¿Habrá un antes y un después de la pandemia del COVID-19? La respuesta que más adeptos está teniendo indicaría un rotundo sí. No sólo las personas tendrán que modificar varios aspectos de su vida cotidiana, sino que las empresas –y en particular las pequeñas y medianas– se verán enfrentadas a grandes cambios. Pasar este nuevo test será clave para el futuro de los negocios. Como siempre, los que más rápido se adapten serán los más favorecidos en esta nueva era pospandemia, que promete acelerar algunos cambios de paradigma que ya venían asomando con fuerza.  

Un artículo publicado en una serie de papers de la Universidad Torcuato Di Tella con el título "Una 'vieja' estrategia industrial para un 'nuevo' mundo pospandemia" recuerda que los países desarrollados impulsaron una fuerte estrategia de promoción industrial en la última década. La norma ha sido implementar programas de auspicio a la Industria 4.0, promoviendo la adopción y creación de tecnología en la producción con mecanismos de incentivos, como el aumento en la inversión en I+D, beneficios fiscales y fomento a las exportaciones con alto valor agregado.  

Desde el America’s First hasta el Industrie 4.0 alemán o el Made in China 2025, e incluso el Make in India, vemos cómo al menos 24 países han implementado políticas de promoción a sus ecosistemas de innovación nacionales, fortaleciendo las redes de ciencia y tecnología aplicadas y construyendo la asociación de los sectores público, privado y científico. "Lejos de cerrar la economía, su fin ha sido dar competitividad a la producción de sus manufacturas y no quedar atrás en la carrera tecnológica", dicen.  

Yendo hacia lo que deberíamos esperar para los próximos años en un escenario pospandemia, no se necesita ser futurólogo para prever que el mundo se volverá más digital. Las medidas de confinamiento han obligado a muchas empresas a cambiar fundamentalmente la forma en que compran y venden bienes y servicios, lo que está acelerando las tasas de adopción digital.  

Además, los especialistas destacan que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China ya habían demostrado la interconectividad de las cadenas de suministro globales y cuán vulnerables son si cambian incluso los pequeños parámetros. Razón por la cual, se cree que después del COVID-19, las empresas comenzarán a repoblar (localizar) parte de su producción. Se trata de una transformación del sector industrial en la Cuarta Revolución Industrial, que tendrá importantes implicaciones para las empresas y, en particular, las Pyme.

Esta clase de empresas representan alrededor del 15% de la matriz empresarial de América Latina, ofrecen más del 30% de los empleos, y su peso en las exportaciones es inferior al 5%. Reportes de CAF –banco de desarrollo de América Latina– y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advierten que la productividad tiende a disminuir en la medida en que se reduce la escala de la empresa. Un factor que explica tal relación es la dificultad para incorporar avances tecnológicos en el modelo de operaciones. De allí que el desafío de las Pymes consiste en desarrollar modelos más eficientes y productivos.

Para sobrevivir en el actual contexto de impactos causados por la pandemia del COVID-19, muchas empresas tienen que recurrir al uso intensivo de herramientas digitales para implementar el teletrabajo, realizar compras y ventas online, así como gestionar procesos de producción de forma remota. Pero esto constituye un gran reto, en especial para las micro, pequeñas y medianas empresas, segmento al cual le ha costado más subirse a la ola digital.

¿Qué necesitan las Pymes? Un trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es elocuente con la respuesta. "La clave hoy es seguir generando ingresos para sostenerse en el mercado y una vía para ello es la digitalización de los procesos. No obstante, para muchas Pymes esto puede volverse imposible sin el acompañamiento y apoyo adecuados que hagan el camino menos doloroso", advierte el organismo multilateral.

Si bien la penetración de Internet y dispositivos móviles ha aumentado significativamente en la última década en América Latina y el Caribe (ALC), el uso de aplicaciones productivas y sofisticadas aún está muy concentrado en el subgrupo de empresas exportadoras y del sector de servicios, de acuerdo a un estudio del INTAL del BID.

El organismo advierte que la realidad es bien distinta para la mayoría de las Pymes en la región, que representan el 99% de las firmas y el 60% del empleo, según datos de CEPAL de 2018. Por ejemplo, en Chile, datos de la Encuesta Longitudinal de Empresas señalan que, aunque un 90% de las Pymes tiene conexión a Internet, su uso se limita a enviar y recibir correos electrónicos, mientras que solo un 40% tiene página web y un 27% realiza comercio electrónico. Otro estudio regional (realizado en 8 países de ALC), encargado por Visa en el 2018, revelaba que el 70% de las Pymes usaban efectivo como método de pago.

La digitalización, que antes parecía un extra para aumentar la productividad y las ganancias, hoy se ha vuelto un requisito para que las empresas sobrevivan. Pero para que las Pymes comiencen a transitar por la ruta de la transformación digital necesitan dotarse muy rápidamente de una serie de elementos.

Por un lado, recuerda el BID, necesitan conexiones de calidad y dispositivos tecnológicos (computadoras y servidores). Por otro, requieren soluciones digitales, incluyendo sistemas informáticos para ventas, marketing y gestión de clientes adaptados a sus necesidades específicas, soluciones reforzadas de ciberseguridad, y herramientas para potenciar sus oportunidades de negocio (plataforma de comercio electrónico, medios de pago digitales, etc.).

"Una particularidad de la actual revolución consiste en que el aprovechamiento de las oportunidades depende, en gran medida, de la capacidad profesional del recurso humano y de su grado de alfabetización y formación digitales", advierte la CAF.

Por ejemplo, se requiere un personal capaz de familiarizarse con soluciones que permiten almacenar y procesar información en la nube, para dejar en el pasado los archivos e interacciones físicas. También es importante dominar la captación y la acumulación inmediata de datos, derivados de las interacciones en las etapas de un proceso o un servicio de atención al cliente, dado que proporciona mayor inteligencia del negocio.

"Además de un conocimiento básico de los temas tecnológicos, el reto de las pymes requiere ajustar los modelos mentales de sus propietarios y gerentes; es decir, los paradigmas simbólico-normativos que enmarcan los modos de ver, pensar y actuar de líderes y referentes organizacionales", agrega la CAF.

En las grandes empresas existen equipos especializados en esas tareas; pero en el mundo de las Pymes tienen que sacar tiempo "del día a día" del negocio para invertirlo en la planificación y la ejecución de estrategias relacionadas con la revolución digital. Los especialistas reconocen que la capacidad de adaptación, la gestión del cambio y el seguimiento continuo de tendencias son tareas imprescindibles ante la permanente evolución de las tecnologías tradicionales.

Claro que la implementación es siempre la fase más compleja. Por eso, las Pymes deben reconocer la necesidad de un concepto sistémico de la organización, que nunca será solo estructura sino también estrategias, procesos, sistemas, culturas y modelos administrativos.

Todos estos componentes están desde ya afectados por las nuevas tecnologías digitales y, por lo tanto, deben ser repensados y alineados para lograr ventajas competitivas y conquistar y mantener clientes cada vez más exigentes. La rigidez de normas, prácticas, costumbres y procedimientos tiene que sustituirse por una concepción gerencial orientada a la flexibilidad y la resiliencia.

"Los nuevos tiempos serán para los 'maestros digitales', que combinen capacidad tecnológica con capacidad de liderazgo. Los conservadores –los que apenas comienzan– y los seguidores de modas serán superados. Pasar del análisis a la acción requiere un estilo de liderazgo acostumbrado a gestionar y moldear el cambio; un cambio que se torna mucho más apasionante cuando se le aborda desde la perspectiva de la organización 4.0", concluye el trabajo de la CAF.