En esta línea de amenazas, destaca el coronavirus que afecta básicamente a China, el Brexit con repercusiones acotadas, la guerra comercial Estados Unidos - China que se ha moderado y el amesetamiento de la región.
Trump va a ganar y se afianzará una economía americana en expansión no necesariamente por mérito de la gestión del Presidente republicano, sino por una fase económica expansiva desde 2010.
El presidente Fernández (AF) continúa con buen nivel de imagen. Los votantes de Macri dicen que la gestión económica termina mal y los votantes K consideran que el Presidente sacará al país adelante. Sigue la polarización.
El viaje a Europa fue positivo. AF fue elogiado como en su momento Macri. Hay buenas relaciones con el FMI y la expectativa que Trump vuelva a apoyar. Esto no deja de ser curioso porque Trump le había puesto fichas a Macri en contra del populismo K.
En la región, Brasil no ayuda mucho porque crece poco y plantea temas que incomodan al oficialismo. Solá en Brasilia moderó tensiones tratando de adaptarse al nuevo arancel externo común, propuesto para el Mercosur.
En estos dos meses (este texto es del 13 de febrero justo después del discurso de Guzmán) pareciera que lo sustantivo fue el ajuste fiscal y la preparación de la propuesta de deuda. Guzmán viene en lo académico del tema deuda, y existe riesgo en que se demore y no se avance en un plan integral de crecimiento y de estabilización. El gobierno insiste en que se va por etapas, pero para recuperar confianza es clave un plan consistente.
Pesce, en el Banco Central, avanza con política monetaria laxa. Las Leliq se pagan con mayor plazo y la tasa de interés baja. Fue un clamor del sistema productivo en tiempos de Cambiemos, pero tiene riesgos la política monetaria expansiva.
La actividad sigue fría porque el salario real, por inercia, está muy bajo y hay más desempleo. Las sumas fijas son incentivos incompletos para recuperar ingresos y las paritarias se sitúan cerca del 30 % con una inflación que va a estar en 2020 en torno del 45%. Evitar cláusulas gatillo es peligroso para los trabajadores sindicalizados y para el sector informal urbano. Los programas de suministro de alimentos del Ministro Arroyo son de gran impacto social, pero no afectan al consumo agregado que caerá este año por la reducción del ingreso real.
Por otra parte, seguramente para cerrar a cero el déficit primario -que es de un punto del producto- se va a recortar la ley de Macri de ajuste jubilatorio, con lo cual los jubilados recibirán seguramente menos de lo prometido por el gobierno “neoliberal”. Quizás los que tienen haberes menores obtengan un monto relativamente mejor.
Esta cuestión previsional suma dudas sobre la recuperación del consumo que es la variable estrella de la macro para los K. Las otras dos claves son inversión y exportaciones, de las que se espera poco por el contexto de precios internacionales, retenciones e inseguridad jurídica para invertir. El cepo, la prohibición de girar utilidades y la violación de derechos de propiedad por el nuevo impuesto a fondos en el exterior, son perjudiciales para la inversión.
La inflación no es un objetivo central del gobierno. Para Fernández es un tema a conseguir recién en 2030, con 40 % en 2020 se festeja. Es una cuestión delicada que no descienda la inflación, a pesar del ancla cambiaria, el ancla de tarifas, el ancla de paritarias, el ancla de sueldos públicos, y los precios cuidados.
El sector externo sigue bien pero por la recesión. Esta supone descenso de importaciones que incluso se van a amarrar más con sistema de licencias. La cosecha pinta bien en toneladas y el clima esta vez sumó. Los precios compensaron un poco un impuesto tan nuestro como son las retenciones.
En cuanto al sector real se observan problemas en la cadena de pagos, hay empresas importantes como Ribeiro, Vicentín y Garbarino con tensiones serias de deuda.
La actividad, si se concreta para bien la renegociación de la deuda propuesta por Fernández, y con una recuperación parcial del consumo, puede dar un crecimiento del 1% en el PIB durante 2021, con 30% de inflación el año que viene. Esto puede complicar la elección de medio término, a la que se llegaría con una macro complicada y pobreza cerca de 35%. A favor del gobierno juega que la oposición no va a ser fuerte en 2021 por la fragilidad del Pro y por su alianza débil con el radicalismo.
Respecto a la deuda pareciera que viene una quita fuerte a bonistas. Esto supone una postura agresiva. No se espera mayor superávit primario sobre la mesa como ocurrió en la solución uruguaya. Stiglitz pide una quita grande. Cristina aspira a una quita de quien no puede hacerla por sus propios estatutos, el Fondo Monetario. Son señales confusas.
El tipo real de cambio puede atrasarse si no crece al menos 20 % este año el nominal. Pareciera que hay vocación de populismo cambiario para no corregirlo para arriba, lo que si sube es el dólar informal con una brecha por ahora manejable. Si se descuida la emisión, se amplía la brecha.
Las provincias parecían que estaban sanas fiscalmente, pero aparecieron deudas, tema complejo. El caso más notorio es la provincia de Buenos Aires. Se presentaba bien llevada por Lacunza y Vidal, pero Kicillof percibe una situación muy límite. Su estilo de negociación en enero de amenazar para después terminar pagando es muy cuestionable.
Las reservas se han movido poco pero no estamos en un ciclo de acumulación. La tentación de emitir está a la vuelta de la esquina, esperemos haya un manejo prudencial de la moneda porque la demanda de dinero es frágil.
Desde 2012 estamos con problemas macroeconómicos que afectan directamente al plano social. Se administran las empresas en un contexto de deterioro. Hay historias de éxito e incluso hasta unicornios, hay empresas rentables pero el panorama general es de atraso e impotencia con una capacidad al 50%. El peronismo, esta vez sin billetera, tiene otra nueva oportunidad, pero pareciera que en base a regulaciones, controles y cambios de reglas de juego como las planteadas al sector intensivo en conocimiento, no vamos a arrancar. Seguimos esperando todas las cartas de los policy makers, por ahora ocultas.
El sector energético, en particular, es clave. No existe un plan integral para el área, se pone mucha expectativa en Vaca Muerta pero el nivel de fracturas hidráulicas no ha crecido mucho en los últimos meses.
En definitiva, estamos con mucha expectativa, nos sorprende que el Fondo esté tan cercano después de haberle fallado. El mundo no nos cree y por esto el riesgo país es 2000 y no 200 puntos básicos, como en el promedio de la región, sin considerar a Ecuador y Venezuela. Hay que ver cómo avanza la bien tratada negociación de la deuda, el Plan “guardado”, las decisiones del día a día del gobierno, y la reacción del círculo rojo a las propuestas del oficialismo.