La economía argentina enfrenta un gran desafío que viene de la política, que es la gobernabilidad. La fragilidad en la conducción del Poder Ejecutivo y las internas entre Presidente y Vice profundizan la incertidumbre, que se refleja en la falta de inversión. Desde la vulnerabilidad del oficialismo está siempre el escenario vamos por todo, que está en los genes del kirchnerismo, en especial en la persona más importante de toda la política argentina que es la Vicepresidenta.
El nivel de actividad va levantando hacia una tasa de 6% de expansión este año, es un rebote limitado frente al descenso de 10% del primer año de pandemia. Esta recuperación es heterogénea y la economía se ha amesetado y crece menos entre puntas. El golpe sobre el tejido productivo ha sido enorme por la pandemia sobre todo en el campo de servicios como comercio, turismo. Ha sido importante el cierre de pymes con su efecto directo sobre los empleos.
Como es sabido el gobierno salió con un presupuesto sin red social. No se presupuestó IFE ni ATP. Por el modo en que se trabajó con muy bajas restricciones de circulación no hubo una demanda sensible del sector informal por esta asistencia social.
El Ministro Guzmán realizó en la primer parte del año una política fiscal contractiva con esfuerzos concretos por cerrar la brecha fiscal. Esto se hizo por el temor a la expansión monetaria con su efecto directo en el dólar marginal. Claramente se llegó a las Paso con un dólar tranquilo que nos había asustado a fines de 2020. Si bien se serenó el panorama cambiario es de destacar que la brecha cambiaria es muy distorsiva. Con este nivel de brecha el país está condenado a no crecer. La suba del dólar de octubre pasado influyó en la Vicepresidenta que impulsó la contención monetaria. Si el dólar sube el gobierno entra en una situación de gran vulnerabilidad. Macri sufrió mucho estos saltos del dólar, le hicieron perder la elección por su impacto recesivo. En el primer trimestre del año es esperable una devaluación para corregir el retraso cambiario.
La decisión de controlar el frente fiscal que se materializó en el descenso del ingreso real de jubilados y del sector público. Se revirtió este esquema con la cercanía de las elecciones donde el objetivo pasó a ser una política más expansiva que suponga más consumo. Esa fue la línea de Cristina. El objetivo de llegar a las Paso con mejor salario real quedó muy lejos de cumplirse. La contracción del salario real es significativa y es un factor de malestar social. El desempleo no ha subido al nivel de lo que era esperable. El debate de la reforma laboral está pendiente pero el signo político se resiste a este enfoque por percibirlo menemista. Sin reforma laboral no se puede disminuir el stock de 6 millones de empleados en negro.
El acuerdo con el Fondo parecería que se va a encarar a principios del año que viene. El FMI va a ayudar en el objetivo de ordenar la macroeconomía. Es importante que la decisión pase por el Congreso porque compromete a toda la política y no solo al oficialismo. Esta negociación es relevante a la vez que será muy exigente porque los montos recibidos de dólares en el final del macrismo fueron muy importantes.
El frente social no ha generado episodios de estallido comprensibles con más de 45 % de pobres. Ayuda que gobierne el peronismo. Macri no lo hubiese podido controlar. El sistema de contención que se ha instrumentado a través de los "planes" que inventó el kirchnerismo y copió Cambiemos no va más. Este modo de compensar ingresos lleva al clientelismo y a la pérdida de la cultura de trabajo. Los propios responsables de los grupos que demandan esto subsidios es ir a un esquema donde el trabajo genuino se impulse. Este punto es compartido por la Cámpora. El diagnóstico es común, la implementación es muy difícil porque si no crece la inversión la creación de empleo es voluntarista. Los empresarios no tiene como objetivo crear fuentes de trabajo, su norte es la supervivencia de los negocios y la rentabilidad. La demanda de trabajo es una demanda derivada. Sin crecimiento no se van a generar empleos. El tema es muy crítico en los sectores jóvenes que triplican el nivel de desempleo general.
Los meses que vienen estarán muy influidos por la contienda electoral. Las perspectivas para 2022 y 2023 son complejas porque hay muy poca credibilidad en la clase dirigente. Se estima un crecimiento nulo hasta la elección de 2023 pero con gran volatilidad, la inflación seguirá en torno a los 40 puntos porcentuales. Por supuesto que estas dos variables actividad y precios para 2022-23 dependen de muchos factores. Sin orden son la aparición de un plan, el precio de la soja, la propia interna del gobierno, el desgaste muy peligroso del Presidente (Recordemos Guido, Isabel, De la Rúa, final de Alfonsín), el recambio del gabinete que claramente no funciona bien, el reemplazo del Ministro Guzmán que parece muy probable después de la negociación con el FMI (No es lo mismo que asuma Redrado, Todesca, Massa o Costa), el esquema que plantee el Fondo con menor o mayor ajuste, evolución de Delta. Son muchos puntos y se hace difícil la estimación pero pareciera que son dos años para ponerse el casco y no de grandes proyectos. Esperar, sobrevivir y ver.
La región está convulsionada en el plano político. El modelo populista de Bolsonaro desafía la estabilidad institucional cuando cuestiona a la Corte. Se prepara Lula para hacerse cargo en un PT muy cuestionado por corrupción. Chile expectante con miedo del establishment de si deriva en un esquema contrario al capitalismo o si sigue en la buena senda que por supuesto requiere ajustes a la tradicional inequidad que el caso chileno presenta. Bolivia después de la convulsión política donde fue desplazado Evo Morales ha vuelto a una condición estable de un país muy pobre que ha avanzado mucho en lo que va de este siglo. Perú hay que ver como evoluciona para que no se sacrifiquen 30 años muy buenos de un país muy atrasado pero que fue quien más creció en la región desde 1990. Colombia ha tenido tensiones sociales que se moderaron. Los 22 años de dolarización total en Ecuador tampoco han impulsado el crecimiento en este país que ha sido muy estable en lo monetario pero con alto riesgo país. Venezuela sigue en un deterioro muy triste sin avenida de rectificación, es un estado fallido dominado por los militares en un marco de gran corrupción. Destaca Uruguay que se presenta sólido en grandes desafíos que tiene nuestro país: instituciones, economía de mercado pro inversión, alineación con el capitalismo moderno. Paraguay corriendo de atrás avanza y se va consolidando.
En la región hay demandas sociales fuertes para que los políticos escuchen. Latinobarómetro registra esta falta de liderazgo. Es muy difícil dirigir bien. Pocos políticos en el mundo salen bien valorados de sus gestiones. Merkel es una excepción claramente y la extrañamos. Estamos en el IAE desde 1994 trabajando para el WEF en su encuesta de competitividad. Preparamos la información de la encuesta. El lunes 6 nos informaron en WEF que realizan un ajuste al índice mundial que saldrá a fin de año incorporando factores de cohesión social. Es la línea de muchas instituciones académicas, políticas en todo el mundo, crecer con equidad. Es también nuestro tema central de investigación en el área liderado por Juan Llach, el proyecto de productividad inclusiva.