Hasta el momento, parece que la salida de la crisis de la pandemia no está resuelta. La macro, en buena medida, se subordina a su evolución. 

El contexto internacional le ha jugado una buena partida a la Argentina, al incrementar el precio de la soja, principal fuente de divisas e ingresos fiscales. En esto influye la demanda de China que es la economía con mayor ritmo de expansión. El déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos es razonable en porcentaje del PBI y las mayores exportaciones en valor de soja ayudan. El déficit fiscal primario se viene reduciendo de modo sensible después de los 9 puntos negativos del 2020. 

Las proyecciones de crecimiento del FMI y del Banco mundial son moderadas para la recuperación de este año a nivel mundial. En Estados Unidos llama la atención que el empleo va mejorando buscando el ideal de pleno empleo, es una variable clave a seguir. Los puestos creados en USA son un buen indicador de anticipo de actividad. En lo referente a Europa el panorama laboral es más sombrío con una mayor tasa de desempleo. Powell, presidente de la Reserva Federal, convalida una vez más su apuesta a tasas bajas hasta que la inflación determine lo contrario. Hasta ahora no apareció con niveles de preocupación. Es una cuestión importante, más aún para nosotros que huimos instintivamente del dinero porque no tenemos moneda desde el 75 en el Rodrigazo. A pesar de tamaña política monetaria expansiva la inflación americana converge casi a 2%. Hay fuerzas hacia la deflación en Europa. Hay chances para un nuevo quantitative easing. Las empresas están sentadas sobre el efectivo y Wall Street pasa por un buen momento. Las acciones están creciendo en Estados Unidos, en especial las tecnológicas. La elección americana ha sido bien relevante y estamos en época de definiciones en los primeros meses de Biden. El opositor a Trump no es de gran envergadura carismática pero hay chances para impulsar un desempeño macro en los cuatro años de gestión además de recuperar bases institucionales. 

En Europa hay consenso por un esquema fiscal coordinado, Alemania hace hasta ahora de locomotora de las decisiones. 

Aunque el ánimo en los mercados financieros mejoró en las cifras económicas todavía no superaron las expectativas. Expertos muestran el mismo sentimiento de incertidumbre expresado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y afirmaron que la economía global corre peligro de sufrir otra contracción. 

No hay un acuerdo sobre qué tan mal irán las cosas, domina la incertidumbre, todavía el escenario no es de preocupación si nos centramos en las cifras de nivel de actividad vigentes.

Parte de los problemas que se están planteando dependen de que la eurozona controle sus crisis bancaria, de deuda soberana y competitividad. Existe un claro consenso entre los economistas sobre lo que el bloque de naciones europeas debe hacer. 

La gran mayoría concuerda en que la eurozona necesita un plan urgente que incluya diversos elementos: austeridad y reformas estructurales en países periféricos; integración fiscal con riesgo compartido, incluyendo los eurobonos; respaldo de liquidez a países con problemas de endeudamiento, preferiblemente con un fuerte apoyo del Banco Central Europeo; una profunda restructuración de la deuda y una amplia recapitalización de los bancos europeos de la eurozona. 

El problema es que la solución requiere de difíciles decisiones políticas y ciertos sectores y grupos sociales diversos cargarán con el peso del ajuste. 

En este contexto, el ascenso de la soja amenaza con influir en la economía por dos frentes: el fiscal, mediante un incremento de los ingresos que recauda la AFIP a través de las retenciones a las exportaciones, y el comercial, mediante una expansión del superávit comercial y, por lo tanto, una mayor oferta de dólares para abastecer el mercado interno en momentos donde las reservas están muy comprometidas. 

Lo comentado anteriormente pone de manifiesto que la restricción externa estrecha los márgenes de acción de la política económica. Un contexto con bajo crecimiento del crédito, tasas de interés relativamente bajas, tendrá efectos adversos sobre la actividad económica argentina que ya muestra cierta dificultad para rebotar a juzgar por la evolución del Índice de Producción Industrial (IPI) y del EMAE. De acuerdo con el IPI elaborado por la consultora Orlando Ferreres el sector manufacturero rebotaría al mismo nivel de la caída industrial del año pasado En este sentido la producción industrial se incrementaría en 2021.