El gobierno en estos momentos tiene el frente de la pandemia y la negociación de la deuda, en un contexto internacional incierto marcado por la presencia de una bandada de cisnes negros en el sentido de quien popularizó el término, Nassim Taleb.

La economía mundial está en franca contracción. No se percibe coordinación entre los países. El Fondo Monetario es proactivo en ayudar a países de menores ingresos. Dispone de un trillón de dólares para líneas de crédito.

El gobierno tiene un paquete de apoyo fiscal acotado que se complementa con emisión, pero hay poca munición. Los países centrales están destinando mayores recursos, algunos de ellos suman 15% del PIB. Incluso en la región hay un compromiso de asistencia mayor, es la situación de Chile o Perú, por ejemplo. Es de sentido común que esta crisis nos encuentre con una dinámica económica muy precaria, fruto de los malos gobiernos de Cristina Fernández en la segunda etapa y de Macri. Un contexto de una década de estanflación. Si bien se avanzó mucho en el frente fiscal con un déficit primario de 0.9% en 2019, se estima un incremento muy importante durante el año 2020.

Respecto a las variables macro, se percibe gran incertidumbre. El Producto puede caer entre 6 y 8% este año, y es muy preliminar hacer pronósticos porque, dada la evolución de la enfermedad, no sabemos cómo serán las cuarentenas hasta septiembre.

Por el lado monetario, existe preocupación comprensible por la emisión relevante la cual ya ha comenzado. En marzo y abril la base monetaria crece al 40% mensual. No hay crédito externo, tenemos pocas reservas y la reducción del gasto público es prácticamente imposible. Esta emisión, si bien estamos en un contexto recesivo que parecería deflacionario, va a ir a precios. El consenso es que tendríamos una inflación superior a 60% anual y no se espera un alza desproporcionaba de precios. Algunos analistas piensan que puede haber un aumento significativo de la inflación. Sin embargo, con la información a comienzos de mayo parece pocoprobable.

Otros analistas plantean que impulsar cuasimonedas podría mitigar este impacto inflacionario. A eso se agrega que desde fines de abril estamos ante un aumento importante de la brecha cambiaria, los dólares alternativos se despegaron de la marcha del oficial. Influyen en este fenómeno la reducción fuerte de la tasa de interés, lo poco que dan los plazos fijos en pesos, y la incertidumbre en relación a la propuesta de reestructuración de deuda.

Ciertamente la inflación podría crecer si el dólar toma un recorrido alcista. En este sentido ayuda contar con reservas pues, ante la corrida cambiaria y reservas muy bajas, se torna determinante de un alza de precios descontrolada. Con reservas, la hiper queda anulada. En lo que se refiere a la pandemia, los objetivos centrales son evitar el hambre y los estallidos sociales.

A su vez, es importante preservar el tejido productivo para que esté operativo cuando se flexibilicen las actividades productivas y en definitiva, se modere la pandemia. En tanto, sabemos que la mortalidad de pymes siempre es importante y hay que evitar que crezca de un modo desproporcionado. Evidentemente el sector informal urbano es mas sensible a la crisis principalmente por la pérdida de ingresos; esto incluye a la denominada economía popular relacionada con tareas de muy baja productividad.

En este sentido, el gobierno está desplegando medidas de contención de ingresos, bono a jubilados, ampliación de la AUH y del ingreso familiar de emergencia (se excedió con creces el número previsto por el gobierno). En lo que se refiere a pymes, pareciera que el esquema de créditos hasta el momento no ha sido eficaz. La idea era que los bancos presten al 24% aprovechando mucha liquidez en pesos fruto del rescate de las Leliqs. El decreto que estimula a pagar salarios via subsidios, es relevante.

Más aun, en esta idea de sostener al sistema productivo para que no se corte la cadena de pagos. La realidad es heterógenea en cuanto a nivel de actividad. El campo está en una fase de buena cosecha, esto a pesar de una baja en el precio de las materias primas. La UIA estima que el sector industrial está a un nivel de 20% en el uso de capacidad instalda, este número era de 45% durante Duhalde como Presidente en el año 2002. Hay sectores que piden reducción de impuestos para que sea mas llevadera esta transición. El gobierno, desde el Ejecutivo, impulsa el impuesto Patria que se interpreta como una transferencia solidaria desde 12.000 personas de mayor renta hacia sectores vulnerables. Sin dudas, es un impuesto conflictivo que puede dañar el proceso de inversión del país la cual actualmente es una variable muy retraida. Es necesario dar señales proinversión.