No alcanza con gozar de buenos precios internacionales que mejoren nuestros términos de intercambio (la relación entre precio de los productos que exportamos y los que importamos) ni con tener un tipo de cambio real multilateral -que en términos históricos luce competitivo- ni con la recuperación en la demanda global y de Brasil en particular. La combinación de brecha cambiaria elevada y repunte del nivel de actividad ponen en jaque el saldo comercial - que en un contexto de control de cambios se convierte en la única fuente de divisas del mercado de cambios-, al desincentivar las exportaciones al tiempo que fomenta las importaciones.
Con este escenario de fondo, analizamos el resultado del intercambio comercial. Concretamente, continuando con la tendencia que se registra desde septiembre, en noviembre el superávit comercial continuó achicándose al marcar un saldo de apenas USD271 M, muy por debajo de los USD2.500 M de un año atrás, siendo el más bajo desde agosto de 2018. El derrumbe del excedente comercial obedeció a que las importaciones crecieron al 21% i.a. (+25% i.a. en cantidades) mientras que las exportaciones tuvieron la peor performance de los últimos 11 años al caer 26% i.a. (29% i.a. en cantidades que más que compensaron la suba de precios).
Con menor excedente comercial y sin mucho margen de reservas internacionales para ir aguantando (las reservas netas están por debajo de los USD3.000 M), el BCRA debe combinar medidas que repriman la demanda con ajustes del tipo de cambio. Son medidas que pueden tener efecto en el corto plazo pero que no resuelven el problema de fondo pues no reducen las expectativas de devaluación y tienen un efecto negativo en el crecimiento.
