Con los prototipos de vacunas contra el coronavirus en fase avanzada y tasas de mortalidad reducidas en el mundo desarrollado, las miradas de corto plazo en el mercado se desligan del virus para apuntar a dos desafíos de Estados Unidos: el próximo programa de estímulo fiscal y las elecciones.
El programa fiscal requiere una segunda ronda de estímulos para impulsar la economía norteamericana, que aún tiene camino por delante hasta llegar al nivel de actividad y empleo previo a la pandemia.
Las negociaciones por este programa se encuentran estancadas en el Congreso y sin perspectivas de resolverse en forma previa a las elecciones, que serán el 3 de noviembre. El partido demócrata apela por un paquete de 2,2 trillones de dólares al tiempo que los republicanos, actualmente en el gobierno, apuntan a un gasto menor, direccionado puntualmente a cheques particulares, apoyo a las aerolíneas y a pequeños negocios.
El mercado ya está descontando en precios una aprobación tardía de este programa, con lo cual la sorpresa podría ser positiva y la eventual demora no tener un impacto significativo.
Un punto adicional a considerar es que el programa de estímulos ayudaría a cerrar la brecha de empleo a un ritmo más acelerado, pero su inexistencia no pone en jaque a la recuperación que ya se encuentra encaminada. Para el año 2021 la persistencia de amplia liquidez global, tasas de interés bajas y crecimiento de los principales bloques económicos aportarán a la recuperación de Estados Unidos.
Las elecciones generan mayor incertidumbre. El principal temor del mercado en el corto plazo es una derrota de Trump por un pequeño margen. El presidente podría no aceptar dichos números, apoyándose en sus recientes acusaciones de fraude, e incluso la decisión podría pasar a la Corte Suprema de Justicia. Esto implicaría elevada volatilidad de corto plazo para el mercado, principalmente si se da un escenario de simpatizantes de ambos partidos manifestándose en las calles, lo cual podría desatar enfrentamientos violentos.
Joe Biden no es el candidato que el mercado prefiere, puntualmente por sus proyectos de mayores impuestos a las ganancias corporativas así cómo por su ataque abierto a las energías fósiles. Más allá de ello, no debemos perder de vista que en la elección presidencial anterior Trump era el temor del mercado y Hillary Clinton la candidata deseada. Pues bien, el S&P 500 se encuentra 50% arriba desde la asunción de Trump.
Resulta importante tener presente que históricamente el S&P 500 mantuvo su tendencia alcista, subiendo el 74% de los años comprendidos entre 1928 y 2020, más allá de qué partido haya estado ocupando la Casa Blanca.
El mercado busca cobertura en las energías renovables ante la creciente probabilidad de que Biden se imponga en los comicios. El candidato tiene importantes planes de estímulo y desarrollo para este sector, que sería uno de los más beneficiados por el paquete fiscal de un eventual gobierno demócrata.
Los ETFs de energía solar (TAN) y de energías verdes en general (PBW) acumulan subas de entre 89% y 123% en lo que va del año. El impulso inicial provino por el plan de estímulo fiscal europeo, que pone foco en la reconversión de su matriz energética hacia energías verdes. Estas subas se aceleraron recientemente en sintonía con la mayor popularidad de Biden en las encuestas. Mientras que el S&P 500 subió 1,6% en los últimos 30 días, TAN aumentó de valor 43,6% y PBW lo acompañó con un incremento de 30,4%
