En los últimos años se han producido cambios políticos notables. En Colombia, Gustavo Petro se consagró presidente en segunda vuelta con el 50,4% de los votos (40,3% en primera vuelta). En Chile, Gabriel Boric obtuvo el 55,9% en segunda vuelta (25,8% en primera vuelta). Finalmente, Pedro Castillo ganó en la segunda vuelta en Perú con el 50,1% de los votos (18,9% en primera vuelta). 

¿Por qué estos tres casos resultan tan significativos?  Porque se trata de tres países que durante las últimas décadas mostraron resultados positivos en materia macroeconómica. En crecimiento, estabilidad, inflación y equilibrio fiscal estuvieron, sin dudas, entre los mejores de la región. Para tomar dimensión de estos logros basta con revisar algunos números. 

El cuadro 1 presenta los resultados promedios para las variables anteriores (más el de cuenta corriente) para 11 países de la región en el período 2000 – 2021 (los “rankings” están calculados a partir de estimaciones propias en base al World Economic Outlook del FMI). Perú, Colombia y Chile estuvieron entre las economías de mayor crecimiento y menor inflación. Colombia, además, mostró una de las economías más estables. En materia de desempleo (Colombia), resultado fiscal (Colombia y Chile) y cuenta corriente (los tres), por el contrario, los resultados no estuvieron entre los más destacados. 

Los ordenamientos están hechos de acuerdo a los siguientes criterios: de mayor a menorcrecimiento, de mayor a menor estabilidad (desvío estándar del crecimiento), de menor amayor inflación, de menor a mayor desempleo, de mejor a peor resultado fiscal y de mejor apeor saldo de cuenta corriente.

Chile realizó profundas reformas macroeconómicas a principios de la década de 1980, mientras que en Colombia y Perú los cambios, de índole similar (aunque sin la misma profundidad ni alcance), son más recientes. Es por ello que los tres países tienden a analizarse en conjunto. Si el análisis se desagrega por períodos también surgen algunos resultados interesantes. El Cuadro 2 muestra que los tres países estuvieron muy bien posicionados en materia de crecimiento e inflación durante 2000 – 2010, y en los tres indicadores finales sólo Colombia muestra un desempeño negativo. Para los seis indicadores Chile tiene el peor resultado en desempleo (6° posición) y Perú en el saldo de cuenta corriente (7° posición).

Finalmente, el Cuadro 3 analiza la situación para 2011 a 2019, es decir, hasta inmediatamente antes de la pandemia. Los resultados siguen siendo muy buenos en materia de crecimiento, estabilidad e inflación (e incluso mejores que en la primera década). En desempleo son similares, mejoran en el plano fiscal en Perú y Colombia (no así en Chile) y empeoran en el saldo de cuenta corriente en Perú y Chile. 

¿Puede afirmarse que los cambios políticos mencionados al comienzo estuvieron en gran medida determinados por una escasa transmisión de estos resultados macroeconómicos hacia indicadores sociales como empleo, pobreza y distribución del ingreso? Sin dudas, de los datos anteriores se desprende que el desempleo en Colombia se mantuvo entre los más elevados a pesar del crecimiento y de la estabilidad. Los datos de desempleo en Chile y Perú no estuvieron entre los más altos de la región, pero tampoco entre los más bajos. En los tres casos, sin embargo, la evidencia sugiere una correlación muy baja entre crecimiento y desempleo (en Colombia, por ejemplo, es prácticamente cero: el desempleo es totalmente inelástico con respecto al crecimiento). 

Sin embargo, los datos muestran una mejora significativa en pobreza y distribución del ingreso. El Gráfico 1 contiene la evolución del porcentaje de la población viviendo en extrema pobreza (datos del Banco Mundial). En los tres países se aprecia una caída significativa desde 2000 hasta 2015 (más notable aún en Colombia y Perú por los elevados valores de los cuales partían). El Gráfico 2 muestra la trayectoria de la distribución del ingreso, medida por el coeficiente de Gini (a menor valor, menos desigualdad). La trayectoria de este indicador es similar a la de la pobreza extrema, aunque sin dudas los avances fueron menos espectaculares. Además, si se hiciese una comparación con la región, también podría observarse que la desigualdad en Colombia, Chile y Perú está entre las mayores. 

Con base en los datos anteriores resulta una tarea muy difícil aseverar que los cambios políticos se explican como consecuencia de que la macroeconomía no tuvo incidencia en variables sociales. No es lo que la evidencia general aquí presentada sugiere. Probablemente el punto crítico esté en el impacto de la pandemia. En relación a 2019, el crecimiento del PIB en 2020 se redujo en 13,2 puntos porcentuales (p.p.) en Perú y en 20,2 en Colombia. El promedio (sin ponderar) para los 11 países aquí considerados fue de 6,5 p.p. En cuanto al desempleo, en 2020 aumentó 7,3 p.p. en Perú (con relación a 2019) y 5,6 p.p. en Colombia. En Chile aumentó 3,5 p.p. La recuperación de 2021, si bien fue significativa desde lo numérico, parece haber sido insuficiente para compensar el daño producido en 2020. Finalmente, en 2021 comienza a aumentar la inflación, para llegar a 2022 en valores muy superiores al promedio de las dos últimas décadas. 

¿Es eficaz la estabilidad macroeconómica para contribuir a la mejora del bienestar social? Sin dudas. Pero bajo determinadas circunstancias puede no ser suficiente para satisfacer las demandas sociales.