Otra mala jornada para los mercados globales, en la que los buenos datos de actividad de EE. UU., comentarios de miembros de la Fed y la incertidumbre generada por las amenazas a las empresas de semiconductores generaron caídas de bonos y acciones.
Concretamente, la presidenta de la Fed de San Francisco, Mary Daly, dijo que, a pesar de la reciente mejora en los datos de inflación, todavía espera más confianza en que la inflación avanza de manera sostenible hacia el objetivo del 2%. En la misma línea, el gobernador de la Fed, Christopher Waller, también afirmó que cree que los recortes están cerca, pero enfatizó que, mientras tanto, observará de cerca los próximos indicadores económicos. A esto se sumó el informe sobre la actividad manufacturera en la región del Atlántico Medio de EE. UU., que se expandió más de lo esperado en julio en medio de un aumento en los nuevos pedidos. En tanto, las últimas solicitudes semanales de desempleo, aunque sumaron 10.000 más que la semana previa, habrían obedecido a factores estacionales, lo que indica que el mercado laboral sigue ajustado.
Esto impulsó los rendimientos de los bonos del Tesoro que, luego de alcanzar el nivel más bajo de los últimos cuatro meses, repuntaron levemente en la jornada del jueves, con la UST10Y cerrando en 4,19%, 4 pb por encima del miércoles. Este contexto golpeó a todos los índices de renta fija, que quebraron la recuperación que venían marcando y anotaron una caída promedio de 0,3%.
En cuanto a las acciones, la peor performance la tuvo el Dow Jones que, tras alcanzar un máximo histórico en la jornada previa, retrocedió 1,3% en la rueda de ayer. El S&P 500 y el Nasdaq profundizaron el ajuste de las últimas jornadas, anotando una caída de 0,8% y 0,5%, respectivamente. Las acciones tecnológicas de gran capitalización lideraron la caída, y la liquidación se extendió a los demás sectores, ya que la mayoría terminaron en números rojos. Entre estos, se destacó el sector de salud con una pérdida de 2,3%, impulsado por Eli Lilly, que se hundió un 6,2%. El ajuste en las cotizaciones de las acciones también se reflejó en el resto del mundo, dado que el índice global sin EE. UU. cayó 1,0%, destacándose la baja de 2,6% en Latinoamérica, impulsada por la caída de 3,2% en el índice de Brasil.
El dólar se fortaleció contra todas las monedas y contra el oro. La presión sobre los rendimientos de los bonos del Tesoro impulsó la divisa estadounidense, que anotó un alza de 0,4%. Se destacó el incremento de 0,8% respecto al yen y de 1,2% contra el real, que terminó en USDBRL 5,5. El oro retrocedió 0,5% hasta USD 2.445 la onza, alejándose del máximo histórico registrado en la jornada previa.
Los commodities tuvieron una rueda mixta. El petróleo no registró cambios –el WTI cotiza en torno a USD 82 el barril– y la soja detuvo su caída, logrando un leve repunte hasta cerrar en USD 403 la tonelada. La peor parte se la llevó el cobre, que bajó 3,0% y cerró en el nivel más bajo de los últimos tres meses, ante el pesimismo por la demanda industrial de China, el principal consumidor mundial de metales.
En cuanto a Europa, tal como se esperaba, en la última reunión de política monetaria, el BCE decidió mantener los tipos de interés sin cambios, ya que los datos actuales respaldan sus perspectivas de inflación anteriores. El tipo de las operaciones principales de financiación se mantuvo en 4,25%, el tipo de la facilidad de depósito en 3,75% y el tipo marginal de crédito en 4,5%. Algunos indicadores de inflación aumentaron en mayo debido a factores temporales, pero la mayoría se estabilizaron o cayeron en junio. El impacto inflacionario del alto crecimiento de los salarios ha sido mitigado por las ganancias, y la política monetaria sigue siendo restrictiva. A pesar de esto, las presiones sobre los precios internos y la inflación de los servicios siguen siendo elevadas, y se espera que la inflación general se mantenga por encima de la meta durante el próximo año. El objetivo de las autoridades es devolver la inflación al 2% y mantendrán tipos de política restrictivos según sea necesario.