El desacople entre las finanzas y el mundo real que se evidenció en la crisis del 2008, todavía no tiene un cauce definitivo. El FMI pronostica crecimiento para el año que viene que en realidad es reactivación y en muchos países no será en V, sino una recuperación más tenue.
La relajación monetaria puede generar burbujas en Estados Unidos como ocurrió a principios de los 2000 antes de la crisis subprime. La elección americana está abierta y su desenlace influirá en la región naturalmente. Europa bajó la tasa de interés y las potencias económicas de la Unión Monetaria están en recesión por la pandemia. Alemania lidera Europa pero crecerá poco.
El comercio internacional se expande menos en un contexto mundial donde además las manufacturas son cada vez más difíciles de colocar desde los países emergentes. Estamos en un mundo donde sobra producción y una dosis mayor de proteccionismo es la respuesta reactiva de las naciones. Japón en particular procura recuperar competitividad respecto al resto del mundo y en especial con el sudeste asiático. Concretamente la rivalidad es con Corea que ha desarrollado poderosos chaebols que amenazan a los keiretsu. América latina, por su parte, crecerá al 4-6% el año que viene.
Para 2022 se estima 2,5%, por lo que podría decirse que estamos perdiendo el tren de la expansión del resto los emergentes. Mala década para Latinoamérica.
Brasil es clave para entender la dinámica del crecimiento argentino, en especial es relevante la conexión con la industria automotriz. Por su parte, nuestro vecino ha bajado impuestos para reducir inflación y ganar competitividad.
La devaluación del real no ha tenido efectos inflacionarios en Brasil, no hay bimonetarismo. A pesar de las políticas implementadas, Brasil ha recuperado poco en el tercer trimestre y se estima que finalizará el año con una tasa de negativa importante para recuperar actividad recién en 2021.
Su cuenta corriente es deficitaria y la política fiscal expansiva alimenta la deuda interna brasileña que no es un dato menor. Por otro lado, Brasil sigue siendo una plaza atractiva para la inversión extranjera directa que es muy superior a los niveles de nuestro país. Argentina enfrenta una situación delicada. Sin pandemia la economía hubiese caído 2 %, con ella caerá 14 %. Viendo lo positivo siempre pensamos en el campo como aporte de divisas. Se espera una cosecha importante para el maíz con un buen desempeño de la producción de soja aunque las protestas y reclamos del gremialismo empresario del campo plantean las distorsiones al sector muy asociadas a un esquema cambiario perjudicial. Lo positivo para Argentina de 2020 en adelante es que no parece que los commodities agrícolas vayan a caer de precio, se mantienen estables. Es clave por otra parte que los precios de petróleo impulsen los negocios de Vaca Muerta.
En Argentina estamos ante un mundo complejo que ofrece niveles de liquidez destacables que no podemos aprovechar por nuestra dinámica del canje de deuda. Esto explica porque Bolivia tomó un crédito largo a muy baja tasa de interés, Uruguay por su parte cerró otro crédito a varios años bien conveniente y Brasil otro tanto.
Siguiendo con el panorama nacional, el déficit primario primario de 4, 5% del PIB no se concretará en 2021 por las presiones de gasto de las elecciones de medio término. El déficit que propone el presupuesto es complejo de concretar ante la demanda social en un año además eleccionario. El gasto público será fomentado por la línea más populista de la administración con más obra pública y transferencias. La razón: el año electoral. Los ingresos tributarios crecen en términos nominales pero no en términos reales por la recesión de 2020.
En definitiva, la brecha externa y el déficit fiscal moldean el crecimiento del país que converge a cero a mediano plazo. Hacia fin de mandato es poco lo que puede dar esta economía salvo que haya un fuerte cambio de timón hacia institucionalidad, reformas estructurales y ortodoxia. Un quiebre hacia mayor confianza en la clase política y consensos de la misma hacia un norte común.
Las Reservas, por otro lado, caen sistemáticamente en términos de PIB. En cuanto a la política monetaria su modificación ha sido estacional y se ha vuelto a una fuerte expansión. Aunque hay una cierta orientación monetaria contractiva que puede apreciarse en el movimiento reciente de las Leliqs. La inflación no ha crecido demasiado. Los aumentos salariales en promedio moderados en las paritarias facilitan este proceso. La política de congelamiento de precios incluye un gran universo de productos seleccionados.
En relación a la actividad, el uso de capacidad instalada industrial se encuentra muy bajo Uno de los sectores más golpeados por la crisis el de la construcción tendrá un crecimiento moderado este año. La CAC estima expansión de 5% en 2021 del sector construcción destacándose los préstamos para vivienda. Se vislumbra una devaluación importante del dólar comercial en nuestro país antes de fin de año ya que el frente cambiario está muy inestable.