Los mercados cerraron otra semana negativa, con caídas generalizadas en bonos y acciones, en un contexto en el que el dólar continuó fortaleciéndose, mientras que los commodities rebotaron ante perspectivas de menor oferta. La solidez de la actividad económica en EE.UU. fue ratificada por los últimos datos del mercado laboral, que reflejaron una aceleración en la creación de empleo no agrícola y una nueva baja en la desocupación. Por otro lado, la política arancelaria de Trump podría ejercer más presión sobre la inflación, retrasando su convergencia hacia el objetivo de política monetaria, tal como señalaron las minutas de la última reunión de la Fed. El mercado sigue ajustando sus expectativas respecto a las tasas de interés para este año, ahora proyectando solo un recorte de 25 pb en junio, e incluso aumentando la probabilidad de que no haya cambios. En este marco, los rendimientos de los bonos del Tesoro continuaron en alza, con la UST10Y cerrando en 4,76%, lo que impactó negativamente en los bonos y acciones, que retrocedieron 0,9% y 1,9%, respectivamente. Esto llevó al S&P 500 a una pérdida del 5% desde sus máximos históricos registrados a principios de diciembre. Esta semana, la atención estará puesta en los datos de inflación –que podrían reforzar la resistencia de los precios en los servicios–, en la publicación del resultado fiscal de diciembre, y en el inicio de la temporada de balances del 4Q24, con la presentación de los resultados de los principales bancos.

Muy buen dato de empleo. Como fue habitual durante el año pasado, las publicaciones mensuales sobre la evolución del empleo en EE.UU. sorprendieron tanto por la tendencia como por las diferencias entre las estimaciones y los datos efectivos. El informe de diciembre, publicado el último viernes, no fue la excepción: se registraron 256.000 nuevos puestos de trabajo no agrícola, casi 100.000 más de lo proyectado por los analistas. Este resultado también superó los 212.000 empleos creados en noviembre y estuvo por encima del promedio de los últimos 12 meses, en el que se generaron 180.000 empleos por mes. Además, el sector agrícola aportó 264.000 nuevos empleos –recuperándose de fuertes caídas en meses anteriores y tras un 2024 marcado por una alta volatilidad, con una pérdida mensual promedio de 124.000 empleos–, lo que llevó la creación total de empleo en diciembre a 520.000 puestos. Mientras tanto, la población económicamente activa creció en 261.000 personas, por lo que 259.000 dejaron de estar en situación de desempleo. Con estos datos, la tasa de desocupación se redujo a 4,1%. Aunque este nivel representa un aumento de 0,4 pp frente al 2023 –en un año donde se generaron 2,2 millones de puestos de trabajo no agrícola, insuficientes para compensar el ingreso de 1,1 millones de personas al mercado laboral y la reducción de 1,7 millones de empleos agrícolas–, sigue ubicándose en niveles históricamente bajos, reflejando la fortaleza y estabilidad del mercado laboral. Otra señal positiva que arrojó el informe fue el incremento salarial del 0,3% m/m y del 3,9% i.a., evidenciando una leve desaceleración respecto a los meses previos pero superando la inflación. Este crecimiento en los ingresos reales proporciona un colchón favorable para sostener el consumo en un contexto de sólida actividad económica.

