La jornada dejó señales mixtas, pero relevantes. Por un lado, la Fed mantuvo su enfoque paciente y data dependiente al dejar sin cambios la tasa de interés. Por el otro, la política comercial volvió al centro de la escena, con Trump redoblando la apuesta arancelaria y reavivando temores sobre una escalada global. El sólido dato de crecimiento en EE. UU. trajo alivio, pero fue interpretado como una señal de que los recortes de tasas podrían demorarse más de lo previsto. El mercado respondió con subas en los rendimientos de los bonos y un fortalecimiento del dólar.

De esta forma, la Fed mantuvo las tasas sin cambios en el rango de 4,25%-4,50% por quinta reunión consecutiva, tal como se esperaba, aunque dos gobernadores votaron a favor de un recorte –la primera disidencia doble desde 1993–. Los funcionarios señalaron que, si bien las fluctuaciones en las exportaciones netas siguen afectando los datos, los indicadores recientes apuntan a una moderación de la actividad económica en el primer semestre, en contraste con evaluaciones previas que mencionaban un crecimiento “sólido”. La Fed también indicó que la tasa de desempleo se mantiene baja, la inflación algo elevada y persiste la incertidumbre sobre las perspectivas económicas. Reafirmó que futuros ajustes en la tasa dependerán de los datos entrantes, la evolución del escenario macroeconómico y el balance de riesgos. La Fed mantiene un enfoque de “wait and see” ante el temor creciente de que la guerra comercial en curso complique el objetivo inflacionario del 2%.

En materia comercial, Trump endureció su postura con una serie de medidas arancelarias. Anunció un arancel del 25% sobre productos de India, que podría elevarse desde el 1° de agosto por sus vínculos con Rusia, y oficializó un arancel del 50% sobre importaciones desde Brasil. Además, impuso una tasa del 50% sobre productos semielaborados de cobre (excluyendo chatarra e insumos) y eliminó la exención de aranceles para importaciones de bajo valor (menos de USD 800), a partir del 29 de agosto. Finalmente, EE. UU. y la UE aceleran para cerrar los últimos detalles de un nuevo acuerdo comercial antes del viernes, aunque enfrenta fuertes críticas internas en Europa.

Por otro lado, la economía de EE. UU. creció un 3% t/t anualizado en el 2Q25, según la primera estimación del BEA (Bureau of Economic Analysis), superando ampliamente el 2,4% esperado por el mercado y revirtiendo la contracción del -0,5% del 1Q25. El principal impulsor fue una caída del -30,3% en las importaciones (vs. +37,9% en el 1Q), debido al adelantamiento de compras en los primeros meses del año por temor a mayores aranceles. El consumo privado se aceleró a 1,4% (vs. 0,5% en 1Q), con un alza del 2,2% en bienes y del 0,9% en servicios. La inversión fija se redujo fuertemente a 0,4% (vs. 7,6%), con bajas en estructuras (-10,3%) y residencial (-4,6%), en tanto que la inversión en equipos creció 4,8% (vs. 23,7%). Las exportaciones retrocedieron -1,8% (vs. +0,4%), al tiempo que los inventarios restaron 3,17 pp al crecimiento.

Tras el discurso de Powell, las acciones operaron a la baja. El Dow Jones se llevó la peor parte al caer 0,6%, mientras que el S&P 500 retrocedió 0,3% y el Nasdaq se mantuvo neutral. Visa perdió 0,5% a pesar de presentar resultados mejores a los esperados, y Starbucks cedió 0,9% también a pesar de reportar ingresos superiores a las estimaciones. A excepción del EWZ (+0,7%), el resto de las bolsas del mundo cayó. Europa perdió un 1,2%, China un 1,2% y Japón un 0,1%.

Por su parte, las tasas reaccionaron al alza, con subas de 7 pb para la UST2Y, que cerró en 3,94%, y de 5 pb para la UST10Y, que finalizó en 4,38%. De esta manera, el índice de bonos del Tesoro bajó 0,3%. Por otro lado, el Tesoro mantuvo sin cambios los volúmenes de emisión de notas y bonos, pero anunció que incrementará el volumen de recompras de títulos nominales de largo plazo y de TIPS, lo que reduce la oferta de instrumentos de mayor duración. La caída en los bonos del Tesoro perjudicó a los Investment Grade (-0,4%), mercados emergentes (-0,3%) y High Yield (-0,2%).

El dólar volvió a apreciarse en el mundo, principalmente frente al euro. El DXY exhibió una suba de 0,9% y cerró en 99,79. De esta manera, en julio acumula un aumento de 3,0%, mientras que en el año retrocede un 8,0%. El euro cayó 1,1%, la libra 0,9% y el dólar se apreció 0,7% frente al yen. El fortalecimiento de la divisa americana sumó presión bajista adicional sobre el oro, que retrocedió 1,6% y cerró en USD 3.272 la onza, ya que el mercado pospuso sus expectativas de recortes este año. El metal, que suele beneficiarse de tasas más bajas y mayor incertidumbre, también enfrentó vientos en contra por los sólidos datos de PBI de EE. UU.

En cuanto al petróleo, persiste la presión al alza sobre el precio debido a la amenaza de Trump de sancionar a países que importen petróleo y gas ruso, sumado a la mejora en las perspectivas de demanda global por el reciente acuerdo con la UE. En este contexto, el petróleo WTI aumentó un 1,4% y cerró en USD 70 por barril. Distinta fue el caso de la soja, que cedió otro 1,4% hasta USD 355,6 la tonelada, acumulando una baja de 3,1% en lo que va del año.