Un mundo que crece, recursos que se agotan y una demanda – cada vez más urgente – de adoptar un camino sostenible obligan a repensar por completo un sin fin de industrias. La energética, con el desafío de producir energía libre de emisiones de carbono, y la de movilidad eléctrica – con Tesla a la cabeza – son dos de los ejemplos más escuchados. Pero la nueva industria alimenticia, quizás menos afamada y con un nivel de madurez aún inferior que las dos anteriores, tampoco queda fuera de la agenda verde.

Las iniciativas de cambio en la industria de la nutrición responden, entre otros aspectos, a la necesidad de alimentar a cada vez más personas: precisamente, a 10.000 millones de seres humanos hacia 2050, según estiman los estudios. En ese camino surgen diversos desafíos; algunos propios del cuidado del planeta, como la reducción de la tierra cultivable y un suelo cada vez más pobre en fosfato – un componente clave para la fabricación de fertilizantes –. Otros, como los problemas en las cadenas de suministros globales, se vieron potenciados por la pandemia y la guerra, obligando a las naciones a buscar nuevas soluciones para abastecerse más localmente. Lo cierto es que estos dos factores ponen en jaque a la industria alimenticia actual.

Las iniciativas de cambio en la industria de la nutrición responden, entre otros aspectos, a la necesidad de alimentar a cada vez más personas: precisamente, a 10.000 millones de seres humanos hacia 2050 según estiman los estudios.

Sin embargo, una luz de esperanza comienza a asomarse. La necesidad de “producir más con menos” y a su vez hacerlo de una manera más sostenible y eficiente se entrecruza con una tendencia que de a poco comienza a ganar terreno: la fermentación de precisión, una tecnología que permite, entre otras cosas, producir comida a través de la reproducción de microorganismos y utilizando tan solo una pequeña proporción de territorio. Por otra parte, los alimentos plant based, que “imitan” la proteína animal, incluso ya son frecuentes en las góndolas de los supermercados.

Pero… ¿Es posible diseñar nuestros alimentos en un laboratorio? ¿Qué comeremos en el futuro? ¿La industria ganadera puede ser reemplazada por completo?

Tendencias que marcan el rumbo

Lo que conocemos como carne vegetal o plant based, la famosa “carne que no es carne”, abre el juego hacia este nuevo ecosistema de alimentos – al día de hoy – no convencionales. Ya no sorprende tanto toparnos en el supermercado con alguno de esos productos, pero sí llega la sorpresa al probarlos y notar que se parecen mucho a sus pares convencionales. Ahora, ¿cómo es posible comer carne sin que la misma provenga de un animal?

Según anuncia NotCo, el unicornio chileno que ya cuenta con inversiones de Jeff Bezos, Roger Federer y Lewis Hamilton, acudieron a la inteligencia artificial para “crear un algoritmo que pueda aprender combinaciones infinitas de plantas para replicar los productos animales y que su sabor sea mucho mejor”. En el caso de la firma americana Impossible Foods, entre cuyos inversores se encuentra Bill Gates, su ingrediente secreto es el heme, obtenido de la soja, y cuyo nivel molecular es muy similar al heme de la carne (que le otorga, entre otras cosas, el sabor). Por dicho motivo, se dispusieron a tomar el ADN de la planta soja e insertarlo en una levadura modificada genéticamente para fabricar ellos mismos el heme. Lo cierto es que estas firmas, con ciencia y tecnología mediante, ya logran recrear en gran medida el aspecto, la textura y el sabor de la carne y otros alimentos de origen animal.

Las compañías productoras de alimentos plant based, acudiendo a la inteligencia artificial y a la modificación genética, ya logran recrear en gran medida el aspecto, la textura y el sabor de la carne y otros alimentos de origen animal.

Pero el advenimiento de este tipo de productos significa mucho más que una simple opción veggie en el menú – que las cadenas de fast food más reconocidas ya se animaron a incorporar –; se trata más bien del primer paso hacia un universo mucho más amplio, que tiene su siguiente nivel en la fermentación de precisión. Esta tecnología es capaz de producir alimentos casi “desde la nada misma”, en un laboratorio y mediante la reproducción de microorganismos, como sucede con el yogurt, el vino o el queso. Veamos algunas de las ventajas de esta tecnología.

