 o el +3,5% del 2020. El Nowcast del PBI de la FED de Atlanta muestra un crecimiento de solo 1,1% anualizado para el primer trimestre, desde el 6,9% del trimestre pasado.
A esto se suma que las expectativas de inflación de largo plazo se mantienen relativamente ancladas. Que a futuro los distintos actores de la economía –consumidores, empleados, empresarios, locatarios, locadores, etc– piensen que la inflación va a volver al rango que busca la FED hace más fácil que, eventualmente, converja al mismo rango, ya que los contratos o acuerdos a futuro se fijan contemplando que la inflación bajará. En este sentido, las expectativas de inflación medidas en bonos del Tesoro –en forward a 10 - 5 años– se encuentran en 2,5%. En un horizonte más corto, las expectativas de inflación de los consumidores a tres años relevadas por la FED de NY se ubicaron en 3,7% en marzo, frente al 3,8% del mes pasado.
A su vez, hay cierta desaceleración económica global. La economía China está encontrando un año difícil, debido a los cierres por el coronavirus y un sector inmobiliario que muestra debilidades. Si bien es factible que tenga una rápida recuperación, resulta poco probable que el sector inmobiliario haga lo propio. Las actividades relacionadas a este sector, como porcentaje del PBI, son cercanas a un 30% en la economía asiática, mientras que en EE.UU o el Reino Unido son menores al 20%. Con las crisis de distintas compañías inmobiliarias –como Evergrande–, sin rescates del sector público y un sector sobredimensionado, es difícil imaginarse una rápida recuperación. Pero no es únicamente China; India tampoco está mucho mejor. Recientemente, el Banco Mundial recortó la proyección de crecimiento para este año, desde el 8,7% al 8%, por los altos precios de combustibles y alimentos.
En este sentido, una demanda global más débil ayuda a que los commodities energéticos no sigan escalando. Si los precios se estabilizan, incluso en los registros actuales, el IPC tendrá menos presión de rubros energéticos. El petróleo brent subió un 76% en un año, y el precio de la gasolina ascendió en el IPC de EE.UU un 48% en marzo, explicando 1,7% del 8,5% del IPC general. Las probabilidades de que se vuelva a observar un salto abrupto en el precio del petróleo, seguido del salto del año pasado –con cierta desaceleración global–, no son tan altas.
En línea con expectativas de cierta moderación en la inflación y el anuncio del programa de retiro de bonos del tesoro, se observó una desinversión de la curva del Tesoro. El spread entre la tasa de dos años y la de diez años, que se ubicaba en negativo, desde principios de abril al día 14 del mismo mes se encontraba +0,4%. La desinversión se observa ya que la tasa de 2 años se mantuvo relativamente estable, mientras que la de diez años se pasó de 2,5% a 2,8%. Las largas se ven presionadas por el anuncio de Powell, que comenzará con el retiro del programa cuantitativo en USD 95 mil millones desde mayo. Adicionalmente, recordemos que el anterior programa de reducción fue interrumpido en septiembre de 2019 por presiones de bajo crecimiento e inflación, incluso antes de la crisis del COVID-19.
El endurecimiento (tightening) de la FED va a continuar, pero la debilidad actual de la economía probablemente ayude a que también se enfríe la inflación y, en consecuencia, que no resulte en un fuerte ciclo de suba de tasas de la política monetaria. Esto es relevante, ya que los aumentos de tasas de la FED no solo enfrían la economía americana, sino también la economía global, mediante flujos de carteras de distintos instrumentos que se posicionan en los activos considerados los más seguros del mundo, los bonos del tesoro americano, que presentan rendimientos atractivos y se alejan de los más riesgosos, como lo son: commodities, bonos emergentes, bonos corporativos, acciones Growth, entre otros. Adicionalmente, ante este escenario, los riesgos de crisis cambiarias, financieras, bancarias y default de gobiernos a nivel global aumentan considerablemente. Por ende, un contexto de suba paulatina de tasas no solo es importante para la economía americana, sino también para transitar un mundo pospandemia sin grandes sobresaltos globales.
Oportunidades de inversión
Un escenario de suba de tasas gradual, con inflación disminuyendo paulatinamente, no será un camino de rosas, ya que incluso en el mejor de los casos el crecimiento no será fuerte. En tal sentido, los sectores defensivos son los más recomendables. Es así como los materials o empresas vinculadas a la producción de commodities probablemente continúen con un buen desempeño. Adicionalmente, las áreas de servicios públicos, consumo defensivo y salud pueden desempeñarse relativamente bien en un escenario recesivo.
Por otro lado, en caso de creer que un escenario de suba abrupta de tasas es inevitable, hay activos que pueden resultar atractivos. Particularmente, las empresas sin ingresos con potencial de crecimiento a largo plazo se verán muy complicadas, ya que con tasas de interés reales positivas el flujo de fondos descontados las dejaría en una mala posición. El ETF inverso de ARK, el Tuttle Capital Short Innovation (SARK), acumula una suba de 11% mensual y de 71% desde su lanzamiento en noviembre. Adicionalmente, también se puede invertir en el inverso de pequeñas empresas que presentan menos oportunidades para conseguir financiamiento: Direxion Daily Small Cap Bear 3X (TZA) presenta un resultado positivo de 12% en el mes.