El programa con el Fondo Monetario Internacional tiene un objetivo de déficit fiscal primario de 2,5% del PIB para este año y de 1,9% para el próximo. Este objetivo de política es sin lugar a duda el más importante de todos objetivos del programa. La inflación de un país puede tener muchas causas, y cuando la inflación es elevada y crónica, como lo es en Argentina, los factores que afectan la inflación se refuerzan unos a otros haciendo el diagnóstico difícil. Pero no debemos confundirnos acerca del principal problema en nuestro país. El desequilibrio fiscal es la principal fuente de inflación y este desequilibrio se debe principalmente a un exceso de gasto. Los planes de estabilización pueden tener muchas formas y para ser exitosos deben tener una consistencia interna que depende de múltiples factores. Pero en nuestro caso, sin una estabilización fiscal, generada por una disminución del gasto, no hay perspectivas de que ningún plan pueda funcionar. Pueden desarrollarse planes que estabilicen el sector externo, dando un respiro a las presiones sobre el tipo de cambio. Pueden desarrollarse planes que financien a fisco reduciendo o eliminando el financiamiento por emisión. Pueden desarrollarse planes de inversión para aumentar la oferta agregada. Pero si no se equilibran las cuentas fiscales, las presiones inflacionarias volverán. El equilibrio fiscal será la base donde las demás políticas podrán brindar una estabilización exitosa.

Menor gasto público repercutirá en beneficios en múltiples frentes: menor demanda de importaciones, menor demanda de divisas, menor financiamiento monetario del fisco, menor demanda de financiamiento privado del gobierno, mayor disponibilidad de crédito para el sector privado y menor presión salarial para el sector privado. Actualmente, dos componentes del gasto son prioritarios y deben ser reducidos para estabilizar la economía: los subsidios y el gasto social. En los subsidios, los componentes que deben ser priorizados son los subsidios a la energía, al transporte y al agua. Las medidas tomadas recientemente para controlar el gasto son positivas. Especialmente las medidas para reducir los subsidios y el gasto social. El congelamiento de la plantilla estatal y principalmente su extensión a las empresas públicas también son medidas importantes. 

El crecimiento real del gasto público es muy alto. El acumulado del año descendió a 7% interanual en agosto, cuando había sido 14% en mayo. Sin embargo, estos números están fuertemente influenciados por el gasto relacionado con la pandemia, que se reduce naturalmente. Si se excluye este gasto, la situación es menos alentadora. El gasto acumulado que excluye COVID creció en términos reales interanuales más de 10% en septiembre, bajando de casi 20% en mayo. Es importantísimo que el gobierno identifique las partidas presupuestadas no ejecutadas y las reasigne con buen juicio, a la vez que reduce el gasto.

El déficit primario fue un 1% del PIB a fin de junio, lo cual fue alentador, sin embargo, esta figura es base caja y no refleja que hubo un incremento de deuda exigible por atrasos de pagos, especialmente en subsidios de energía, totalizando un 1% del PIB. Los atrasos han disminuido un tercio en el último trimestre, algo positivo también. El presupuesto del gobierno nacional enviado al congreso es consistente con el objetivo fiscal de un déficit primario de 1,9% del PIB en 2023. El ajuste presupuestado está dado por medidas de contención del crecimiento del gasto en un marco de menores ingresos. Esto es alentador. Las medidas anunciadas de ajuste al gasto totalizan 0,9% del PIB. El gasto de subsidios se estima que se reducirá en 0,5% del PIB en 2023 en comparación con 2022. La mayor parte es en energía, aunque los de agua y transporte también serán reducidos. Esto es sin duda muy positivo. También se esperan reducciones de 0,7% del PIB en gasto social, en gran parte por la disminución de los bonos de emergencia. Es importante notar que la reducción del gasto social incentiva la participación laboral. También se presupuestaron reducciones en la masa salarial, las transferencias a las provincias y a las empresas públicas, y gasto jubilatorio, que bajará 0,2% del PIB. En total se espera que el gasto primario sea 1,3% del PIB menor que este año. Así, se espera que el financiamiento monetario del déficit fiscal se reduzca también del 0,8 al 0,6% del PIB. La reducción del déficit será menor que la reducción del gasto ya que se presupuesta una caída del ingreso de 0,8% del PIB. Es bueno recordar que en 2021 el déficit primario fue de 3% del PIB, y estamos consolidando a un ritmo de cerca de 0,5% del PIB por año, algo muy tímido para un país que sufre un problema fiscal crónico.