La ilusión de que los anuncios de Trump eran solo una amenaza para tener un mejor poder de negociación se terminó. Pasada la tregua, el gobierno de EE. UU. le dio luz verde a la suba de aranceles a las importaciones de México, Canadá y China, y promete que la lista será mucho más extensa. También será extensa la lista de represalias de los países afectados. Esto, sumado a una incierta estrategia en cuanto a la guerra entre Rusia y Ucrania, pone al mundo en alerta. Las tensiones comerciales y los riesgos geopolíticos son una clara amenaza para la globalización y para el crecimiento global. A esto se suman datos económicos que desilusionan, aumentando las chances de un escenario de estanflación. Los mercados financieros globales sufren esta coyuntura con caída generalizada de acciones y commodities, mientras que los inversores migran hacia la renta fija y el dólar. Vale destacar que el mercado compensa las señales de recalentamiento de la inflación que venimos marcando con la perspectiva de que, ante los riesgos de una fuerte desaceleración del nivel de actividad, la Fed tendría más margen para reducir la tasa de interés más rápidamente, confiados en que la inflación cederá con mayor velocidad. Esto permitió que los rendimientos de los bonos del Tesoro caigan a los niveles más bajos desde noviembre. El peor escenario sería que la actividad retroceda y que la inflación se acelere. Las miradas de esta semana estarán en los datos de comercio exterior –se prevé un fuerte salto de las importaciones que se adelantaron a la suba de aranceles– y en los datos del mercado laboral de febrero que confirmaría el enfriamiento que marcó enero luego de la excelente performance de la última parte de 2025.

Alerta consumo. Tras la muy buena performance que mostró el año pasado, el consumo de las familias arrancó el año a la baja y enciende preocupaciones en cuanto al dinamismo del nivel de actividad, dado que representa casi dos terceras partes del PBI. Concretamente, en el 4Q24, el consumo privado creció un 4,2% t/t anualizado, siendo el mejor desempeño desde el 1Q23 y aportó 2,2 pp al crecimiento de la actividad, la mayor contribución desde 1Q22. Este resultado moderaba la preocupación sobre la desaceleración que había marcado el PBI en el último trimestre del año pasado al marcar una expansión de 2,3% t/t anualizado cuando en los dos trimestres previos lo venía haciendo al 3,0% t/t anualizado. La mala noticia es que, al comienzo de 2025, el consumo de las familias arrancó con un retroceso de 0,5% m/m (5,5% anualizado), siendo el primer resultado negativo en un año. La baja se concentró en el consumo de bienes, que cayó un 1,5% –explicado por el retroceso de bienes durables de 3,4% m/m–, mientras que el consumo de servicios apenas subió un 0,1% m/m –lo venía haciendo al 0,3% m/m–. La reciente mala performance del consumo convalida la caída que vienen mostrando los índices de confianza del consumidor que temen una mayor inflación y un menor nivel de actividad, y esto se reflejó en una mayor propensión al ahorro, dado que la caída del consumo se dio en un contexto de mejora de los ingresos. Además de la caída del consumo, el índice de precios implícitos PCE confirmó lo que venía mostrando el IPC y aceleró su marcha al marcar un alza de 0,3% m/m –la mayor suba desde marzo de 2024– y de 2,5% i.a. Igual tendencia marcó el IPC Core que subió 0,3% m/m y 2,6% i.a. Vale destacar que, a diferencia de los meses previos, los precios de los bienes subieron por encima de los de los servicios: 0,5% m/m vs. 0,2% m/m, acumulando en los últimos doce meses un alza de 0,6% y 3,4%, respectivamente.

¿Caída en el 1Q25? Si bien solo contamos con un tercio de los indicadores del 1Q25, con la dinámica que tuvimos hasta el momento, el Nowcast del PBI de la Fed de Atlanta corrigió abruptamente la proyección del PBI de los primeros tres meses del año, apuntando a una contracción de 2,8% t/t anualizado que, de confirmarse, aumentaría los temores por un escenario de estanflación. La caída luce exagerada, dado que se estima un salto del 26% t/t en las importaciones –industrias que se apuraron a importar antes de que se efectivice la suba de aranceles– en un contexto en el que las exportaciones caen un 3% t/t y el consumo privado se habría estancado, luego del muy buen desempeño del 4Q24. Por otro lado, la parte positiva es el repunte de la inversión, que se recuperaría de la contracción de 5,7% t/t en el 4Q24 y se expandiría un 2,5%. Recordemos que para que una economía entre formalmente en recesión, debe tener dos trimestres consecutivos de caída del PBI.

