Las compras del BCRA en el MULC mostraron una sensible desaceleración en los últimos días de mayo, pasando de un promedio diario de USD 155 M a USD 45 M en las últimas ocho ruedas del mes, además de registrar dos días de ventas –algo que en la era Milei solo había ocurrido cuatro veces–. Esta desaceleración no se debió a menores liquidaciones del sector agrícola, que se mantuvieron estables en torno a los USD 120 M diarios, sino a un incremento de la demanda de divisas por parte del resto de los sectores, que pasaron de ser oferentes a demandantes. En este contexto, las reservas internacionales redujeron su pendiente positiva y oscilan en torno a los USD 29.000 M, que al considerar las reservas netas, se ubicarían alrededor del valor neutro.

Analizándolo en términos mensuales, esto significó que, a pesar de que durante mayo las liquidaciones del agro subieron casi un 39% respecto a abril (USD 2.612 M vs. USD 1.910 M), las compras del BCRA cayeron casi un 25% (USD 2.532 M vs. USD 3.345 M), evidenciando una oferta neta del resto de los sectores que prácticamente se neutralizó (desde casi USD 1.500 M en abril). De todos modos, en mayo la acumulación de reservas aceleró a USD 1.085 M (vs. USD 451 M en abril) debido a menores pagos a organismos internacionales (USD 1.265 M vs. USD 2.546 M en abril).

Este comportamiento genera algunas preocupaciones, sobre todo porque para esta etapa del año se esperaba una mayor acumulación de divisas debido a la temporada alta de cosecha agrícola. En ese sentido, surgen dudas sobre la evolución de la liquidación del agro durante 2024 y la posibilidad de que este canal de entrada de divisas esté retrasado, restando aún un monto considerable por ingresar. 

Pero los números no apoyarían esta hipótesis. En los primeros cinco meses del año, CIARA informó una liquidación de aproximadamente USD 9.000 M, valor inferior a los casi USD 9.500 M del mismo período de 2023 (año de sequía). No obstante, hay que considerar dos factores: los precios cayeron respecto al año pasado y este año ingresa un 20% menos por el dólar “blend”. Así, al estimar la liquidación en precios constantes para cada año, los valores de 2024 serían casi un 16% mayores que los del año pasado y, si se sumase un 20% por lo no ingresado por “blend”, el crecimiento de este año sería de casi un 39%, acercándose a los valores de 2022 y 2021.

En este contexto, la atención se centraría en el incremento de la demanda neta del resto de los sectores no agropecuarios. Estos sectores pasaron de ser oferentes de divisas en diciembre pasado, con un promedio de más de USD 150 M diarios, a demandar casi USD 60 M diarios en las últimas diez ruedas. Aunque este comportamiento era esperado debido al cronograma de pagos a los importadores, otros factores como la apreciación cambiaria, una leve recuperación de la actividad y una demanda transitoria de energía por factores climáticos podrían haber amplificado y acelerado esta situación.

En este contexto, en el mes de junio se esperaría una reducción significativa de las compras del BCRA, situándose por debajo de los USD 1.000 M. Sin embargo, con la entrada positiva estipulada de divisas de organismos internacionales, incluyendo un desembolso del FMI por más de USD 1.100 M, se prevé un incremento de las reservas de más de USD 2.100 M, elevándolas a casi USD 31.000 M.

El segundo semestre comenzaría con una caída de las reservas en julio, estimada en torno a USD 1.200 M, impulsada por el pago de deuda del sector público y una disminución adicional en las compras del BCRA. En agosto, el BCRA dejaría de comprar divisas, lo que, sumado a los pagos a organismos internacionales, resultaría en una disminución de más de USD 1.000 M. En septiembre, se espera una recuperación de las reservas debido a un nuevo desembolso del FMI. Hacia fin de año, las reservas se mantendrían estables, con meses alternados de caídas y subas, cerrando en un valor no muy por encima del actual, en torno a los USD 30.000 M.

Visto de otra manera, la dinámica de las reservas dejará de depender de la cuenta corriente, ya que el contexto la neutralizará, y se determinará en buena medida por lo que ocurra en la cuenta financiera: inversiones, préstamos, organismos internacionales y deuda del sector público.

Esta dinámica de las reservas, en un contexto donde la devaluación del 2% mensual se mantiene y, por lo tanto, la competitividad sigue empeorando, podría elevar los niveles de la brecha cambiaria y generar incertidumbre hacia 2025. Será necesario recalibrar la política económica para volver al sendero de acumulación de divisas y seguir fortaleciendo las arcas del BCRA.