Luego de tres años de confinamiento estricto, el último diciembre el gobierno chino marcó un cambio de rumbo al anunciar la flexibilización de su política cero COVID. Esta inesperada apertura vuelve a poner en la mira a la segunda mayor economía del mundo que, si bien marcó una fuerte recuperación durante el último mes de 2022, aún se mantiene muy rezagada respecto a sus valores previos a la pandemia. Ante este escenario, analizamos el camino que se espera para el gigante asiático. ¿Es un contexto de oportunidad para entrar?   

Hacia finales de 2022, el gobierno chino informó el levantamiento de varias de las restricciones que apuntaban a controlar la propagación del COVID-19 y sorprendió a los mercados. Si bien los contagios se mantenían en niveles históricamente elevados, la cantidad de muertes y hospitalizaciones venía mostrando una lateralización en los números por la inmunidad que está adquiriendo la población ante el avance de la vacunación. Esto lleva a suponer que el gobierno no volverá a establecer los confinamientos –como sí ocurrió en abril de 2022– sino que la reapertura seguirá en aumento. 

Con este marco de fondo, la mira estará puesta en el impacto que la flexibilización tendrá sobre la economía local. Según datos oficiales, durante el 4Q22 el PBI chino registró una suba de 2,9% respecto a un año atrás: el segundo peor valor de los últimos 40 años y muy lejano del 5,5% pronosticado por el gobierno a principios del año. Sin embargo, el fuerte cambio de rumbo podría mejorar las expectativas del país para el año 2023. 

China: panorama actual

A pesar de que no se espera que la recuperación sea lineal, distintos factores podrían empezar a impulsar esta economía. Por el confinamiento, los nuevos depósitos en manos de las familias chinas alcanzaron los 17,8 trillones de yuanes durante 2022. Esto representó casi un 15% del PBI de ese año y estuvo muy por encima de los 9 trillones de yuanes registrados en 2021. Ante una mayor apertura y un sólido nivel de ahorros, será de esperar que la población aumente su nivel de consumo, lo que contribuiría a una mayor recuperación de la actividad. Esto favorecerá principalmente a sectores como bienes de consumo discrecional, servicios y turismo; y representa una oportunidad para aquellas firmas del mundo que registren un importante nivel de ventas en el mercado chino. A su vez, se espera que esta tendencia fomente la demanda no sólo energética sino también de metales como el cobre y el oro, ya que China es uno de los mayores demandantes del mundo de ambos commodities.

A este panorama se le suman las políticas fiscales y monetarias expansivas que viene tomando el banco central chino. Con el objetivo de favorecer el crédito y solventar al mercado inmobiliario, la entidad estableció las tasas de créditos a un año –referencia para créditos corporativos e individuales– en 3,65%: su menor valor de los últimos 10 años. De esta manera, el país se diferencia del resto del mundo, que se encuentra en una etapa más restrictiva del ciclo económico con tasas de interés al alza para controlar la inflación. Con un IPC de 1,8% i.a. –último dato de noviembre de 2022–, el gigante asiático registra un moderado nivel de precios por debajo del promedio de los últimos 10 años de 2%. Esto le otorga margen para continuar con su política monetaria expansiva sin temor a recaer en una inflación por encima de la esperada. 

Cabe destacar que una de las grandes preocupaciones para el país sigue siendo el sector inmobiliario, que representa indirectamente un 25% de su PBI y que se mantiene rezagado por la crisis de deuda que estalló durante 2021. Este rubro retrocedió un 5,1% durante 2022, las ventas cayeron un 33% i.a. y la producción de nuevos hogares se contrajo en un 39,4% i.a. Sin embargo, a pesar de que aún se espera un largo período para que la demanda inmobiliaria recupere sus niveles prepandemia, parece que los estímulos monetarios como la baja de tasas y los nuevos créditos pueden empezar a favorecer al sector y ayudar a que no llegue a un nuevo mínimo durante el año en curso. Además, dado su nivel de ahorros, se espera que los habitantes comiencen lentamente a regularizar sus deudas hipotecarias. 

Recomendaciones de inversión

En caso de continuar con la reapertura, muy probablemente China sea foco de un mayor flujo de capitales en busca de rendimientos atractivos. Es esperable que su mercado de renta variable aumente la demanda por inversores interesados en uno de los pocos países en fase expansiva. 

A pesar de que en el último trimestre recuperó casi un 30%, el MSCI de China aún cae un 32% desde inicios de 2021. La mayor parte de esta recuperación se dio al anunciarse el levantamiento parcial de los confinamientos, lo que lleva a suponer que ante una mayor apertura el índice continuará mostrando esta tendencia alcista, especialmente cuando comiencen a retroceder los contagios. Esto otorga oportunidad de entrada a compañías como Alibaba (BABA) o Baidu (BIDU): ambas firmas cíclicas que pueden adquirirse en el mercado local como CEDEARs. Aquellos inversores que prefieran evitar la volatilidad del mercado chino pueden posicionarse en sectores que se vean favorecidos por esta nueva reapertura, como el energético (ETF XLE) o el de materiales, especialmente cobre u oro. Nuestra cartera Cohen G- Gold- está compuesta por cuatro mineras que cotizan como CEDEARs y viene rindiendo un 9,6% en lo que va de 2023.

Otra forma de aprovechar la reapertura es posicionarse en firmas que no pertenezcan al gigante asiático pero sí se beneficien de su expansión. Entre estas se ubican Boeing (BA), que se vería favorecida por la explosión que pueda tener el turismo asiático, o Qualcom (QCOM). Esta empresa de semiconductores recibe más del 60% de sus ingresos del mercado chino, ya que sus chips se venden a compañías como Xiaomi o Lenovo, muy altamente demandadas en ese país.