Las señales de desaceleración económica son cada vez más evidentes, pero por ahora la recesión es un escenario lejano. Si bien la creación de empleos no agrícolas perdió impulso, también mermó el poder de compra de los salarios, lo que le da soporte al consumo, principal componente del PBI. El mercado, que viene fallando en su interpretación de recesión desde el año pasado, parece estar cada vez más convencido de que se avecinan tiempos de menor actividad por lo que descuenta recortes de tasas de interés más agresivos. Para Powell, luego de dos años de ajuste, llegó el momento de modificar la tasa y la Fed deberá decidir la semana que viene la dosis que aplica. Mientras tanto los inversores rotan cartera: apagado el motor de las tecnológicas, las acciones profundizan la caída mientras que la renta fija se recupera ante la expectativa de un ciclo de tasas de interés más bajas. De hecho, los rendimientos de los bonos del Tesoro volvieron a caer, especialmente el tramo corto anulando el spread entre tasas cortas y largas. En este contexto, el dólar se debilitó pero contrario a lo que suele ocurrir en estos escenarios, los commodities continuaron en baja, especialmente el petróleo que tuvo un marcado retroceso. Las miradas de esta semana se centrarán en los datos de inflación de agosto de los cuales se espera que mantengan el ritmo de julio y confirmarían el canal de convergencia hacia el objetivo de la política monetaria.
Moderación no es recesión. Luego de las declaraciones de Powell al cierre del simposio de Jackson Hole que alertaba sobre el debilitamiento de la economía americana, las miradas de los inversores pasaron a concentrarse más en los indicadores de actividad que en los de precios, dado que de estos últimos no se esperan novedades puesto que la inflación está encaminada al objetivo de la política monetaria. Como lo hemos remarcado en informes anteriores, los indicadores son mixtos, pero al final lo que cuenta es la evolución del PBI y este sigue sorprendiendo por su resiliencia: en el 2Q24 aceleró el crecimiento al 3% t/t anualizado y se espera que en el 3Q24 repita la buena performance con un alza de 2,2% t/t anualizada –de acuerdo a la última estimación del Nowcast de Atlanta–. Con este contexto, los datos de empleo de agosto se esperaban con ansiedad dado que debían confirmar que el mal dato de julio –se crearon menos de 100 mil puestos de trabajo y la tasa de desocupación subió al 4,3%– era algo transitorio o la confirmación de que la actividad finalmente había perdido impulso. El dato final de agosto trajo noticias que avalan mantener la cautela: aunque el mercado laboral viene perdiendo impulso, la desocupación se mantuvo baja –incluso descendió– pero lo compensa la mejora en los salarios que ganaron impulso, por lo que la masa salarial real –empleo y salarios– continuó creciendo y le da soporte al consumo de las familias, fundamental para que el PBI no decaiga.
Mejoraron el empleo y los salarios y cayó la desocupación. El dato del mercado laboral de agosto, publicado el viernes, reveló que la creación de empleo no agrícola se aceleró de 89.000 en julio a 142.000 –el empleo privado pasó de 74.000 a 118.000– aunque estuvo levemente por debajo de las expectativas, que lo situaban en 160.000. A esto se sumó el aporte de otros 26.000 de empleo agrícola –recordemos que este sector viene de una fuerte caída y fue, junto al aumento de la población económicamente activa, uno de los factores detrás del incremento de la tasa de desocupación del último año, que escaló del 3,6% al 4,3% hasta julio–, suficientes para cubrir el incremento de 120.000 personas en la PEA, permitiendo que disminuya la cantidad de desocupados en 48.000 personas y dejando la tasa de desocupación en 4,2% –vs. 4,3% en julio–. Con este resultado, en los últimos dos meses, el ritmo de creación de empleos fue de 116.000 mensuales, muy por debajo de los 267.000 del 1Q23 y de los 147.000 del 2Q24. Así, en los últimos doce meses, el empleo no agrícola creció 1,5% i.a., lo que marca una desaceleración desde el 2,0% i.a. de hace un año. Por otro lado, los salarios aumentaron 0,4% m/m –superando nuevamente a la inflación, que se estima fue de 0,2% m/m– acelerando respecto a julio y sumando en los últimos doce meses un aumento de 4,1% i.a., que en términos reales equivale a una ganancia de 1,5% i.a. Con empleos y salarios incrementándose al 1,5% i.a., la masa salarial real creció 3,1% i.a., o 5,1% anualizado en agosto.
