La economía mundial, por ahora, se ve parcialmente alterada debido al conflicto ruso ucraniano, no parece vaya a escalar el tema, sería muy riesgoso para Rusia y para la OTAN porque entraría en zona nuclear. Por el lado americano, la inflación doméstica se va a resolver con política monetaria restrictiva. Es la solución Greenspan de hace 40 años cuando asumió el presidente Reagan.
Transitamos un período largo de estanflación desde 2011, estamos confundidos sin poder salir de la rotonda hacia la autopista del crecimiento con estabilidad. El nivel de actividad actual está amesetada y se espera, de enero a diciembre 2022, un crecimiento cercano a 1%. Los precios crecen por inercia, por la sustancial emisión del Plan Platita, por el ruido político, entre otros factores.
Los que analizan inversiones internas o externas perciben gran desconfianza hasta fines del año 2023 y consideran que el país es irrelevante al no cambiar las políticas de fondo y elegir el modelo populista discrecional.
El cepo al dólar tranquiliza la inflación, lo mismo la represión tarifaria y las amenazas a los distribuidores en las góndolas pero es inflación reprimida. Cristina Fernández desearía profundizar esta represión, con los costos que pueden implicar estas medidas sobre el retraso cambiario y el déficit fiscal, y con el consecuente endeudamiento. La inflación no está en un camino exponencial, hoy se ve la híper muy lejos pero si no hay cambios de fondo se puede votar más cerca del 10% mensual. El dinero del bono a jubilados y otros actores que es de 1.000 millones de dólares tipo blue es poco relevante pero contribuirá a la suba de precios. Por otra parte, supone la emisión de la tercera parte de lo acordado hace poco tiempo con el Fondo, es un aumento de base monetaria extraordinario.
Este esquema es estable por ahora en el sentido de que no hay crisis bancaria, ni social ni externa, ni de competitividad. Con respecto a la inflación destaca la linealidad, del nivel de 5% ha llegado a 60% según el REM del Banco Central para este año, considero que será superior en torno a 75% anual y más de 120% el año que viene. Estos números afectarán al crecimiento porque la inflación no es neutral a la inversión. Por otra parte, como trabajó muy bien Walter Sosa Escudero y otros autores, los que más sufren con la alta inflación son los pobres
Con esta inflación se han hecho ajustes reales a jubilados y sector público. Con Macri cayó fuerte el ingreso real del sector público, más de 35%, y esa tendencia continúa, la caída de salario real fue con Macri de 20 % y ahora ese deterioro continúa. La dolarización es para debatir pero en principio inconveniente por sus contraindicaciones.
Para estabilizar sería deseable, como plantea el economista Daniel Heymann (ex Cepal), quizás la figura más conocida en la región que estudió inflación, algo del tipo Plan Austral. El compromiso total de Alfonsín en 1985 que después no mantuvo con coherencia y compromiso presionado por los frentes de oposición. El gobierno sin poder político no puede armar un plan con el éxito efímero del Austral.
Con este panorama de inflación y baja actividad se llegará con una pobreza cercana a 50% a la elección de 2023. Quedan pendientes para entonces reformas en el campo de laboral, previsional y tributario. El FMI no es un actor que pondrá presión para estabilizar, es un Fondo más light que no es duro como lo era antes, en estos tiempos pandémicos. Las empresas desconcertadas por la música general y con mayor motivo por medidas de perspectiva soviéticas de intervención como las del impuesto a lo inesperado. La gente más joven mirando más a Ezeiza y la sociedad viviendo en el país que en ficción escribe Marcos Denevi: Trapalanda. Hay que leer menos los reportes económicos y reflexionar sobre Trapalanda, que es Argentina por todas las observaciones aún actuales de la enfermedad, anomia, adolescencia e inmadurez de un país con potencial enorme que no lo sabe aprovechar. Esperamos tiempos mejores y gran responsabilidad para la oposición.