Temores por la inflación. Entre la destacada performance del nivel de actividad –sin incluir aún el impacto de los recientes datos del mercado laboral, el nowcast del PBI de Atlanta para el 4Q24 subió a 2,7% t/t anualizado desde el 2,3% de la semana previa–, la persistencia de precios elevados en los servicios –que crecen al 4% i.a. mientras los bienes registran deflación– y las perspectivas de que Trump avance con su promesa de incrementar aranceles a las importaciones, los temores inflacionarios vuelven a ocupar el centro de la escena. Según informes de prensa, el presidente electo estaría evaluando declarar una emergencia económica nacional para justificar la aplicación de aranceles amplios tanto a aliados como a adversarios. Estos temores también fueron reflejados por la Fed en las minutas de la reunión de diciembre. Aunque en ese encuentro se decidió un recorte de 25 pb en la tasa de referencia, se planteó la necesidad de pausar las reducciones de cara a 2025 –con expectativas de dos recortes adicionales para este año–. Asimismo, la reciente encuesta de expectativas de inflación para 2025 de la Universidad de Michigan mostró un incremento significativo en enero, alcanzando el 3,3%, el nivel más alto en ocho meses, frente al 2,8% de diciembre. Las expectativas a cinco años también subieron, ubicándose en 3,2% frente al 3,0% de la encuesta previa. En este contexto, a pesar del dinamismo positivo del mercado laboral, el sentimiento del consumidor en enero retrocedió a 73,2 desde 74 en diciembre. Este descenso fue impulsado por la caída del subíndice de expectativas, que pasó de 73,3 a 70,2, en tanto que el indicador de condiciones actuales se mantuvo sin cambios en 73,2. Por último, los temores de mayor inflación también se reflejaron en la inflación implícita en los bonos del Tesoro, que alcanzaron su nivel más alto desde 2022, cuando los precios crecían al 9% anual. Las tasas de inflación implícitas a 5, 10 y 30 años subieron a 2,52%, 2,44% y 2,36%, respectivamente.

Más presión sobre las tasas. La expectativa por la inflación y las incertidumbres sobre la política fiscal que implementará Trump en su segundo mandato continúan ejerciendo presión sobre los rendimientos de los bonos del Tesoro. Los inversores ajustaron nuevamente sus perspectivas respecto a los recortes de tasas de la Fed, reduciendo la proyección a un único recorte de 25 pb durante 2025, previsto para la reunión de junio. En este escenario, la tasa de referencia permanecería en un rango de 4,0%-4,25% hasta fin de año, e incluso aumenta la probabilidad de que no se realicen ajustes. En este contexto, los rendimientos de los bonos del Tesoro continuaron su tendencia alcista, alcanzando los niveles más altos desde octubre de 2023 y situándose entre los máximos desde 2007. Aunque la presión fue generalizada en toda la curva, el mayor impacto se observó en la UST10Y, que subió 17 pb en la semana y cerró en 4,76%. La UST30Y aumentó 14 pb hasta 4,95%, al tiempo que la UST2Y se ubicó en 4,38%, con un incremento de 10 pb frente a la semana previa. En este marco, la renta fija tuvo una semana negativa, con pérdidas generalizadas en los bonos, que retrocedieron un 0,9%. Los corporativos Investment Grade y los High Yield estuvieron entre los sectores más afectados, con un retroceso de 1,2% y 0,6%, respectivamente, continuando con la compresión de spreads, que permanecen en niveles mínimos históricos.

Dólar imparable. El escenario para el dólar a nivel global se mantiene en línea con lo que hemos señalado en informes anteriores. EE.UU. enfrenta un contexto de fortaleza en el crecimiento económico combinado con una inflación resiliente, lo que podría obligar a la Fed a retrasar, o incluso suspender, el ciclo de flexibilización monetaria. Mientras tanto, en el resto del mundo, prevalecen las debilidades en el crecimiento, y aunque la inflación sigue superando los objetivos de política monetaria, las expectativas apuntan a que los Bancos Centrales, particularmente el BCE, sigan reduciendo las tasas de referencia. En este marco, el dólar DXY avanzó un 0,6% durante la última semana, cerrando en 109,7, su nivel más alto desde fines de 2022. Este incremento se dio a raíz de su fortalecimiento frente al euro (+0,6%) y la libra esterlina (+1,2%). En el caso europeo, además de los problemas estructurales y políticos persistentes, los temores sobre los aranceles que podría imponer Trump –no solo a Europa, sino también a China– generan inquietud ante el posible impacto en la competitividad del bloque. Frente al yen, el dólar subió un 0,3% y se mantuvo en un rango de USDJPY 157. Entre las monedas emergentes, el dólar avanzó un 0,2% frente al yuan, cotizando en USDCNY 7,33, impulsado por el Banco Popular de China (BPC), que continuó reduciendo la tasa de referencia. Por su parte, el real brasileño mostró una apreciación del 1,1%, cerrando la semana en USDBRL 6,11, reflejando una tregua del mercado al gobierno de Lula. Este movimiento se vio respaldado por el incremento de la inflación en diciembre, que alcanzó el 4,83% i.a., alimentando las expectativas de mayores subas de tasas por parte del Banco Central de Brasil (BCB).

