Luego de estímulos monetarios y fiscales récord para salir de la pandemia, se observan señales de recalentamiento en la economía a nivel global que, junto a los persistentes problemas de oferta, llevan a que en el presente año el crecimiento económico sea escaso. En el siguiente artículos repasaremos las alternativas de inversión propias de este escenario.

La inflación global se mantiene muy elevada. En la Eurozona, la inflación alcanza su mayor registro histórico. El dato preliminar de mayo es de 8.1% a/a, mientras que el índice que excluye la energía y la comida alcanzó el 4,4% a/a. En EE.UU, el PCE de inflación de abril alcanzó el 6,3% a/a, cómodamente arriba del 2% que apunta la FED. Estos registros se observan mientras los mercados laborales marcan tasas de desempleo muy bajas y creación de empleo sostenida, señalando un posible recalentamiento de la economía. Dicho escenario hace poco probable ver una política monetaria más expansiva de los Bancos Centrales, al menos en el corto plazo. 

La invasión de Rusia a Ucrania no ayudó para nada a esta complicada situación. Rusia y Ucrania son responsables del 24% de las exportaciones globales de gas, 11% de petróleo, 28% de Nickel, 25% de trigo y 54% de aceite de girasol (entre otros). Con sanciones, además de los problemas logísticos y de producción que genera la guerra, ambas economías se ven muy complicadas en estos momentos. En ese sentido, el stock de petróleo de los países de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) está en el menor nivel desde 2005. Actualmente, el petróleo Brent cotiza a 120 dólares el barril, con una suba de 67% a/a. Adicionalmente, hasta ahora, los precios no han escalado más, en gran parte, gracias a las cuarentenas de China por su política de “COVID cero”, que afectaron fuertemente a su economía, aunque hoy se están levantando. Según la IEA (Agencia Internacional de la Energía), si la demanda china se recupera, el mercado va a tener grandes problemas. 

Por su parte, excluyendo la pandemia, China apunta a crecer a su registro más bajo en al menos 30 años. Que el mundo desarrollado crezca poco no es noticia, lo raro es que China crezca a tasas por debajo del 5% luego de haber crecido al 7,3% promedio en la década anterior. La política “COVID cero” llevó a una cuarentena de más de 20 millones de personas, siendo incluso mayor a la del 2020. Esta política ocasionó paradas de plantas de varias firmas y una fuerte caída en los servicios. A esto se le suma su crisis inmobiliaria, que fue su gran motor luego de la crisis del 2009 para apuntar a crecer en el sector interno. Este sector hoy parece sobredimensionado, explicando casi el 30% del PBI, frente al 20% en el Reino Unido o el 17% en EE.UU. Actualmente, las proyecciones de Bloomberg apuntan a que este año la economía crecerá al 4,4%, mostrando una importante baja en las estimaciones desde septiembre del año pasado, cuando se esperaba que crezca 5,5%.

El bajo crecimiento de China llegó para quedarse. Es bastante probable que la economía asiática se recupere en breve de su política “COVID cero” debido a presiones internas para relajar estas medidas, pero difícilmente el sector inmobiliario pueda recuperarse rápido. Por otro lado, las exportaciones son un sector que ya le puede aportar poco al crecimiento, ya que el mundo va quedando chico para China. A esto se le suman las presiones para producir cerca de los centros de consumo post-COVID y depender menos de los productos chinos, y se agrega también el mayor control económico que busca el mandatario Xi Jinping, que no es de lo más favorable para la innovación y el crecimiento económico.

En este escenario, la ya elevada deuda privada dificulta la transición hacia una economía en la que el consumo privado traccione sin provocar nuevas crisis (como la inmobiliaria). La deuda del sector privado no financiero ya alcanza el 280% del PBI, niveles cercanos a los de la Eurozona y EE.UU. Además, hay que mencionar que existe un sector público con un déficit fiscal grande (8% del PBI) y una deuda pública que creció desde el 20% del PBI a principios de la década al 70% actual. En definitiva, es probable que tengamos que acostumbrarnos a una China creciendo por debajo del 5% de ahora en adelante.

En EE.UU y Europa, las proyecciones apuntan al mismo sendero. Con una inflación elevada – que deteriora ingresos reales –, tasas de interés altas y los efectos de la guerra de Ucrania presionando a los precios, es difícil imaginarse que el crecimiento económico pueda ser fuerte. En este sentido, se observan caídas en las proyecciones de crecimiento. En el caso de EE.UU, se esperaba 4,3% en septiembre del año pasado y ahora se espera 2,6%, mientras que para para Europa se espera 2,6% (vs 4,4% en aquel entonces). En el mejor de los casos, probablemente crezcan poco este año.

Oportunidades de inversión

En un mundo con poco crecimiento, las posiciones defensivas son recomendadas. Sectores poco sensibles a la caída del ingreso pese a la crisis pueden ser un buen refugio, como el de servicios públicos (con el ETF XLU) y salud (XLV), que en lo que va del año exhiben rendimiento de +3,7% y -7,8% respectivamente, frente a -14% del S&P 500.

Por otro lado, para perfiles más conservadores y de largo plazo, ya se observan tasas de interés en ciertos bonos que son atractivas: este es el caso de los bonos Investment Grade, con el ETF (LQD). Estos fondos recientemente han presentado caídas importantes por la suba de tasas. Sin embargo, en un escenario en el que la FED no acentúa su política monetaria contractiva, estos bonos pueden mostrar retornos importantes, debido a que las tasas que se observan actualmente ya están cercanas a niveles históricos. El índice ICE del Bofa (rendimiento de bonos Investment Grade de referencia) marca rendimientos del 3,2%, mientras que antes de la pandemia se ubicaban en 2,5%. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en el anterior programa de retiro de estímulos (2018) alcanzaron rendimientos de hasta 3,7%, por lo cual, si bien ya muestran rendimientos atractivos, puede que todavía no hayan encontrado piso.

Para los perfiles más agresivos y cortoplacistas, pueden optar por una caída del consumo privado. El ETF ProShares UltraShort Consumer Goods (SZK) apuesta a caídas de acciones relacionadas al consumo discrecional. En lo que va del año acumula un rendimiento positivo del 29%. Sin embargo, hay que considerar que son activos muy volátiles, por lo que no es recomendable destinar una porción considerable de la cartera.