Nuevamente, fue una semana volátil marcada por la escalada de tensiones en Medio Oriente y los muy buenos datos de empleo en EE. UU. Ante las dudas por el impacto en el mercado energético, el precio del petróleo registró un fuerte aumento, mientras que la solidez del mercado laboral estadounidense fue un golpe letal para las expectativas de un rápido recorte de tasas por parte de la Fed, reinstalando el escenario de "higher for longer". Los rendimientos de los bonos del Tesoro se vieron presionados al alza –la UST10Y volvió al 4%–, afectando a la renta fija, el dólar se apreció frente a todas las monedas y las acciones cerraron estables, apoyadas por las empresas energéticas. La volatilidad sigue siendo la protagonista en estos tiempos de riesgos geopolíticos, y continuará de cara a las elecciones de EE. UU. del próximo mes, con encuestas muy ajustadas. Esta semana las miradas estarán puestas en la inflación de septiembre y, aunque los analistas prevén que continúe el proceso de desinflación, un resultado superior a lo esperado podría ejercer más presión sobre la Fed para que retome la prudencia en los recortes de tasas. También se destaca el inicio de la temporada de balances corporativos del 3Q24.

¿Enfriamiento inconfundible? Una de las frases que más sorprendió en las últimas declaraciones de Jerome Powell fue: “notamos un enfriamiento inconfundible en el mercado laboral”, lo que indicaba que las preocupaciones de la Fed comenzaban a centrarse más en la dinámica del empleo y menos en la inflación, abriendo la puerta a un ciclo de flexibilización de la política monetaria tras dos años de tasas de interés elevadas. La sorpresa fue mayor cuando en la última reunión decidieron recortar la tasa de interés en 50 pb, una magnitud que parecía exagerada para el contexto económico que hemos observado en el último año, donde la actividad mantuvo un buen ritmo de crecimiento, la inflación descendía –aunque con resistencia en los servicios– y la tasa de desocupación seguía baja. El aumento que vimos de 3,6% a 4,3% se debió principalmente al incremento de la PEA y la caída del empleo agrícola, más que a una pérdida de empleos en general. En este marco, los datos del mercado laboral que se publicaron la semana pasada adquirieron mayor relevancia, poniendo en cuestión las palabras de Powell. La sorpresa no tardó en llegar: los datos de septiembre estuvieron muy por encima de las expectativas, mostrando una nueva aceleración en la creación de empleo no agrícola, suficiente para absorber el mayor ingreso de personas al mercado laboral. Esto permitió reducir la tasa de desocupación, mientras que los salarios volvieron a subir por encima de lo previsto. En concreto, en septiembre se crearon 254 mil empleos no agrícolas –110 mil más de lo esperado y casi 100 mil más que en agosto–, impulsados principalmente por el sector de servicios, que generó 200 mil nuevos puestos, el doble de lo registrado en los tres meses previos. Además, se sumaron 176 mil empleos agrícolas, lo que resultó en un aumento total de 430 mil empleos, compensando con creces el ingreso de 150 mil personas al mercado laboral. Esto provocó una caída de la tasa de desocupación a 4,1%, reduciéndose por segundo mes consecutivo y quedando apenas 0,3 pb por encima del nivel de un año atrás. A esto se sumó que los salarios aumentaron 0,4% m/m y 4,0% i.a., ligeramente por encima de las expectativas, superando la inflación. Más empleo y mejores salarios reales resultan en un incremento de la masa salarial, proporcionando un buen soporte al consumo de las familias.

Ahora esperan un recorte de 25 pb. Los buenos datos de empleo no fueron un hecho aislado, ya que en la semana también se confirmó el sólido desempeño del sector servicios. El PMI de servicios del ISM de septiembre subió a 54,9 desde 51,5 en agosto, superando ampliamente las expectativas del mercado, que esperaban 51,7, y alcanzando su mejor nivel desde febrero de 2023. Sin embargo, esto fue parcialmente opacado por el débil desempeño de la actividad manufacturera, que se mantuvo en 47,2 en septiembre de 2024, el mismo valor que en agosto, y ligeramente por debajo de las previsiones de 47,5. Con la actividad económica en buen momento, las expectativas de un recorte de tasas de 50 pb por parte de la Fed se vieron seriamente afectadas. Mientras que una semana atrás el mercado estaba dividido entre quienes preveían que la Fed repetiría el recorte de septiembre y quienes anticipaban uno de 25 pb, los últimos datos llevaron a que todos ajustaran sus proyecciones hacia una baja de 25 pb en cada una de las próximas dos reuniones. Esto también presionó al alza los rendimientos de los bonos del Tesoro, con aumentos en todos los tramos, y la UST10Y cerró cerca del 4,0%, su nivel más alto en dos meses.