Muy buena semana para los commodities. Con el foco en los problemas de oferta, los precios de las materias primas tuvieron una semana de importantes subas generalizadas, lo que permitió al índice general avanzar un 4,3% y acumular un alza de 5,8% en lo que va del mes. El petróleo WTI escaló un 3,5%, cerrando en USD 76,6 por barril, debido a las sanciones a Rusia e Irán, en un contexto de aumento de la demanda debido a la ola de frío en el hemisferio norte. La soja subió un 3,3% en la semana, alcanzando los USD 372 por tonelada, luego de que el último informe del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) ajustara a la baja las estimaciones de cosecha en el hemisferio sur, afectadas por problemas climáticos. El cobre se destacó como el gran ganador, con una suba del 5,8% en la semana y un acumulado mensual del 7,2%, respaldado por el optimismo generado por las políticas de estímulo fiscal y monetario en China, el principal demandante del metal. El oro también tuvo una buena semana, avanzando un 2,0% a pesar del fortalecimiento del dólar, y cerró en USD 2.692 por onza.

Otra mala semana para las acciones. Desde los máximos alcanzados a principios de diciembre, las acciones muestran una tendencia persistente y generalizada a la baja. La expectativa de un escenario de tasas "higher for longer" está contrarrestando los buenos datos sobre el nivel de actividad económica y las medidas de la política de Trump, como el proteccionismo y las rebajas impositivas. En la última semana, el S&P 500 retrocedió un 1,9%, con una caída del 4,5% desde el 6 de diciembre. La semana fue negativa para la mayoría de los sectores, destacándose las bajas en tecnología, Real Estate y bancos, con una baja promedio del 2,5%. En contraste, los sectores energético, salud y materiales lograron escapar de la tendencia general, registrando una ganancia cercana al 1,0%. Entre las "magníficas", Nvidia lideró las pérdidas con un 5,9%, seguida por Tesla (-3,8% y una baja anual del 7,0%), Apple (-2,7%), Amazon (-2,1%) y Microsoft (-0,8%), mientras que Meta y Google cerraron en terreno positivo con subas del 2,1% y 0,3%, respectivamente. El desempeño negativo de la renta variable también se reflejó en los principales índices: el Dow Jones perdió un 1,8%, el Nasdaq un 2,3% y el Russell 2000 un 3,3%. A nivel global, el índice general excluyendo a EE.UU. retrocedió un 1,4%, afectado por las fuertes caídas en China (-5,7%) y Japón (-3,0%), en tanto que Europa y Latinoamérica lograron avances del 1,1% y 1,2%, respectivamente.

Lo que viene: inflación, déficit fiscal y balances. La semana estará marcada por la publicación del IPC de diciembre y el inicio de la temporada de balances del 4Q24. En relación con los precios, se espera que el IPC registre un incremento del 0,3% m/m tanto para el índice general como para el núcleo, cerrando 2024 con aumentos del 2,8% y 3,3%, respectivamente. También será relevante la publicación del resultado fiscal de diciembre, que se anticipa muy negativo, incrementando la presión sobre el programa económico de la próxima administración. En cuanto a la temporada de balances, comenzará con los resultados de los principales bancos, como JPMorgan Chase, Wells Fargo, Goldman Sachs, Citigroup, Bank of America y Morgan Stanley, además de informes previstos por BlackRock y Charles Schwab. Entre los datos económicos destacados, se encuentran las ventas minoristas, para las cuales se espera un incremento más moderado del 0,5% m/m en diciembre frente al 0,7% previo, y la producción industrial, que se proyecta crecerá un 0,2% m/m.