El continente europeo se encuentra en una situación delicada: la guerra se extiende, la crisis energética se agrava, la inflación alcanza registros muy elevados, la economía se enfría, la política monetaria acentúa su sesgo contractivo y surgen riesgos de sostenibilidad de deuda. ¿Cómo posicionarse en este contexto? ¿Dónde vemos oportunidad?

Si bien en el frente bélico las posiciones están paralizadas, Rusia avanza muy poco en el Este y Ucrania muy poco en el Sur, mientras continúe la guerra el riesgo de escalada del conflicto en Europa seguirá así como la perspectiva de que el presidente ruso, Vladimir Putin, utilice la palanca de la energía como arma. Y, con ello, crece la incertidumbre en la región.

Uno de los efectos dominó más importantes de la guerra en Ucrania es la crisis energética en el continente europeo, que ha dependido del petróleo y del gas natural de Rusia durante años. Y al efecto causado por los envíos de gas desde Rusia a Europa prácticamente cortados, se suma la bajada del caudal del río Rin que dificulta envíos de carbón a plantas térmicas alemanas. Los contratos de energía a un año en Alemania, el corazón industrial de Europa, llegan a USD 700 el megavatio desde debajo de USD 100 hace poco más de un año. Esto es equivalente a utilizar un barril de petróleo para generar energía térmica a USD 1.000 el barril. Es bastante probable que se vean afectados los consumidores y también las plantas industriales intensivos en el uso de energía.

Pese a las sanciones, Rusia se las ha arreglado para seguir exportando petróleo al mundo: la producción de julio fue de 10.8 millones de barriles diarios que sitúan a Rusia en niveles cercanos previo de la invasión a (11.1). Esto permite a Putin contar con financiamiento para la guerra. Del lado ucraniano, continúa el apoyo político y militar de occidente para frenar un avance del país ruso en el resto de Europa.

En este escenario, la actividad económica desacelera. El PMI de servicios se ubicó en 50.2 en agosto con una disminución respecto al mes pasado (51.2) y frente al año pasado (58.9). Mientras que, con costos energéticos en récord, el PMI de manufacturas de Europa se mantiene en terreno de contracción por segundo mes consecutivo en 49.7 puntos. Según Focus Economics, institución que agrupa proyecciones económicas a nivel global, en lo que va del año las expectativas de crecimiento económico para el 2022 han pasado de 4.3% en diciembre del año pasado a 2.6% en agosto.

Por el contrario, la inflación acelera: en julio se ubicó en el registro más alto desde la creación del Euro (8.9%). Y actualmente se espera que para este año termine en 7.5% frente al 2% de lo que se esperaba a fines del año pasado. El mes pasado, el BCE realizó una suba de 50 puntos básicos en su tasa de política monetaria y terminó con el programa de expansión monetaria cuantitativa. Sus funcionarios enfatizaron la importancia de reaccionar con fuerza para evitar que las expectativas de inflación continúen subiendo pese a la desaceleración económica.

La crisis de deuda de la periferia vuelve a escena

Desde que el BCE anunció que se terminan los estímulos monetarios, los spreads de deuda de países como Italia, España, Grecia y Portugal subieron abruptamente. Para estos países, la situación es compleja ya que la sostenibilidad es una combinación de bajo déficit fiscal, crecimiento económico y tasas de interés. Hasta ahora, lo único que permitió ser sostenible fue la tasa de interés real en términos negativos por política monetaria expansiva. Ahora que las tasas se mueven al alza se hace más marcada la dificultad que están teniendo estos países para crecer o llegar a superávit fiscal. El BCE intervino con compras de bonos de países de la periferia por EUR 17.3 MM mientras que acelera la venta de bonos alemanes, pero la situación puede tornarse bastante riesgosa ya que tendrá que testear cuantos bonos de la periferia está dispuesto a tener en su balance.

¿Malas perspectivas?

Incluso con una política monetaria más contractiva el Euro no ha cesado de perder valor contra el dólar. En lo que va de agosto perdió 1.7% alcanzando su registro más bajo desde el 2002 y ya se sitúa casi debajo de la paridad frente al dólar. A medida que la incertidumbre no cese es probable que este comportamiento también se mantenga.

Europa está en una situación económica y política muy delicada que parece que solo se va a agravar. En este sentido, si bien los activos financieros están a precios bajos en términos históricos, es difícil que encuentren un rebote en el corto y mediano plazo. Es recomendable alejarse de los activos que están directamente expuestos. Sin embargo, hay estrategias que pueden resultar atractivas en esta situación.

Con Europa en crisis energética, las empresas petroleras de occidente pueden aprovechar esta situación. La americana Cheniere Energy (LNG) lidera en envíos de gas a Europa que se han aumentado a niveles históricos y es muy probable que para los próximos años continúe esta tendencia. Por otro lado, se puede acceder al sector energético diversificado con el ETF Energy Select Sector SPDR (XLE). Sin embargo, es importante destacar que estas empresas se encuentran en niveles históricamente elevados. Por otro lado, empresas de la región que se benefician de la escasez de petróleo en occidente como es el caso de Vista en Argentina (VIST) o Petrobras en Brasil (PBR) y que encuentran precios más atractivos, aunque con mayor riesgo.

Otras empresas que pueden tener buen desempeño son las químicas y las siderúrgicas alejadas de Europa. Con el costo de la energía en récord las empresas occidentales que utilizan electricidad de manera intensiva, pero no tiene costos tan elevados, pueden beneficiarse de la situación, como la empresa Steel Dynamics (STLD) en EE.UU. Por otro lado, pueden invertir en el índice diversificado de materiales básicos en EE.UU. iShares US Basic Materials (IYM). En el mercado local tenemos a Aluar (ALUA) que también puede hacerlo.

Fuente: elaboración propia