El mercado “no la ve”. A pesar de las “bondades” que destacamos del dato de empleo, los analistas continúan preocupados por la actividad económica y abogan por un recorte más agresivo de tasas por parte de la Fed, no tanto para la reunión del 18 de septiembre, donde el consenso anticipa una reducción de 25 pb, sino para las subsiguientes, donde aumenta la posibilidad de que el recorte sea de 50 pb. Esta situación continuó influyendo en la disminución de los rendimientos de los bonos del Tesoro, que cerraron en el nivel más bajo de los últimos 15 meses. En la última semana, la UST2Y disminuyó 28 pb y la USDT10Y 20 pb, cerrando la semana en 3,65% y 3,71%, respectivamente, haciendo que el spread sea positivo por primera vez desde junio de 2022. La presión a la baja sobre los rendimientos de los bonos del Tesoro se intensificó en este segundo semestre, especialmente en el tramo corto: mientras que en el primer semestre todos los tramos de la curva aumentaron en casi 50 pb, desde el 30 de junio hasta el 6 de septiembre la UST2Y retrocedió 107 pb, casi el doble de la reducción de la UST10Y que bajó 63 pb.
Se debilitó el dólar pero los commodities siguieron en baja. Mientras se define el rumbo de la política monetaria de EE. UU. y del resto del mundo, el dólar muestra un sendero volátil, aunque con una tendencia a la depreciación tras estar en niveles históricamente elevados. En la última semana, el DXY descendió 0,5%, perdiendo 0,4% frente al euro y 2,6% frente al yen japonés –cerró en USDJPY 142, alejándose de los máximos de 160 de mediados de año y retornando al nivel de principios de año– mientras que contra el real brasileño retrocedió 0,3% hasta USDBRL 5,60. El oro cerró en USD 2.495 la onza, 0,3% por debajo de la semana previa. El resto de los commodities, salvo la soja que, dentro de un muy mal año, logró sostenerse y subir 0,7% hasta USD 363 la tonelada, experimentaron importantes caídas: el cobre perdió 3,1% y el petróleo sufrió otro fuerte derrumbe, registrando una baja del 8% hasta cotizar en USD 67 el barril, el nivel más bajo desde fines de 2021 antes de la invasión rusa a Ucrania.
Buscando refugio. El retroceso de los rendimientos de los bonos del Tesoro benefició a la renta fija que, en el agregado, registró un alza del 1,0%: los bonos del Tesoro y los Investment Grade subieron 1,1% y 1,0%, respectivamente, mientras que los High Yield y los emergentes cayeron 0,2% y 0,3%, respectivamente. Por otro lado, el S&P 500 registró una caída del 4,2%, experimentando una de las peores semanas del año. La mala performance de la renta variable fue generalizada, aunque se destacaron las tecnológicas, lideradas por Nvidia, que sigue sin recuperarse y perdió otro 13%, y las energéticas que bajaron entre 8% y 6%. De hecho, el S&P equiponderado perdió 3,1%, el Dow Jones 2,9% y el Nasdaq 5,8%. Solo compensaron las acciones de los sectores defensivos –consumo, utilities y real estate– que tuvieron bajas marginales. Así las cosas, en el segundo semestre continúa consolidándose una rotación hacia inversiones más seguras: mientras que en el 1S24 los bonos bajaron 2,2%, desde junio acumulan un alza del 4,3%; en tanto que el S&P500, tras ganar 14,5% en la primera mitad del año, desde fines de junio acumula una baja del 0,8%. La rotación se aprecia comparando el Nasdaq que, tras subir 18% en la primera mitad del año, en lo que va del 3Q24 perdió 5,8%; mientras que en el mismo período el Dow Jones ganó 3,8% y 3,2%, respectivamente.
Lo que viene. Las miradas de la semana estarán puestas en los datos de inflación de agosto. Se anticipa que repita la performance de julio y registre un incremento general y de la core de 0,2% m/m y 2,6% i.a., lo que sería el más bajo desde marzo de 2021. Los datos de precios al productor también están en el radar y se esperan que aumenten un 0,2% m/m. Otros datos relevantes incluyen las cifras preliminares sobre la confianza del consumidor de Michigan, los precios de exportación e importación, el índice de optimismo empresarial NFIB y el crédito al consumo.