En los mercados financieros globales predomina un clima optimista. Por ahora, los anuncios de vacunasanti-COVID-19 pesan más que los duros rebrotes de la pandemia en Europa y Norteamérica. Las commodities también se muestran firmes, pero, en el caso de los granos, por el afianzamiento de un “efecto Niña” en ambos hemisferios, que augurarían buenos precios, pero malos rindes, aquí y allá.
A todo este cuadro se agrega la elección de Joe Biden como presidente de los EEUU, todavía no reconocida por su antecesor, Donald Trump. Aun no se conoce el plan económico demócrata, pero sí sus ideas. Lo más probable es que se incline a políticas monetarias y fiscales más expansivas, no obstante el estrecho margen para hacerlo. En materia de comercio exterior y relaciones económicas internacionales el panorama es menos claro, pero se espera que aminore la tensión con China, más en el discurso que en la realidad.
En ese marco se firmó el pasado día 15 el acuerdo de libre comercio de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por las siglas del Regional Comprehensive Economic Partnership). Este tratado de libre comercio (TLC) –que, en su origen, incluía a los EEUU- está integrado, hasta ahora, por los diez estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), a saber, Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, más Australia, Corea del Sur, China, Japón y Nueva Zelanda. Por ahora no se incorpora la India. Se fortalece así la región más dinámica de la economía global, que probablemente llegará a ser, también, la de mayor tamaño.
Razones sobran para que la Argentina negocie cuanto antes su relacionamiento. Como mostramos en el último editorial se conocieron las nuevas proyecciones del FMI, que mejoraron el crecimiento del PIB de China en 2020 (de 1% a 1,9%) y redujeron significativamente las caídas de los EEUU y Brasil. Más moderadamente, el FMI también ve un mejor panorama para la economía global, el área del euro y México.
Cuadro 1. Proyecciones de crecimiento global 2020 y 2021, según el FMI
En duro contraste, la evolución del PIB de la Argentina en 2020 fue castigada en casi dos puntos, a -11,8%del PIB, la tercera peor de LATAM, detrás de Venezuela (-25%) y Perú (-13,9%), y entre las diez peores del mundo si se excluyen países muy pequeños, mayormente turísticos o isleños, lógicamente muy golpeados por la pandemia.
En nuestro habitual Cuadro 2 se muestran los cambios del último mes en la evolución de variables relevantes para seguir la coyuntura de la economía global desde el inicio de la COVID-19. La depreciación del dólar continúa, a un ritmo suave y en parte por la expectativa de tasas de interés aún más bajas luego del triunfo de Biden. De manera acorde, las commodites se mantienen firmes, especialmente el cobre y los granos – en este último caso por la previsión de un “efecto Niña”.
Cuadro 2. Los mercados globales desde el indicio de la pandemia
Con la probable aparición de las vacunas y la firmeza de los granos, aunque también con el clima seco por la “Niña, el mundo se está poniendo algo menos hostil para la Argentina. Esto puede ayudar al país en la inminente e imprescindible negociación con el FMI. Pero más aún ayudaría que el gobierno anunciara, y llevara a la negociación con el FMI, un plan de desarrollo de “productividad inclusiva”, que sorprendería a propios y extraños. La Argentina necesita, y puede, aunar el aumento de la productividad al de la inclusión, a partir de un crecimiento significativo de la inversión en capital físico y humano, que cree empleos formales como herramienta fundamental para abatir la pobreza.