El resultado electoral. Otro shock electoral, aunque en esta oportunidad positivo. Contrario a todos los pronósticos que anticipaban desde una derrota hasta un empate, el gobierno tuvo una excelente elección y ganó prácticamente en todo el país, superando el 41% de los votos, más de 10 puntos por encima del peronismo, y revirtiendo el resultado en la mismísima PBA, donde hace apenas dos meses había perdido por más de 14 puntos. Lo más importante, más allá de la lectura política que se haga entre ganadores y perdedores, es que el gobierno tendrá un bloque parlamentario mucho más fuerte –en la Cámara Baja contará con 93 diputados propios y llegaría a 107 con los aliados del PRO, mientras que en la Cámara Alta tendrá 20 senadores propios y otros 6 del PRO–, no sólo con la capacidad de bloquear vetos, sino también de estar cerca de la mayoría necesaria para avanzar en las reformas estructurales. Sin dudas, un excelente resultado para el oficialismo de cara a los próximos dos años.

Impacto en los mercados. Estimamos un impacto muy favorable en los activos locales que, desde principios de año y en los últimos meses en particular, atravesaron fuerte volatilidad y caídas generalizadas. Esperamos una recuperación significativa de los bonos soberanos –en especial los de legislación local y del tramo medio de la curva–, con el riesgo país bajando rápidamente hacia la zona de 600 pb, descompresión en el mercado de cambios dada la alta dolarización de carteras y una mejora en la demanda de pesos, lo que permitirá reducir las tasas de interés.

Ahora, las reservas. Como venimos destacando en nuestros informes de los últimos meses, el plan de estabilización fue muy exitoso en la disciplina fiscal –superávit primario prácticamente en todos los meses– y en la reducción de la inflación –a pesar de la suba del tipo de cambio, los precios continúan en torno al 2% mensual–, aunque mantenía tareas pendientes: la gobernabilidad y la acumulación de reservas. Considerando que, tras el resultado electoral, la gobernabilidad no corre riesgo y confiamos en el llamado al diálogo del Presidente con las fuerzas opositoras no kirchneristas, ahora sólo resta reforzar las reservas internacionales netas, que actualmente se ubican negativas en USD -10.000 M. Creemos que revertir esta tendencia será crucial para que el riesgo país pueda perforar aún más rápido los 600 pb y alcanzar los 500 pb, nivel que abriría la puerta al acceso a los mercados internacionales de crédito.

¿Siguen las bandas? Es poco probable que, con el rotundo triunfo y la positiva recepción en los mercados, el gobierno ensaye un cambio de régimen cambiario al menos en el corto plazo. Nuestras estimaciones apuntan a que, aun con una menor dolarización de carteras, los flujos del mercado cambiario continuarán tensionados, ya que la demanda viene superando a la oferta desde mediados del año pasado, generando un déficit persistente en la cuenta corriente, sólo interrumpido por medidas discrecionales del gobierno, como la baja de retenciones en julio y septiembre. Bajo el esquema de bandas actual, el gobierno sólo puede acumular reservas emitiendo deuda, por lo que podría volver a testear el mercado con la emisión de Bontes o recurrir a financiamiento directo de bancos internacionales –la designación como canciller del ex secretario de Finanzas Quirno podría ir en esa dirección–. Si este plan prospera, el gobierno mantendría las bandas actuales, aunque aún no está definido cómo serán en 2026 –la banda vigente oficialmente llega hasta el 31 de diciembre de 2025–. Consideramos que sería saludable para el programa una actualización de las bandas, con un piso más alto –más cerca de la cotización actual–, que permita al propio BCRA comprar en el mercado de cambios, evitando así una nueva pérdida de competitividad y una profundización del déficit en la cuenta corriente, además de favorecer una acumulación de reservas más rápida.