En un escenario financiero tan complejo y desafiante como el que Argentina nos presenta desde siempre y aún en 2024, la posibilidad de blanquear capitales se presenta como una invitación a reflexionar sobre la gestión integral del patrimonio. No se trata simplemente de una ventana normativa para acomodar los fondos de corto plazo, sino de una oportunidad para reevaluar y optimizar cómo se gestionan los activos, tanto en familias como en empresas.

La decisión de blanquear capitales es a la vez táctica y estratégica. Más allá de las ventajas inmediatas que podría ofrecer en términos de acceso a nuevas oportunidades de inversión o seguridad jurídica, es una oportunidad para reconsiderar el legado de oportunidades y contingencias futuras a compañías controladas, herederos y sucesores, contemplando el portafolio de inversiones en su integralidad. 

Los argentinos nos movemos en un constante cortoplacismo, resultado natural de décadas de inmersión en un ambiente de incertidumbre jurídica, financiera y hasta prescindente de acuerdos básicos sobre el valor de la propiedad privada. Por esto, nos hemos convertido en un colectivo de avezados cambistas, medidores natos del humor financiero de turno, sensores ultrasensibles de los flujos del sistema financiero vernáculo. 

Es antipático el rol del administrador de carteras de largo plazo cuando distrae al tesorero que todos llevamos dentro de la trinchera en la City. 

Sin embargo, el mundo sigue su trayectoria de inteligencia aplicada a la transparencia de capitales, la voracidad fiscal, las tensiones geopolíticas propias de una polarización de los ejes de un nuevo ordenamiento mundial. 

En este sentido, el blanqueo debería ser visto como una pieza más dentro del rompecabezas dinámico que es la planificación patrimonial de largo plazo, pues si bien representa para muchos un amargo recuerdo del castigo en el tratamiento que se le dio con nuevos impuestos al capital fresco ingresado en el Sinceramiento anterior, también es cierto que el que nos toca pensar hoy presenta una oportunidad de liberar a nuestros sucesores de decisiones incómodas en un entorno global crecientemente hostil a los activos no declarados.

Un enfoque integral para la gestión patrimonial

Una perspectiva integral implica no solo considerar los beneficios directos e inmediatos del blanqueo, sino también cómo este proceso encaja dentro de una visión más amplia de gestión patrimonial. Es decir, ¿cómo puede contribuir la combinación del blanqueo y el diseño de una apropiada estructura patrimonial en el esfuerzo de diversificar riesgos, de alinear mejor los activos con los objetivos de vida del inversor?

Conversando en un reciente webinar con prestigiosos tributaristas, de ambos lados profesionales, el de ellos y el financiero de nuestro lado, comentábamos sobre la frecuencia con la que nuestros clientes se habían arrepentido de participar del último sinceramiento en 2016, luego de haber sufrido embates tributarios. Lo que no considera ese arrepentimiento es la oportunidad perdida de no haber aprovechado aquella ventana para mirar a largo plazo las estructuras necesarias para protegerse de una Argentina cambiante y un mundo cada vez más voraz. 

Más allá de las ventajas que el mercado cambiario generó para reducir esos costos tributarios, utilizando simplemente el tipo de cambio real para la valuación de partidas, no contemplan los inversores que entraron a ese blanqueo la cantidad de noches en las que pudieron dormir tranquilos ante la amenaza de un intercambio bilateral de información financiera con países donde estaban depositados esos bienes a supuesto resguardo de una menguante confidencialidad financiera. Nuestro trabajo, en Cohen y como asesores financieros donde sea que trabajemos, es mitigar el estrés al que los mercados nos acostumbran. Ese estrés no debería ser exacerbado por una amenaza evitable y cuya solución podría estar en manos de todos.

El trabajo que debe hacerse es incómodo, pues incorpora cuestiones familiares, afectivas, de legado, de estrategia, que para los argentinos es un ejercicio infrecuente y contraintuitivo. 

Uno de los aspectos críticos a considerar en el contexto del blanqueo es la posibilidad de mitigar riesgos fiscales futuros, como la implementación de nuevos impuestos que puedan afectar el patrimonio. Herramientas como el Régimen de Incentivo a la Inversión en Bienes Personales (REIBP) emergen como alternativas clave, al abordarse en ciertos momentos vitales de cada inversor.

El REIBP, permite adelantar el pago de impuestos sobre bienes personales con alícuotas reducidas hasta 2027 y así reducir significativamente la exposición del contribuyente a impuestos futuros sobre sus bienes personales, ofreciendo una mayor previsibilidad y control sobre el impacto fiscal en sus activos. Este tipo de instrumentos no solo protegen el patrimonio frente a posibles cambios en la normativa fiscal, sino que también permiten a los inversores gestionar sus recursos de manera más eficiente y alineada con sus objetivos financieros a largo plazo, con la conveniencia adicional que tiene fijar alícuotas ventajosas en este momento.

