Como anticipamos aquí, los temblores ocurridos en el último par de meses eran previsibles, y no  sólo por razones bélicas, políticas o sanitarias sino, principalmente, porque las excesivas subas de los mercados en los últimos años fueron impulsadas por las muy bajas tasas de interés de la Reserva Federal, que también son culpables de una inflación creciente en casi todo el mundo occidental. La caída desde los máximos de acciones en EEUU se acerca al 25%. A esto se agregarían políticas contra el cambio climático, con impacto probablemente negativo para el  crecimiento en el futuro cercano. El resultado de una política monetaria y fiscal tan laxa y  duradera fue llevar a una inflación anualizada el 9,1% en junio, y 1,3% contra mayo. En tardía respuesta, quizás para mostrar que está dispuesta “a todo”, el 15 de junio la Reserva Federal  aumentó 75 puntos básicos su tasa de interés de política monetaria. 

Por su parte, el PIB en EEUU cayó a una tasa anual del 1,6% en el primer trimestre de 2022 -influido por más casos de COVID-Omicron- en contraste con +6,9% en el trimestre anterior. Una luz amarilla vino también con el empleo, que en junio aumentó a tasas decrecientes, con los puestos privados creciendo 330.000, bastante por debajo de los últimos meses, pero la tasa de desempleo se mantuvo en 3,6%, por menor oferta.  

Las proyecciones del FMI de abril 2022 -todavía no están las de julio- que ya incluyen algunos de los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania (Cuadro 1), empeoraron para este año y el próximo  salvo, para América Latina, en verde, sobre todo por el alza de las commodities de Argentina,  Brasil, Paraguay y Uruguay. El mundo crecería 3,6% en 2022 (bajando del 5,9% estimado en  octubre pasado), y sólo 3,8% en el 2023. El aumento del PIB global en el cuatrienio 2020-2023,  caería a 2,6%. No es poco, dada la caída del 2020 por la pandemia, pero sí es muy bajo  comparando con la pre-pandemia. Para la Argentina el FMI subió el crecimiento al 1,8%, mayor  al de América Latina (que fue 1,2% anual en 2020-23, el menor de los grupos del cuadro), y  también al de Brasil y Méjico, pero la inflación se estimaba que llegará a 64% en los últimos doce  meses.  

En el cuadro 2 vemos que, previsiblemente, el dólar se afirmó fuertemente. De modo acorde,  cayeron la mayoría de las monedas, salvo el dólar y las bolsas, éstas luego de subas excesivas;  la mayoría de las commodities retrocediendo de la euforia anterior. Como insistimos casi siempre,  no hay que omitir, en fin, los peligros que conlleva la gigantesca deuda global, pública y privada,  que supera, por primera vez, el 350% del PIB mundial. En ese marco, será más difícil tomar  deuda para evitar o moderar la recesión global en ciernes. 

El contexto global está ayudando, por ahora, a la Argentina, fundamentalmente por el precio de  los granos. Lo propio ocurriría con los combustibles si Vaca Muerta estuviera funcionando a full y no tan lejos de como está. Para aprovechar estas oportunidades, nuestro país tendría que tener  un rumbo claro y sensato, del que carece, y acuerdos políticos suficientemente sólidos que, lamentablemente, todavía no están, pero puede que se manifiesten en 2023. Mientras tanto, el  gobierno aparece más dividido.