La última reunión de la Fed en noviembre concluyó sin cambios en la política monetaria, manteniendo la tasa de referencia en el nivel de 5,25%-5,50% por segunda vez consecutiva, alcanzando así el nivel más alto en dos décadas. Este hecho fue seguido de las declaraciones de Jerome Powell, que enfatizó la posibilidad de que las proyecciones de tasa de interés hayan quedado desactualizadas, lo que el mercado interpretó como una señal de un posible fin del ciclo de incremento de tasas. Este contexto se desarrolla en un escenario de crecimiento económico resiliente, caracterizado por un soft landing. A su vez, las condiciones financieras se están volviendo más restrictivas, y aunque la inflación sigue siendo elevada, muestra signos de moderación. Estas perspectivas han inyectado optimismo en los inversores, quienes vislumbran la posibilidad de que los recortes de tasas comiencen antes de lo previsto, posiblemente en mayo de 2024.
Con el nivel actual del UST10Y en 4,57%, persiste la posibilidad de un aumento que lo acerque al nivel de 5,5% de la tasa de fondos federales. Este escenario tiene paralelismos con los ciclos de 2006-2007 y el año 2000, momentos en los que la tasa a 10 años escaló a su pico, alineándose estrechamente con la tasa de fondos federales, justo antes de que la Reserva Federal emprendiera una política de disminución de tasas.

En este trayecto de ajuste, estamos siendo testigos de una paulatina normalización en la curva de rendimientos a raíz del escenario de soft landing planteado. A pesar de que la curva sigue mostrando una inversión, se perfila una tendencia donde las tasas a largo plazo están ascendiendo más que las de corto plazo, para achicar la diferencia que tienen respecto a la tasa de la Fed. Este movimiento se ha intensificado en los últimos tres meses, evidenciado por el aumento del UST10Y en 51 pb, en contraste con el UST2Y, que tuvo un incremento más modesto de 13 pb. Por su parte, la tasa UST30Y mostró un crecimiento de 47 pb.
En este escenario, el diferencial entre las tasas a 10 años y a 2 años se ha reducido, situándose en -0,40, un nivel comparable al observado en octubre de 2022, aunque lejos del mínimo de -1,09 alcanzado en junio de 2023. Hasta mayo de 2024, que coincidiría con una reducción en la tasa de referencia de la Fed, anticipamos un aumento tanto en la UST10Y como en la UST2Y, con un incremento más pronunciado en las tasas a largo plazo, lo que llevaría a que dicho spread de tasas vuelva a estar en terreno positivo. Este patrón es consistente con lo observado en normalizaciones previas de la curva de rendimientos.

Desde diciembre 2021, se observa una caída de los ETF de bonos del Tesoro americano. Puntualmente en lo que va del año, el TLT, que replica los bonos de 20 años, viene sufriendo una pérdida del 12%. Le sigue el IEF de 7 a 10 años con una merma de 4,3%, mientras que el SHY, que incluye los de duración corta de 1-3 años, y el BIL de 1-3 meses, se mantuvieron estables.
En este contexto, considerando que la Fed no prevé incrementar, pero tampoco reducir las tasas hasta mayo del año siguiente, lo prudente sería mantener posiciones en el tramo corto de la curva, de 1 a 3 años, ya que las tasas más largas aún podrían experimentar un ascenso, más del doble que las cortas. Según el análisis de sensibilidad de bonos, en un escenario donde se estima un aumento de 50 pb para la tasa a 2 años y 100 pb para las tasas a 10 y 30 años, se observa una discrepancia en los rendimientos. Para el tramo corto, se espera un retorno del 1,6% para mayo de 2024, mientras que las duraciones más largas podrían sufrir caídas significativas del -5,4% y -12,8%, respectivamente.

Además, los bonos de corta duración son una opción atractiva para los inversores que buscan obtener rendimientos positivos con un bajo nivel de riesgo. Para los últimos 12 meses, los bonos del Tesoro americano de 1-3 meses y de 1-3 años han sido los más rentables y los menos volátiles entre los bonos del Tesoro, superando a los de mayor duración y a los de empresas de alta y baja calidad crediticia. Estos bonos ofrecen una buena protección frente a las posibles subidas de las tasas de interés, que podrían afectar negativamente al valor de los bonos de mayor duración. Sumado a eso, la relación retorno/volatilidad para los bonos cortos es de 2,2 en promedio, mientras que en plazos más largos se ubica en 0,16.
En resumen, el escenario actual de la curva de rendimientos brinda una atractiva oportunidad para los inversores en renta fija que buscan obtener rendimientos sólidos a corto plazo a través de bonos del Tesoro estadounidense con vencimientos de hasta 3 años, como el ETF SHY. A medida que observamos tasas a corto plazo relativamente estables y un aumento más pronunciado en las tasas a largo plazo, se respalda la idea de mantener una estrategia cautelosa en lugar de extender la duración de las inversiones. Esto se debe a que las tasas más largas aún podrían experimentar un aumento significativo en el futuro. Además, los bonos de corta duración ofrecen una combinación sólida de rendimientos positivos y bajo riesgo, lo que los hace una opción atractiva.