Según el INDEC, la inflación mensual en Argentina alcanzó el 6,0% en abril. Los aumentos de precios mostraron una gran dispersión, con valores máximos de casi 10% en prendas de vestir y calzado y mínimos de 3,3% en bebidas alcohólicas y tabaco. Alimentos y bebidas no alcohólicas, un rubro especialmente importante por su impacto sobre el consumo básico y el bienestar, aumentó un 5,9%.  

Como complemento a la variación mensual, conviene señalar que la inflación interanual (abril de 2022 contra abril de 2021) llegó al 58,0%, y que la acumulada en el año ya es del 23,1% (cuando en abril del 2021 estaba en 17,6%). Por último, la inflación núcleo, es decir, la que se obtiene  extrayendo el comportamiento de precios de bienes estacionales y regulados, mostró un  aumento del 6,7%.  

Es cierto que desde la última parte del 2021 la inflación ha vuelto a convertirse en un problema mundial, aunque muy lejos en magnitud de los valores de la economía argentina. Por ejemplo, en octubre del año pasado, de un grupo de 36 países pertenecientes a la OECD, sólo 13 de ellos tenían inflaciones superiores al 5% anual, y sólo uno de ellos (Turquía) tenía una inflación por  encima del 10%. En marzo de este año, únicamente seis países (Francia, Israel, Japón, Corea,  Noruega y Suiza) registraron inflaciones por debajo del 5% y en siete de ellos la inflación superó  el 10%. Por fuera de la OECD, la inflación alcanzó el 11,3% en Brasil, el 5,4% en India, el 16,7%  en Rusia y el 6,1% en Sudáfrica, también en marzo. Sólo China (1,5%) parecía mantenerse al  margen, aunque en abril ya se observó un aumento significativo (2,1%).  

¿Cómo se origina la inflación? En Argentina el debate parece complejo, pero en realidad la  experiencia internacional histórica de un amplio grupo de países en desarrollo (donde Argentina  no es la excepción) ha permitido sistematizar el conocimiento y agrupar las causas en cuatro  grandes grupos. En primer lugar, la inflación puede deberse a desequilibrios fiscales que obligan  a aumentar el ritmo de creación de dinero (monetizando el déficit) o que conducen a una crisis  de balanza de pagos forzando una depreciación del tipo de cambio. En segundo lugar, la inflación  puede indicar que la economía está creciendo por encima del ritmo que es compatible con  estabilidad de precios. Una tercera fuente de inflación puede examinarse desde el lado de la  oferta de la economía (un shock de costos de producción). Por último, la inflación puede perdurar  en el tiempo al tener un componente inercial que actúa sobre las expectativas y sobre salarios y  contratos.  

Estas causas actúan de modo distinto dependiendo de cada país y su importancia varía. En  aquellos con inflaciones bajas (por ejemplo, por debajo del 5%) o moderadas (entre 5% y 10%)  el componente inercial es muy importante y eventualmente puede sumarse algún shock de oferta.  Pero en economías con inflaciones elevadas (como Argentina) las variables fiscales, la  expansión monetaria y los movimientos del tipo de cambio juegan un rol importante y  predominante. Y, por supuesto, cuanto más “flotante” o libre sea el tipo de cambio, mayor será  el impacto de los cambios en variables fiscales y monetarias. De las cuatro causas mencionadas  anteriormente, la única que en la actualidad no estaría incidiendo sobre la inflación es el ciclo económico, más allá de la rápida recuperación de la economía luego de la crisis motivada por la pandemia.

La implementación de una política de shock (como la dolarización) podría suprimir la inflación de modo muy rápido al actuar sobre las expectativas y eliminar la utilización del dinero y del tipo de cambio como elementos que contribuyen a la inflación, pero implicaría el costo de reducir demasiado el margen de maniobra con la política económica en tiempos internacionales muy complejos e inciertos, y esto hace que el resultado final de un análisis de beneficios y costos de dolarizar sea incierto, especialmente en el mediano y largo plazo. Es por ello que la alternativa de un programa amplio, que involucre metas fiscales y de inflación, pero también el debido apoyo político, aparece como la alternativa más viable. Son muchos los países que a través de ello lograron reducir de modo significativo la inflación, y Argentina no tiene por qué ser la excepción.