Ayer la administración de Joe Biden estableció nuevas medidas, entre las que se destacó la prohibición a las importaciones tanto de petróleo como de gas ruso. A pesar de la presión que esta medida tendría sobre los precios del sector energético, el objetivo continúa siendo limitar el financiamiento de Rusia, para así desincentivar la invasión. 

Por el lado europeo, los principales países acordaron un plan para recortar hasta dos tercios su dependencia con la energía rusa para finales de este año. La dificultad radicaría en países como Alemania, que importa casi el 65% de su gas de Rusia, por lo que tendría que acceder a otros mercados que logren alcanzar su nivel de abastecimiento. Las sanciones impuestas llevaron a Rusia a amenazar con el corte total de exportaciones, lo que afectaría principalmente a Europa. 

Este contexto llevó al WTI a avanzar 4,8%, hasta alcanzar los USD 125, nuevo récord de los últimos 10 años. Según el Banco Mundial, la suba persistente del crudo llevará a recortar al menos un punto porcentual del PBI en aquellas economías en crecimiento que son grandes importadoras de petróleo, tales como China, Indonesia y Turquía. A esto se le sumará el encarecimiento que tendrá el sector alimenticio, debido al rally alcista que está marcando el trigo, al acumular Rusia y Ucrania casi el 24% de la producción mundial.