Festejan los bonos. Con las expectativas de crecimiento corrigiendo a la baja, los inversores migran hacia la renta fija en general y hacia los bonos del Tesoro en particular. Todos los tramos de la curva de rendimientos operaron a la baja: la UST2Y terminó en 3,99%, marcando una caída de 21 pb en la semana y 25 pb en todo febrero, mientras que la UST10Y quedó en 4,20%, 22 pb más abajo que la semana previa, acumulando en febrero una reducción de 36 pb y llegando al nivel más bajo en cuatro meses. En este contexto, todos los índices de renta fija cerraron el mes al alza. El índice agregado subió 1,3% en la semana y en todo el mes acumuló un alza de 1,9%, extendiendo la ganancia en lo que va del año a 2,4%. Lo distintivo de la semana y el mes fue que el mayor impulso se lo dieron los bonos del Tesoro y los corporativos Investment Grade que en febrero ganaron 2,0%, mientras que los High Yield apenas subieron 0,5%. También fue un buen cierre de mes para los emergentes que ganaron 1,3% en la semana, 1,6% en el mes y en lo que va del año acumulan un alza de 3,4%.

Risk-off de las acciones. Las acciones siguieron mostrando un sendero inestable y volátil aunque, a diferencia del año pasado, el saldo de este contexto es negativo para los valores que cerraron febrero con importantes caídas, tendencia que parece acentuarse en las primeras dos ruedas de marzo. Concretamente, en la última semana de febrero, el S&P 500 cayó 1,0%, acumulando en el mes una pérdida de 1,3%, recortando la ganancia en lo que va del año a 1,4%. El mal desempeño del S&P 500 se concentró en los sectores de Tecnología, comunicación y consumo discrecional que en febrero retrocedieron 2,3%, 0,4% y 7,0% respectivamente, empujados por el mal desempeño de las 7 Magníficas lideradas por Tesla que se derrumbó 27%, seguida por Amazon que perdió 10% y más atrás por Microsoft, Meta y Google que bajaron entre 4,0% y 2,0%, mientras que Apple y Nvidia lograron anotar resultados positivos en el mes en torno al 3%, aunque en el año siguen la tendencia general con pérdidas del 7% y 4%. El mayor golpe de las tecnológicas se reflejó en el Nasdaq que la última semana perdió 3,4%, cerrando febrero con una caída de 3,8%, acumulando en lo que va de 2025 una caída de 2,4%. En contraposición, el Dow Jones, más concentrado en los sectores cíclicos, ganó 1,0% en la semana y, si bien en febrero perdió 1,6%, en lo que va del año acumuló una ganancia de 3,0%.

Todos pierden. El mal desempeño de las acciones fue generalizado en todas las regiones. En la última semana del mes pasado, el índice general sin EE.UU. perdió 1,0% aunque cerró el mes con una ganancia de 2,5% y en el año de 6,1%. El retroceso semanal fue generalizado, entre los que se destacaron la caída de 4,6% de Latam y de 3,9% de China mientras que los mercados desarrollados retrocedieron 1% en promedio. En el mes se destacó la suba de 11% en la bolsa de China, seguida por la de Europa que anotó un alza de 3,6% mientras que el resto de los mercados operaron a la baja entre los que se destacó Brasil con una caída de 4,8% y la de la India que lo hizo 5,7%. En lo que va del año China marcó la mejor performance con una suba de 14%, seguida por Europa que lo hizo al 11% y más atrás por Latam que ganó 7%.

Lo que viene. La semana arrancó con un sell off de acciones luego de que Trump implementara la suba de aranceles del 25% para México y Canadá y del 10% para China, quienes a su vez anunciaron que tomarán represalias, siendo lo más sensible lo que pueda hacer el gigante asiático. Los riesgos de una guerra comercial son cada vez más visibles y esto aumenta las preocupaciones de los inversores que migran sus posiciones a activos más seguros como los bonos del Tesoro y el oro. Mientras tanto, la agenda económica estará marcada por los datos de comercio exterior de enero, en el que se espera un fuerte incremento del déficit ante el salto de las importaciones que se adelantaron a la suba de aranceles. No menos importante serán los datos del mercado laboral y salarios de febrero que podrían confirmar el menor dinamismo de la generación de empleo aunque no se prevén incrementos en la tasa de desocupación.