Las tasas de interés se encuentran en alza. Los bonos del Tesoro norteamericano incrementaron su rendimiento en torno a 80 puntos básicos en los últimos 12 meses, impulsados inicialmente por la recuperación económica y, más recientemente, por la inminencia del “Tapering”: esto es el gradual retiro de estímulos monetarios por parte de la Reserva Federal.

A la persistencia de datos inflacionarios elevados, se sumó en las últimas semanas un vertiginoso ascenso en el precio de commodities energéticos, principalmente gas y petróleo. Dado su impacto en la estructura de costos de la economía, el desbalance energético afecta las expectativas futuras de precios, poniendo mayor presión sobre la FED. 

El comienzo de la normalización monetaria está descontado para antes de finalizado el año en curso, y sería anunciado tras la próxima reunión de la FED, que tendrá lugar los días 2 y 3 de noviembre.


El contexto de tasas en alza impacta negativamente en el precio de los bonos, principalmente en los que tienen mayor plazo al vencimiento y menor retorno por intereses, es decir, en aquellos de mayor duration.

El ETF para Treasuries cortos -de 1 a 3 años- se mantuvo sin cambios en los últimos 12 meses (-0,1%). Por otro lado, el ETF para Treasuries con vencimiento superior a 20 años se mostró naturalmente más volátil, y acumula una baja de 8,8% en igual lapso. En este último caso, los intereses devengados no alcanzaron a compensar el impacto de las tasas subiendo.

Los hechos suponen un dilema para los inversores. Mantener liquidez es costoso, ya que la inflación erosionó el poder adquisitivo a un ritmo de 5,4% en los últimos 12 meses y el mercado descuenta 2,7% anual hasta 2026. Por otro lado, los bonos de mayor calidad crediticia rinden negativos contra la inflación, y sus precios presentan tendencia bajista a medida que las condiciones monetarias se tornan menos expansivas. Irónicamente, el contexto exige tomar riesgos si se desea preservar el valor del capital.


Una alternativa eficiente en términos de riesgo/rendimiento son los fondos high yield de corta duración. Su menor calidad crediticia implica mayores pagos de interés, al tiempo que su reducido plazo al vencimiento genera menor sensibilidad a la suba de tasas.

El universo high yield es amplio en segmentos y, comparado con la renta fija de mayor calidad crediticia, se caracteriza por menor liquidez relativa e información imperfecta. Como resultado, la selectividad y diversificación se torna fundamental, aumentando el protagonismo del equipo que gestiona cada fondo.

La gestora Neuberger Berman cuenta con un instrumento high yield de corta duración que pone foco en mercados emergentes. El fondo retornó 2,9% en los últimos 12 meses, sin embargo, la menor liquidez internacional suele impactar con especial fuerza a los mercados emergentes, que se caracterizan por cuentas públicas más frágiles y economías más volátiles. En este sentido, los recientes nubarrones de China y Brasil -sumados a la suba de tasas de Treasuries y un dólar fortaleciéndose- implicaron para sus inversores una baja mensual de 1,2%.

En busca de menor volatilidad y un segmento más sólido, se destaca el fondo AXA US Short Duration High Yield, que invierte exclusivamente en compañías norteamericanas. En los últimos 12 meses su cotización rindió 3,7%.

El fondo de AXA cuenta con activos bajo administración por USD 4.980 M, distribuidos en 219 títulos emitidos por 141 compañías diferentes. Su cartera tiene una duración de 3,9 años y una tasa al vencimiento del 4,5% anual.


Si el contexto continúa siendo de tasas en alza en un marco de expansión económica, es de esperarse que los bonos de mayor riesgo y reducido plazo al vencimiento superen en rendimiento a los bonos del Tesoro norteamericano.

No obstante, en caso de crisis económica, la tasa de quebrantos aumenta, y estos instrumentos se tornan vulnerables a importantes correcciones. El fondo de AXA, si bien nunca tuvo un año calendario de rendimiento negativo, llegó a caer 13% desde máximos durante el peor momento de la Pandemia, a principios de 2020. Nuestras carteras recomendadas destinan entre 10% y 15% a dicho segmento.