Existen también ciertas moratorias vigentes, que aconsejamos incorporar en el análisis, para complementar la estrategia y acomodar los activos lo más posible con todas las herramientas disponibles, ya que puede ser necesaria una combinación de ellas, toda vez que hay espacios indefinidos por la norma que pueden ser solventados de esta manera.

Existe un aspecto oportuno en ocasión de este blanqueo que es la posibilidad de ceder en vida bienes que puedan ser declarados en cabeza de herederos. Se trata de una herramienta para ayudar a cónyuges, hijos y nietos a afrontar necesidades financieras, dependiendo de la etapa de vida de cada uno de los miembros, y puede ser una solución, siempre y cuando se considere lo que menciono a continuación.

Las opiniones quedan divididas entre los expertos sobre la particularidad de que si un contribuyente entra en este blanqueo quedará excluido de volver a hacerlo en los subsiguientes hasta 2038, y cuánto de esta medida quedará firme en los textos de los blanqueos futuros. Hay profesionales que indican una alta probabilidad de que las normas que vengan voltearán está precondición para asegurarse mayores ingresos, otros opinan lo contrario, y mucho depende de los movimientos políticos que se vayan dando en nuestras Cámaras Parlamentarias, nuestra Justicia y nuestro Poder Ejecutivo. 

Lo cierto es que Argentina sigue generando un volumen considerable de economía informal, producto de nuestra cultura y de nuestras preferencias electorales pasadas. Esto presenta un desafío para los políticos y para nosotros a la hora de decidir si entrar o eludir esta oportunidad, ya que esa productividad blue se termina acumulando en los contribuyentes tarde o temprano.

Aunque no haya soluciones perfectas, es, por esto mismo, indispensable encarar un análisis con un profesional experto en la normativa aplicable, no se debe improvisar en esta ni en ninguna ocasión que se nos presenta para poner nuestras cosas en orden.

Oportunidades de negocio

Una de las intenciones subyacentes –si no la principal– de esta nueva medida es apuntalar la economía real, canalizando el nuevo capital regularizado hacia sectores productivos que puedan generar empleo, innovación y crecimiento económico, como proyectos inmobiliarios y productivos.

Esta intención se hace evidente en el diseño de las condiciones que presenta el blanqueo, y en las diferencias con el anterior, que fue muy exitoso por los magros costos de entrar y por la libertad de dejar los activos fuera del país, pero que no premiaba necesariamente como el actual el ingreso de depósitos en dólares al sistema local.

Empresas que participan en el desarrollo de infraestructura, energías renovables, agro y sus derivados, bienes raíces, tecnología, entre otros sectores, pueden beneficiarse, y lo harán con los fondos frescos que hayan sido depositados y queden exentos del costo del 5% por quedarse durante los próximos meses dentro del circuito llamado CERA para los flujos, productos y servicios que habiten hasta fin de 2025 este nuevo lado de la economía.

A esto se le agrega el potencial influjo que los grandes jugadores aporten a través del nuevo RIGI, alimentando cadenas de valor particularmente beneficiosas para algunas regiones e industrias puntuales de nuestro país.

El valor de la reflexión personal y familiar

Es importante entender que el blanqueo no es una decisión que deba tomarse a la ligera o de manera aislada. Requiere una reflexión profunda sobre las metas y necesidades financieras, no solo a nivel individual, sino también considerando el bienestar familiar o la continuidad de un negocio. 

Para una persona, puede significar la tranquilidad de tener un patrimonio en orden, conforme a sus principios y aspiraciones a largo plazo. Para una familia, podría ser un paso crucial en la planificación de la sucesión y la protección del legado familiar. Para una empresa, puede representar la posibilidad de consolidar su posición en el mercado y preparar el camino para un crecimiento sostenible.

Este es el momento para que los inversores particulares, las familias y las empresas se detengan a evaluar si blanquear es la decisión correcta, no solo desde una perspectiva legal, sino desde un enfoque estratégico que contemple todas las facetas de su patrimonio. 

Para las familias, el patrimonio debería reflejar el resultado de conversaciones internas sobre nuestro legado, la voluntad de que las cosas ocurran como las pensamos y un acuerdo sobre los comportamientos que queremos lograr en nuestro entorno más cercano. 

Tomarse el tiempo para reflexionar, tomar decisiones incómodas y consultar con profesionales puede hacer toda la diferencia en la creación de un plan patrimonial que sea no solo sólido, sino también sostenible en el tiempo.