Los bancos privados tienen un 49% de su tenencia en pesos en títulos públicos, Leliqs y pases pasivos (239% sobre el patrimonio neto), cifra que contrasta con un 42% y 30% que poseían en 2020 y 2019, respectivamente. En contraposición, los créditos al sector privado representan el 32% de la cartera, contra un 36% y 44% que poseían en 2020 y 2019. Ese desvío a favor de los activos públicos en las carteras de los bancos genera una fuerte dependencia del BCRA y del Tesoro Nacional, condicionando la rentabilidad del sistema a decisiones políticas.

Uno de los principales inconvenientes de la rentabilidad es la diferencia entre tasa activa y pasiva que tiene el sector. Bajo el actual contexto inflacionario, el BCRA viene manteniendo la tasa de las Leliqs en 38% TNA desde marzo de 2020, mientras que la tasa de pases pasivos se encuentra en 36,5% desde noviembre de 2020. A su vez, el Banco Central sostiene la tasa de plazo fijos menores a $1 M en 37% TNA hace más de un año. Esto no sólo presiona al alza la tasa de plazos fijos de mayores montos, sino que también genera un desequilibrio en el spread de tasas de las entidades. 

¿Entonces cuál es el negocio? El mayor rendimiento hoy de los bancos está en los préstamos no regulados al sector privado -que representan un porcentaje cada vez menor de su cartera- y en las cuentas a la vista por las cuales los bancos no remuneran al cliente (cuenta corrientes y cajas de ahorro). En septiembre de 2021 estas cuentas representaron el 36% del fondeo en pesos (tanto propio como de terceros). Cabe destacar que la demanda de préstamos al sector privado se encuentra actualmente en un nivel muy bajo. Las tasas de los préstamos personales se ofrecen a una tasa promedio del 51,6% TNA y, a pesar de que esta se fue disminuyendo para poder ampliar la oferta, aún se encuentra en niveles mucho menores a los esperados. Esto no permite a los bancos aumentar el apalancamiento para así mejorar la rentabilidad, ya que hoy el activo representa sólo 4,9 veces el patrimonio neto -cuando en otros años era casi el doble -. 

A esta problemática se le suma la imposibilidad de pagar dividendos que tienen los bancos desde el 2020, lo que permitiría una utilización más óptima del capital. Otra posibilidad para los bancos sería suscribir bonos del tesoro (9,5% de sus tenencias en pesos) o bonos ajustables por CER. Sin embargo, dichas opciones, a priori más rentables, no están exentas de riesgo.

Mirando la rentabilidad consolidada que informa el BCRA, es posible ver que el margen financiero de los bancos privados aumenta levemente debido a la mayor cantidad de depósitos y colocaciones en términos reales. Por otro lado, los cargos de incobrabilidad disminuyen por las menores previsiones realizadas en comparación a un año atípico como el 2020, mientras que los gastos administrativos caen por menor cantidad de personal. Con estos datos es posible ver que el resultado monetario -producto de mayores niveles de inflación- es lo que realmente presiona la rentabilidad de corto plazo de los bancos y la lleva a niveles menores en comparación a otros años. El resultado monetario castiga la exposición monetaria que tienen los bancos por la inflación en dicho periodo, por lo que con tasas nominales que no se modifican de forma significativa, la mayor inflación repercute negativamente en la rentabilidad de los bancos.


Es posible visualizar el mismo resultado cuando cruzamos la rentabilidad real de los bancos con el nivel de inflación mensual. La rentabilidad real de los bancos se elevó a partir del mes de mayo, cuando la inflación cedió del 4,1% en los primeros 4 meses del año al 3% entre mayo y agosto. La aceleración de la inflación en septiembre, que ascendió al 3,5%, volvió a golpear la rentabilidad, que cayó a $6.380 M.


El año 2020 terminó con una inflación del 36% en base al IPC del INDEC. Sin embargo, la mediana del REM apunta a una inflación del 51% y 52% para 2021 y 2022 respectivamente, por lo que con inflación alcista y tasas estables la rentabilidad del sistema no tiene margen para mejorar. Será importante también monitorear lo que suceda con las tasas subsidiadas que se les obliga a financiar a los bancos, la tasa del BCRA (Leliq y pase) y la tasa que los bancos tienen que pagar por los plazos fijos menores al millón de pesos. 

Hoy el promedio de los bancos cotizan a 13,6 veces los beneficios de los balances entre octubre de 2020 y septiembre de 2021. Si aplicáramos la inversa al índice anterior -que es el earning yield-, podríamos establecer una rentabilidad real del 7,3% al año, una cifra baja en relación a bonos largos, como el PARP, que rinde 9,4% en términos reales. Consideramos que comprar bancos hoy es una expectativa a la normalización de la economía, tasas reales positivas y una participación mayor de la intermediación financiera en la economía. Son varios los drivers positivos que podrían recibir los bancos aunque, a pesar de esto, la dinámica no es positiva y los riesgos son elevados, por lo que preferimos esperar un momento más adecuado para tomar posición en el sector bancario local.

Para el que quisiera tener exposición a bancos,  preferimos los más rentables -con mejor ROE-, como lo son el Grupo Financiero Galicia y Banco Macro, con el 14,2% y 10,1% respectivamente, contra una media de los bancos privados del 7% en el acumulado anual hasta septiembre. El Grupo Financiero Galicia, además de la buena rentabilidad de su banco -cuya presencia en el sector privado es muy importante-, tiene además una empresa más rentable y menos regulada como Naranja X, que viene creciendo al ritmo del 36% anual en activos. Por el lado de Banco Macro, cabe destacar que, sumado a lo ya comentado, es una de las entidades con menor apalancamiento del sector, lo que implica que cuenta con más potencial para crecer o repartir dividendos.

Para aprovechar el contexto local, recomendamos leer nuestra nota sobre Pampa Energía, ya que vemos al sector energético en un momento alcista y con grandes proyecciones de crecimiento.