Los problemas en China continúan con cuarentenas por COVID-19 y un sector inmobiliario que no puede dejar atrás su crisis. Además, para el largo plazo tiene que enfrentar un bajo crecimiento poblacional, alto endeudamiento, desglobalización, entre otros problemas. Aun así, hay oportunidades de inversión para aprovechar este escenario que exploramos en esta nota.

Las cuarentenas por COVID-19 no disminuyen. Actualmente hay 65 millones de personas en aislamiento en 33 ciudades del país. La ciudad de Chengdu con 21 millones de habitantes fue la última en entrar por 157 nuevos casos. La situación preocupa debido a lo severas y extensas que han sido las cuarentenas. Esta política genera problemas en las cadenas de producción de varias firmas y disminuye considerablemente la operación de servicios.

No está claro si las razones de las cuarentenas son epidemiológicas o políticas, lo que genera más incertidumbre a futuro.

El sector inmobiliario ya no será el motor de crecimiento. Este sector ha sobresalido desde que las exportaciones y la inversión extranjera ya no tienen un fuerte dinamismo después de la crisis global del 08/09. Hoy el sector inmobiliario parece sobredimensionado, explicando casi el 30% del PBI frente al 20% en el Reino Unido o 17% en EE.UU. Esto en parte se da por los controles de capitales a residentes locales que hacen más difícil la inversión en activos en el exterior. Según el centro de investigación de las finanzas de los hogares en China, al año 2008 las compras de primera vivienda representaban un 70% del total y el resto de segundo y tercer hogar, mientras que en el 2018 las de primera vivienda representaban solo 45% del total. Según el organismo nacional de estadísticas, en agosto los precios de inmuebles encaminan 11 meses consecutivos de caídas mensuales. En julio, las ventas de viviendas cayeron 23% i.a. mientras que las inversiones de propiedades lo hicieron en -9,4%. Los problemas para pagar deudas y cumplir con los proyectos de grandes constructoras aparecieron a principios del año pasado y no han cesado. Los residentes locales están realizando protestas dejando de pagar por sus créditos hipotecarios. Según Bloomberg, 320 proyectos en 100 ciudades sufrieron estas protestas. Si bien el Gobierno está inyectando fondos y bajando tasas para reactivar al sector, en el mejor de los casos se espera que se estabilice y que deje de ser el motor que fue en las décadas anteriores.

Las exportaciones y la inversión extranjera tampoco traccionan. El principal problema que encuentra China respecto a sus exportaciones es que el mundo le quedó chico en comparación a su actual tamaño. Adicionalmente, la crisis del COVID-19 llevó a grandes disrupciones en las cadenas de producción global y consolidó la idea de producir cerca de los centros de consumo. Lo anterior, se profundizó con las impredecibles políticas de aislamiento del Gobierno y el conflicto geopolítico con Taiwán y su semejanza con el de Ucrania y Rusia. Esta situación consolida una tendencia de décadas donde las inversiones extranjeras directas nunca volvieron a superar al registro nominal alcanzado en el 2008 y cada vez poseen un menor peso de manufacturas con el 21% del total de las inversiones, desde el 54% en el año 2008.

La ya elevada deuda privada dificulta la transición hacia una economía donde el consumo privado traccione sin provocar nuevas crisis, como la inmobiliaria. La deuda del sector privado no financiero ya alcanza el 280% del PBI, niveles cercanos a los de la Eurozona y EE.UU. A lo que se le suma un sector público con un déficit fiscal grande (8% del PBI) y con un crecimiento de la deuda pública desde el 20% del PBI a principios de la década y con un 70% actual.  Además, con el sector inmobiliario sin un gran dinamismo no son esperables aumentos patrimoniales de los residentes que sirvan de apalancamiento del consumo. Por ende, es difícil que pueda existir un boom del consumo que permita mantener las tasas de crecimiento elevadas.

A largo plazo la demografía y la mayor injerencia política en la economía tampoco ayudan. El gran boom económico inicial de China provino de una gran población rural que se trasladó desde la producción de subsistencia hacia la producción de manufacturas en ciudades. Actualmente su crecimiento poblacional es considerablemente inferior, de hecho, se espera que se reduzca en 100 millones al 2050. El envejecimiento de la población que también disminuye la fuerza de trabajo es otro factor a considerar. Además, el PBI de China per cápita ya es de ingreso medio, con 21 mil dólares per cápita (se encuentra, por ejemplo, por encima del brasileño). Esto es un desafío para sostener sus altas tasas de crecimiento ya que los países de ingreso medio tienden a crecer menos que los de bajo ingreso debido a que es más complejo incorporar mejoras y tecnología avanzada. Y, por último, el mayor control estatal de parte del partido comunista en la economía no facilita el crecimiento económico.

Como resumen, la desaceleración económica no va a ser algo de corto plazo, sino que probablemente haya llegado para quedarse. Si bien recientemente el Gobierno ha acelerado proyectos de infraestructura e inyectado liquidez al sistema, es difícil que pueda revertir la situación actual debido a lo complicado que está el sector inmobiliario y las cuarentenas. Las proyecciones de crecimiento para este año se sitúan en 3,8% frente al 5,3% que se esperaba a principios de año. A largo plazo la situación va a ser más compleja ya que tendrá que enfrentar la desglobalización, el sector inmobiliario sobredimensionado, un crecimiento poblacional bajo y la creciente injerencia del partido comunista en la economía. 

Idea de inversión

En conclusión, vemos oportunidad en las firmas que vuelven a producir en EE.UU. mediante diversas estrategias. La construcción de nuevas instalaciones de fabricación en los EE.UU. se ha disparado un 116 % durante el último año, frente al aumento del 10 % en todos los proyectos de construcción combinados, según Dodge Construction Network. A la tendencia de tener la producción más cerca de los centros de consumo se le suma la automatización, lo que lo hace más factible. En conclusión, la complicada situación hace bastante difícil el invertir en el país asiático tanto en el corto como en el largo plazo. Sin embargo, puede beneficiarse de la situación actual con firmas americanas que están tomando el lugar que ocupó China en manufacturas con diversas estrategias.

El sector industrial americano puede volver a un nuevo boom luego de varias décadas en el olvido. El riesgo que presentó el COVID-19 a las cadenas logísticas, junto a un mundo más incierto respecto a la geopolítica, las políticas discrecionales de China y la mayor automatización de las firmas, hacen que el producir cerca de centros de consumo sea cada vez más atractivo. Se puede aprovechar esta tendencia con los ETF de manufacturas americanos de iShares US Industrials (IYJ) o Vanguard Industrials ETF (VIS).

En línea con esta tendencia, la utilización de parques industriales en EE.UU. se ha incrementado considerablemente en los últimos tiempos. Según Dodge Construction Network, la construcción de nuevas instalaciones de fabricación en los EE.UU. se ha disparado un 116 % durante el último año, frente al aumento del 10 % en todos los proyectos de construcción combinados. Se puede invertir en real estate de industriales con el ETF Pacer Benchmark Industrial RE SCTR ETF (INDS). Tomen en cuenta que el sector de Real Estate está en una situación delicada (¿Otra crisis inmobiliaria en EE.UU?) por lo que recomendamos posicionarse pero con cobertura del sector.