El contexto mundial está complejo, con la novedad hace 22 días de la guerra Rusia - Ucrania, que se suma a la recuperación pospandemia. Regresó la inflación después de varias décadas en países centrales, con subestimación del problema, que se encarará tarde con subas importantes de la tasa de interés.
La región avanza con dificultad, lo importante del año 22 será el triunfo de Lula en Brasil contra el antisistema Bolsonaro. Uruguay actúa como país ejemplar que fue madurando en la democracia, las instituciones importan. Chile parece que modera a una izquierda más desafiante, también Perú explora el mismo derrotero moderado al reafirmar al ortodoxo Presidente del Banco Central que está desde 2006. Venezuela con menor inflación ya que pasó por la hiper y se dolarizó, 8 millones de emigrados. Un estado fallido con problemas serios de pobreza. Los votantes latinoamericanos no se ven representados por los políticos según Latinobarómetro.
Estos días son definitorios en Argentina para cerrar el acuerdo por el Fondo, un arreglo más resistido por el lado progresista de la coalición oficial. Se perdieron años valiosos, segunda negociación que Guzmán no aprueba con un siete, a lo sumo saca un 4 en el promedio de ambas. No hay un programa común que hubiese ablandado condiciones. El FMI nos ve como un adolescente sin proyecto. No creen que vayamos a cumplir lo pactado y menos nosotros. Si gana Juntos veremos que se hace seguramente algo más orgánico aunque cuesta pensar en temas de arreglos sustantivos como se exploraban en los 90, las llamaban entonces reformas, son cosas del pasado. Brasil quiso ir por allí con el Presidente brasileño Temer. Parecen valiosas en el campo previsional, laboral e impositivo. Podrían ayudar a la competitividad.
El contexto macro, como dijimos, es más complejo, por un COVID-19 que sigue en la cancha y por los efectos de la guerra de Rusia y Ucrania. La suba de los precios de la energía (crudo y gas natural) y de granos impulsa la inflación que está muy alta en la Argentina y va hacia 60 % anual.
La actividad crece 2,5% en 2022 pero como el arrastre es de 4%, en términos netos tendremos una nueva contracción de la economía.
El frente externo es desafiado por los pagos que hay que realizar, en concreto hay un pago el 22 de marzo por ejemplo, esto puede frenar parcialmente a la economía junto al ajuste fiscal. En 2024 se espera tener una situación de equilibrio fiscal y eso seguramente supondrá más impuestos porque la vocación es tocar muy poco el gasto público. Estos dos frenos el externo y el fiscal pueden resentir la actividad y dada una inflación que no cede se complica aún más a la pobreza.
El 98% de la situación de estancamiento es política, la economía aporta muy poco en la solución, si no hay rumbo compartido que incentive al sector privado a invertir no tenemos un futuro de bienestar y seguiremos alternando entre un progresismo populista que atrasa y una visión de centro modernizante con dificultades para gobernar por no tener aparatos y clientelismo.
Es bastante probable que el peronismo no descarrile en una crisis cambiaria asociada a reservas virtualmente nulas. Es un escenario lógico donde ese espacio justicialista proporciona gobernabilidad a pesar de un Poder Ejecutivo muy desprestigiado. Si bien estos dos primeros años de gestión han sido muy erráticos sería para festejar si llegamos con crecimiento nulo entre puntas, es decir si hacemos la plancha entre el final del 2023 y principios de 2022. Es pedir muy poco a un gobierno ausente, si se complica una crisis macro que puede complicar la continuidad del Presidente, el segundo es un escenario que no parece verse en el horizonte.