Más alimentos, menos recursos. La fermentación de precisión utiliza, además de una escasa superficie de territorio, únicamente la programación de microorganismos. Compone de esta manera una fuente de alimentos estable e inagotable, que permite “producir más con menos” y es capaz de copiar a la perfección, por ejemplo, la leche entera que tanto conocemos.

Un triunfo para la sostenibilidad. La explotación de la tierra y el maltrato animal quedarían a un lado cuando esta tecnología comience a ganar fuerza. Hablamos de un método que fue pensado para ganar en eficiencia y sostenibilidad. Y si gana esta última, ganamos todos.

Alimentos baratos. Un informe elaborado por el think tank RethinkX arroja un pronóstico por demás alentador al avizorar que, hacia 2035, los alimentos producidos a través de la fermentación de precisión serán entre 50% y 80% más baratos que aquellos derivados de la agricultura y la ganadería convencional, cuya demanda – según afirma el informe – caería considerablemente para aquel entonces.

Con la potencialidad de producir más con menos, y de una manera más sostenible, la fermentación de precisión promete alimentos en mayor abundancia y más baratos para todos.

Hablar de las alternativas a la carne es hablar de una industria de USD 140.000 millones de facturación de cara a los próximos 10 años, según afirma Reuters – citando un informe del banco Barclays –. La siguiente pregunta es: ¿quiénes son sus principales exponentes? ¿Qué startups están detrás de esta tendencia? 

Exponentes de la nueva alimentación

Más allá de las compañías mencionadas, ya posicionadas en el mercado con sus productos plant based, la fermentación de precisión encuentra a su gran abanderada en la empresa finlandesa Solar Foods, desarrolladora de una particular harina llamada Solein, creada únicamente con CO2, agua y electricidad. Solein, un polvo de similares características a la harina de trigo, es la puerta de entrada para la generación de diversos alimentos, suplantando la harina tradicional, y cuya fabricación no depende ni del suelo, ni del clima, ni de la lluvia.

En este marco, George Monbiot, periodista y activista medioambiental, afirmó en una columna en “The Guardian” que vio algo especial en la creación de Solar Foods, en una época que él define como crítica: “Es nuestra mejor esperanza de detener lo que algunos han llamado la ‘sexta gran extinción’, pero yo prefiero llamarla la gran exterminación”. Además, no tuvo tapujos al atribuirle a la fermentación de precisión un rol crucial en el futuro, a la hora de combatir el hambre en el mundo: “Si se hace bien, significa comida barata y abundante para todos”.

Pero no es Solar Foods el único exponente de la fermentación de precisión. La biotecnológica americana Ginkgo Bioworks da que hablar por su gran variedad de productos – no solo alimentos – creados vía reproducción de microorganismos. Otro caso emblemático es el de Perfect Day, también con base en los Estados Unidos, que adquirió trascendencia por su “leche que no es leche” – pero es molecularmente idéntica – fabricada a base de hongos, y cuyo “suero no animal” ya es utilizado para la elaboración de helados, quesos y otros productos. Lejos de tratarse de una mera “promesa”, en vistas a erradicar los conflictos actuales que ponen en jaque a la agricultura, la nutrición y al planeta en general, estas soluciones ya son una realidad palpable para consumidores e inversores.

Con soluciones que buscan erradicar los conflictos actuales que ponen en jaque a la agricultura, la nutrición y al planeta en general, la fermentación de precisión ya es una realidad palpable para consumidores e inversores.

La industria de la nueva alimentación, aún joven y con un largo trecho por delante, avanza a pasos agigantados: sin darnos cuenta, carne 100% vegetal – que fácilmente nos hace olvidarnos de la carne animal – o harina creada casi “desde la nada” irrumpieron en nuestras vidas, e incluso esta última también dice presente en varios supermercados de todo el mundo. Aún así quedan varios interrogantes: ¿será la solución definitiva que tanto necesitamos? ¿Cómo evangelizar a las personas para que dejen de lado el bife y los lácteos de siempre, para suplantarlos con productos no animales?

Sin la respuesta aún, pero con una propuesta clara y prometedora, lo cierto es que las inversiones en este sector ya adquieren un especial atractivo.