Continúa la incertidumbre en EE.UU después del reporte de empleo de agosto, que fue mucho más débil de lo esperado, con 235 mil empleos creados, aproximadamente un tercio de lo que se esperaba. Matizando la decepción, hubo una revisión al alza de los meses de junio y julio, y una caída de 0,2% del desempleo en agosto al 5,2%. El déficit con respecto a antes de la crisis es aún de 7 millones de empleos. La preocupación por la variante delta es quizá la principal razón para la reciente desfavorable evolución. Sin embargo, es posible que haya causas estructurales que contribuyan, dado que hay 10 millones de posiciones disponibles. La inflación de núcleo, mientras tanto, está cerca del 4%. Las perspectivas de estancamiento, con débil mercado laboral, e inflación son ciertas. Mientras tanto, parece probable que el congreso apruebe un paquete fiscal de entre 2 y 3 trillones de dólares antes de fin de año. Aun cuando las autoridades de la Reserva Federal han dicho que se considerará una gradual normalización monetaria, se esperan subas de tasas de interés recién en 2023 y quizás sólo una fracción de un 1%.
La Reserva Federal sigue comprando $120 billones de dólares mensuales de activos, lo que constituye un nivel de emisión enorme y que distorsiona los mercados. Recientemente el presidente de la FED dijo que se considerará la reducción gradual de las compras, y cómo el aumento de la inflación sería transitorio, con una convergencia al objetivo de inflación de 2% a su debido tiempo. Sin embargo, no es claro el curso de acción que se tomará. La FED ha cambiado el año pasado su esquema para la definición de política monetaria haciéndolo más enfocado en resultados de política más que en proyecciones. También adoptó como objetivo la inflación promedio más que la inflación, haciéndolo más sesgado hacia resultados de inflación mayor en casos de una recuperación luego de una recesión. De esta manera, no queda claro que podamos esperar pronto una reducción en la expansión monetaria. Hubo en los últimos meses especulación de que en septiembre se anunciaría un comienzo de la reducción de compras de activos. Ahora parece más probable que un anuncio así no se haga antes de diciembre. Así, una normalización de por sí necesaria, parece demasiado tímida y puede retrasarse.
Es posible que la inflación de núcleo continúe cerca del 4% para fin de año. La incertidumbre política hará difícil una normalización monetaria y una drástica reducción del déficit fiscal. Esto es especialmente cierto en un contexto en el que Europa siga también con políticas monetaria y fiscal expansivas en el 2022. Mientras tanto, la expansión monetaria, junto con la crisis, sumaron deuda privada y pública a una economía que ya venía con crecientes niveles de deuda. Una normalización monetaria aumentará costos de deuda y hasta puede generar correcciones bruscas en segmentos sobreendeudados. Consideraciones acerca de los efectos de una normalización sobre la deuda, tanto del sector privado como del público, y pueden retrasarla, alentando un proceso inflacionario.
Se escucha frecuentemente que las últimas mediciones de inflación, que fueron mucho más altas de lo esperado, fueron influenciadas por cuellos de botella y escasez temporaria en mercados específicos. Fuertes cambios de demanda, con patrones de consumo que viraron desde servicios a bienes de consumo transables, e inversión de los hogares en bienes durables, crearon dislocaciones temporarias en mercados aumentando la inflación. Sin embargo, aun cuando esta lectura se ajusta a la realidad de lo que sucedió en el último año, y si bien pueden ser temporarios los efectos observados, no debe asumirse automáticamente que se volverá a un equilibrio de baja inflación. Las condiciones de oferta restringida por medidas sanitarias, junto con patrones de consumo cambiantes pueden dar origen a sucesivos aumentos de precio en diferentes mercados. Entre las restricciones a la oferta hay que incluir un mercado laboral con gran incertidumbre, en donde no solo las empresas se enfrentan con dificultades para operar ante políticas sanitarias cambiantes, sino también los empleados tienen conductas difíciles de predecir en lo que respecta a las modalidades de trabajo. También hay que recordar que todos estos cambios tienen consecuencias operativas y aumentos de costo, que llevan a un menor crecimiento. Más importante aún, el extraordinario déficit fiscal, con política monetaria muy expansiva, en un ámbito de oferta restringida, hacen pensar que un escenario de inflación creciente con crecimiento débil es de alta probabilidad.