El último dato de empleo de enero de EE.UU. dejó mareado al mercado. Marcó que la baja tasa de desocupación es un muro para continuar con el proceso de desinflación por lo que la baja de tasas de interés deberá esperar. El dato de inflación de mañana, que se espera que sea el más alto desde junio del año pasado, será un buen test para recalibrar las expectativas. En el plano local, la falta de dólares profundiza la caída de reservas internacionales y parece ser más urgente que el sobrante de pesos. Este faltante pone en riesgo la pax cambiaria mientras la inflación se acelera y la actividad cae. Un mal combo para el gobierno que no logra anclar expectativas.
¿Qué pasó?
Local
El escenario local se siguió complicando. El BCRA vende cada vez más divisas y las reservas internacionales profundizaron la caída en un contexto en que se consolida la estanflación. Esto golpeó a los bonos soberanos que, a pesar de los intentos del gobierno, siguieron en baja, mientras que los bonos en pesos y las acciones resistieron la volatilidad y cerraron al alza en un marco en el que la brecha cambiaria se mantuvo prácticamente sin cambios. La clave de la semana que arranca será el dato de inflación de enero que este martes publicará el INDEC. Estimamos que la variación de precios marcará una aceleración respecto a diciembre y le pondrá presión a las tasas de interés y al ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial.
Concretamente, en la última semana el BCRA vendió USD 286 M que sumado a los pagos de deuda y a las intervenciones en el mercado de bonos, implicaron una caída de más de USD 1.000 M en las reservas internacionales, que acumularon su sexta semana consecutiva de caída. Las reservas netas perforaron los USD 5.000 M y es cada vez más complicado cumplir la meta con el FMI. El gobierno apuesta a un préstamo repo con bancos privados que le permitirá mejorar la foto, pero que está lejos de ser una solución de fondo para una economía que a pesar de un control de cambios cada vez más estricto, padece la falta de divisas, ahora potenciada por los efectos de la sequía.
Con este marco de fondo, los bonos soberanos siguieron en baja y el riesgo país volvió a superar los 1.900 pb. La buena noticia fue que el Merval retomó su camino alcista mientras que los bonos en moneda local, pese a que estuvieron en el centro del debate entre las dos principales fuerzas políticas, lograron sortear la incertidumbre y cerraron la semana con subas generalizadas. Entre estas alzas se destacaron los bonos ajustables por inflación.
Internacional
En el plano global, “No maten a los halcones” parecería ser la conclusión de los mercados ante el último dato de empleo en EE.UU. La fuerte creación de puestos de trabajo y la caída del desempleo al mínimo desde 1969 golpeó la idea que tenía el mercado. Los inversores creían que con la actividad bajando y el desempleo en alza, la inflación continuaría en baja. Este panorama les llevó a suponer que la Fed tendría mayor margen para suavizar la política monetaria, previendo que para mediados de año se animaría a comenzar a bajar la tasa de interés. Pero con el correr de la semana, el mercado fue asimilando que la actividad sigue dinámica y que la baja tasa de desocupación será un obstáculo para consolidar el proceso de desinflación. Así el mercado empezó a retroceder en su idea de una Fed más blanda para este año.
Este contexto se reflejó en los activos financieros. Desde que se publicó el dato de empleo el viernes 3 de febrero, los rendimientos de los bonos del Tesoro quebraron la tendencia bajista y volvieron a repuntar y la curva se empinó más, reforzando la idea de que en los próximos trimestres la actividad económica entraría en recesión. Concretamente, la tasa de los bonos a 2 años pasó de 4,02% a 4,53% y la de 10 años de 3,40% a 3,74%. Esto revalorizó al dólar e interrumpió la bonanza que venían marcando los principales índices de bonos y acciones. Las más afectadas por este contexto fueron las acciones tecnológicas en tanto que las defensivas volvieron a ser las de mejor desempeño relativo. Solo se diferenciaron las acciones del sector energético que repuntaron favorecidas por la suba que marcó el petróleo tras la amenaza de Rusia de reducir la producción.
Mañana se publica el IPC de enero y la expectativa del mercado apunta a un alza de 0,5% m/m –podría ser peor si se cumple el pronóstico del nowcast de la Fed de Cleveland que apunta a una suba de 0,65% m/m– quebrando así la tendencia de los últimos seis meses, incluso con la Core también superando el 0,46% m/m. Parece muy poco probable que tengamos una sorpresa positiva con la inflación y dejará en claro que la batalla contra la suba de precios no terminó y obliga al mercado a recalibrar sus expectativas continuamente.