Se fortalece el dólar. El escenario de "higher for longer" para las tasas en EE. UU. contrasta con el de Europa, donde la inflación sigue bajando, pero la debilidad de la actividad económica ofrece al BCE margen para continuar relajando la política monetaria. En este contexto, el dólar subió 2,1% en la semana, impulsado por un alza de 1,7% frente al euro y de 4,6% frente al yen, que volvió a ser noticia al alcanzar USDJPY 148. Así, el índice DXY se ubicó en 102,5, su nivel más alto desde mediados de agosto. El dólar también se fortaleció frente al real brasileño, que cerró la semana en USDBRL 5,46, un 0,4% por encima de la semana previa. Aunque el oro sigue en niveles históricamente elevados tras el fuerte rally de los últimos dos meses, la última semana registró una baja del 0,2%, alcanzando USD 2.652 la onza.

Disparada del petróleo. Una vez más, la tensión en Medio Oriente se reflejó directamente en el precio del petróleo, que subió un 10% durante la semana –la mayor ganancia semanal de los últimos dos años–, cerrando en USD 74 el barril de WTI. Las preocupaciones aumentaron tras el ataque de misiles lanzado por Irán contra ciudades israelíes y la inmediata respuesta del gobierno de Netanyahu, con el respaldo de Biden, quien amenazó con tomar represalias atacando los campos petroleros, intensificando además las operaciones en Beirut en medio del conflicto con Hezbollah. También contribuyeron al alza los buenos datos de actividad en EE. UU. y el plan de estímulo de China, aunque estos efectos se vieron parcialmente compensados por la capacidad de producción excedente de la OPEP y la estabilidad de los suministros mundiales. Los riesgos geopolíticos interrumpieron el rally que venían mostrando las materias primas, impulsadas por la expectativa de una mayor demanda de China, lo que resultó en una semana con pérdidas generalizadas: el cobre retrocedió 0,4% y la soja cayó 2,6%, cerrando la semana en USD 381 por tonelada. El trigo fue la excepción, con un alza del 4,3%, impulsado por problemas climáticos en Rusia y otras regiones productoras.

La volatilidad golpeó a los mercados. El aumento en el precio del petróleo y los buenos datos del mercado laboral de EE. UU. añadieron incertidumbre al mercado, lo que se reflejó en el incremento del índice VIX, que subió hasta 20 pb, su nivel más alto desde el "lunes negro" del 5 de agosto. La corrección de las expectativas hacia un escenario de tasas más altas por un periodo prolongado repercutió en los rendimientos de los bonos del Tesoro. Estos experimentaron subas generalizadas, especialmente en el tramo corto: la UST2Y aumentó 37 pb, alcanzando 3,93%, mientras que la UST10Y subió 23 pb, cerrando en 3,98%, su nivel más alto desde finales de julio. Esto afectó a la renta fija, que registró pérdidas generalizadas en la semana: el índice agregado cayó 1,5%, impulsado por la baja de 1,6% en los bonos del Tesoro y de 1,5% en los corporativos Investment Grade, mientras que los High Yield retrocedieron 0,9%. Por otro lado, las acciones cerraron la semana de manera estable, con una ligera alza impulsada por el buen desempeño de los papeles del sector energético y, en menor medida, de los bancos y el sector de comunicación. El S&P 500 subió 0,3%, el Dow Jones 0,1%, mientras que el Nasdaq terminó sin cambios. Con esta performance, los tres principales índices se mantuvieron en niveles récord, acumulando en el año alzas del 20,5% y 20,7% para el S&P y el Nasdaq, respectivamente, mientras que el Dow Jones quedó más rezagado, con una ganancia del 12,3%.

Con China no alcanza. La volatilidad fue un denominador común en el resto del mundo, con el índice de acciones global registrando una baja del 0,1% en la última semana, y del 0,9% si se excluyen las acciones estadounidenses. Europa fue la más afectada, con una caída del 3,1%, mientras que entre los mercados emergentes, India retrocedió un 3,4%. Al igual que la semana anterior, China fue la excepción, con un alza del 11,8% en la semana y un acumulado mensual del 38%. En cuanto a los bonos emergentes, siguieron la tendencia general de la renta fija y bajaron 1,0% durante la semana.

Lo que viene. Esta semana, las miradas estarán puestas en la publicación del IPC de EE. UU. de septiembre. No se esperan grandes variaciones–se proyecta un alza del 0,1% m/m y del 3,3% i.a. en el IPC general, y de 0,2% m/m en el core–, aunque se destacaría la resistencia del IPC core, lo que podría llevar a la Fed a actuar con más cautela en sus próximos movimientos. También se presentarán las actas de la última reunión del comité de política monetaria, que proporcionarán información sobre el tamaño potencial del próximo recorte de tasas. Las expectativas se han moderado después de que el sólido informe de empleo redujera la probabilidad de un recorte de 50 pb. En el frente corporativo, comenzará la temporada de resultados del tercer trimestre, con los grandes bancos JPMorgan, Wells Fargo y Bank of New York Mellon a la cabeza.